Todos conocemos los diamantes, piedras que tienen muchos usos últiles debido a sus propiedades únicas (es el mineral más duro del planeta); sin embargo, tal vez su aplicación más conocida es la de un prducto de joyería. En ese sentido, su valor es incalculable, debido a que existe una supuesta escasez, por lo que, en sí mismos, se les ha grabado con una potencia económica y de lujo intrínseca.

Ahora, ¿este mineral es en realidad tan valioso? Aunque no hay un conteo exacto de las reservas del mismo y es cierto que no es un bien renovable (una vez destruido no se puede regenerar y la transformación de las formas de carbono en diamantes tarda muchos años, incluso siglos), mucha gente, incluyendo allegados a la insdustria joyera, aseguran que objetivamente, no representan ninguna clase de producto monetariamente elevado por sí mismo.

Atribuyen la creencia de que el diamante es una pidra preciosa de facto debido a una campaña de marketing, hecha por la compañía De Beers en 1938, donde establecieron que el mineral era un símbolo romántico de facto y que, dada su categoría, un anillo que portara una de estas piedras, necesariamente, debía de poseer un valor elevado.

Aunque parezca una estratagema digna de conspiración, con el paso del tiempo se comprobó que De Beers controlaba el mercado de diamantes, generando situaciones de escasez artificial; esto es, al tener un manejo total del producto, la compañía, en lugar de inundar el mercado, decide liberarlo a cuenta gotas; produciendo una atmósfera de limitación donde la demanada es mucha, pero las reservas son pocas, lo que condona una elevación ridícula del precio del producto.

Asímismo, la joyera fue acusada en varias ocasiones de meter sus manos en asuntos políticos en África, apoyando guerras civiles y golpes de Estado (con el fin de explotar las minas de diamantes); además de promover el mercado de "diamantes de sangre", esto es, diamantes obtenidos por la vía violenta (guerra, tortura y/o asesinato).

Tal vez, por todo lo mencionado, es que a finales de los 90, las minas decidieron alejar la presencia de De Beers y comenzar a vender de manera directa el producto; lo que ocasionó que el monopolio se rompiera, dejando a la joyera con el 40 por ciento del mercado. Aún así, mantiene cierta hegemonía, sobretodo en occidente.

Así, el valor objetivo de un diamante es poco menos que el de una herramienta; pero, inserto dentro del mundo simbólico cultural humano, un discurso bien armado lo eleva a niveles económicos y sociales preminentes.

Con información de KitcoReddit y El País.