El presidente Andrés Manuel López Obrador, (AMLO), habló en su Conferencia de Prensa Matutina (CPM) del 22-04-20 una vez más sobre el periodismo mexicano. Comparada con otras ocasiones, lo hizo de manera más específica, no sólo las usuales generalidades contra Reforma, El Universal, Milenio, El Financiero y Proceso, y algunos periodistas como Pablo Hiriart, Carlos Loret o Raymundo Riva Palacio. Hizo el elogio de cuatro periodistas consonantes con su gobierno, Federico Arreola, Pedro Miguel, Enrique Galván Ochoa y Jorge Zepeda Patterson, y de ciertos “moneros” de La Jornada. También habló, en forma negativa, de algunos otros a los cuales no guardo ningún respeto, Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva y Beltrán del Río.

No hablaré de ellos como tampoco de todo el periodismo que el presidente critica y reprueba, acaso con razón por la campaña y los ataques muchas veces injustos en contra suya y de su gobierno. Tampoco de los acreditados como periodistas a la CPM que, como ya dicen sus críticos, “suelen tenderse de tapete” para el lucimiento presidencial (“Lord Molécula, de ‘Molécula Oficial’”, “El falso pirata” y “El cantinflero”, por ejemplo). Mucho menos de los youtuberos, expresión muy reciente, que presumen de ser críticos cuando ya son conocidos generalmente como chayotubers (aunque algunos buenos periodistas han emigrado a youtube; Julio Hernández, Rubén Luengas). Es decir, no hablaré de los medios tradicionales con más presencia ni de los “periodistas estrella” con base en los cuales AMLO establece su juicio sobre el periodismo nacional, ni de los medios “alternativos” volcados en su favor; de incondicionales como Epigmenio Ibarra o Gibrán Ramírez o de quienes llegan hasta la ignominia como John Ackerman,… silencio.

Hablaré de esa franja, tal vez la más gruesa, que ha ejercido por lustros un periodismo crítico contra el poder del neoliberalismo teniendo como objetivo a la vez un proceso de cambio que ese periodismo ha creído vislumbrar con la elección de julio de 2018. Esa franja que AMLO desecha al establecer su juicio sobre el periodismo nacional a través de una aparente tapadera crítica, en realidad, al sentenciarlo al olvido desde una dicotomía entre memoria selectiva y amnesia deliberada.

Y hablaré en primera persona. Porque desde esa gruesa zanja he vertido mi ejercicio periodístico. En primera persona y desde mi testimonio no por protagonismo sino por ser parte, por ser uno solo de esos cientos de personas que desde hace lustros ejerce la crítica contra el poder y en favor de un cambio que conduzca a México a un estadio democrático. Para ratificar los planteamientos de la periodista Reyna Haydee Ramírez, de Pie de Página, durante la CPM: “hay muchos periodistas honestos aplicados en su labor, que no se venden, en todo el país”. Existe hoy y ha habido un periodismo al cual López Obrador le debe mucho -por lustros, décadas incluso- desde que él es figura política nacional y desde que empezó a formular un proyecto de cambio para el país.

Un periodismo desarrollado, para marcar una fecha arbitraria, a partir del proceso de desafuero en 2005, continuado antes y después del fraude de 2006, y proseguido hasta hoy. Se desarrolló inicialmente en blogs (hay antecedentes de gacetillas, panfletos, periódicos impresos auto sustentados, etcétera, y muchos venían ya desde los apoyos a Cuauhtémoc Cárdenas), en páginas personales, en sitios de internet y en general en toda clase de espacio virtual. A esta gruesa zanja, López Obrador aplica la amnesia deliberada en favor de la memoria selectiva, en favor de los que quiere recordar y/o reprobar.

Hablo desde esa percepción y esa experiencia. Escribí periodismo cultural desde 1995 y hasta el año 2000 en medios como El Universal (con Paco Ignacio Taibo I), El Diario de México y Revista Análisis XXI (con Gabriel Careaga). Los siguientes años me dediqué a mi profesión de cantante independiente (otra franja siempre desechada por la izquierda electoral; muchos de quienes han ejercido periodismo independiente tienen variadas profesiones). A partir de 2006 y hasta 2009 escribí en diversos blogs sobre política y en abierto favor de López Obrador como significante de un posible cambio democrático. Desde 2010 y con semejante propósito al de los blogs, comencé a colaborar de manera voluntaria y con toda libertad en SDPnoticias. En este medio, invitado por Federico Arreola, logré combinar nuevamente textos de carácter cultural (lo cual he acentuado desde el triunfo electoral en 2018) pero siempre con el objetivo puesto en el cambio democrático. Y no se trató durante estos años de ofrecer una mera opinión visceral, no. No sólo yo, muchos compañeros del propio SDP y de un sinfín de medios electrónicos hacíamos serios argumentos en los distintos temas, las elecciones, los partidos, los políticos, la educación, el petróleo, las distintas reformas emprendidas, la corrupción, etcétera; más serios por lo regular que ese periodismo “profesional” tan poco profesional al cual se refirió AMLO en la CPM (por otra parte, los votos y los apoyos en las marchas o “El Plantón de Reforma”, siempre estuvieron presentes).

Creo con sinceridad que el presidente debe mucho a esta gruesa franja que ha ejercido el periodismo de manera intensa y comprometida aunque no todos sus componentes hayan sido periodistas de formación (egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, tuve oportunidad de estudiar algunas materias relacionadas, como “Géneros periodísticos”, por ejemplo). Ni cuatro periodistas y cuatro “moneros”, como tampoco los youtuberos de reciente expansión o los incondicionales, serían suficientes para brindar soporte y defensa al proyecto de López Obrador frente a la crítica, los ataques, la mentira y el odio. Tampoco son las redes sociales en abstracto, las “benditas redes sociales”, tuiteros o feisbuqueros, ha sido gente que tiene identidad y son parte de ese gran grupo de cientos de todos los estados del país que convenientemente olvida o desecha el presidente. Y no se trata de pedir algo absurdo, el reconocimiento, no. El reconocimiento lo hemos ganado de manera personal con la victoria de 2018; era la causa por la que se luchaba, no para andar buscando privilegios. No obstante, no deja de ser incompleto e injusto el juicio del presidente; sobre todo, porque la lucha por establecer el cambio, nos damos cuenta hoy, apenas inicia. Por ello, qué bien la periodista Ramírez lo haya cuestionado. ¿Qué esfuerzo le cuesta, qué costo paga el presidente por un reconocimiento a grupo tan fundamental para su llegada al poder y la defensa crítica –siempre crítica- de su proyecto de cambio?

He querido dar este testimonio porque, esta mañana, me ha ofendido la memoria selectiva y la amnesia deliberada del AMLO. Desde julio de 2018 he establecido que hay ocasiones en que es crítico otorgar el apoyo al presidente y su gobierno, mas siempre he dicho que por lo regular debe tratarse de un apoyo crítico. Hoy más que nunca esa franja ignorada de manera deliberada tiene que ejercer este último principio; cada vez más a fondo.