Una de las ideas capitales de Sigmund Freud es la de la infancia como

destino. Otros han dicho que nombre es destino. El psicoanálisis freudiano es

bastante impugnado hoy aunque se le continúa usando de manera importante. La

idea del destino en el nombre tal vez sea producto de la charlatanería. Pero

ambos, psicoanalistas y charlatanes coinciden con la expresión de la realidad en

ocasiones. Fecal, FECAL, FCal, Fe-Cal, fecal, FE-CAL, FKal... Las variantes del

acrónimo son nutridas. Nadie desde la oposición defraudada en 2006 querría

llamar por su nombre, lo diré por única ocasión, a Felipe Calderón. Claro que algunos,

muy propios, formales, profesionales, por política editorial, etc., lo hacen

simplificadamente. Otros agregan con sorna el mote completo: "Felipe del Sagrado

Corazón de Jesús Calderón Hinojosa". Hay quienes buscan modos alternos: ex

candidato presidencial, ex presidente del PAN o juegan con el calderón de

posibilidades. Lo generalizado, no obstante, es el uso variable del "FECAL". Y hay

que decirlo claramente, este comportamiento no tiene que ver con algo personal.

No es por odio o rencor individual. No es por maldad o perversidad. Por simple

arrebato o antipatía a ultranza. No. Es por INDIGNACION: Cólera. Rabia

colectiva. Ira social. Expresión espontánea ante un agravio.

Después de que los que votaron por él se desengañaran de Fox ("El burro

con botas" le llaman al traidor del proceso democrático del que se sirvió), se

unirían a quienes aspiraban al verdadero cambio. Se adhirieron al proyecto

representado en la figura de Andrés Manuel López Obrador, el político que ha

dado muestras fehacientes de coherencia y honestidad durante su experimentada

carrera que incluye la jefatura de gobierno del Distrito Federal que le valió

la candidatura a mejor alcalde a nivel mundial (aspiración trunca por otra

candidatura, la de la Presidencia de la República).

Sorteando obstáculos, entre ellos el proceso de desafuero impulsado por

Fox, el complot salinista y la oposición de Cárdenas Jr., logró AMLO al fin la nominación. Mas la escoria estaba por

venir. Dada su popularidad y su indubitable triunfo electoral en 2006, sus

adversarios políticos metamorfosearon más bien en enemigos y buscaron todos los

medios posibles para destruirlo. La frase "Un peligro para México" fue la

condensación de la perversidad, el odio y el clasismo de los que orquestaron la

guerra sucia contra él y su proyecto. El ex presidente del PAN y sus íntimos

inclusive llamaron war rooma su

oficina (ridiculez de los políticos mexicanos que copian lo peor de

Norteamérica; también de los periodistas que de facto los convalidan). Contrató

gringos y españoles de calaña infame para sostener esa su primera guerra en pos

de la presidencia del país. La campaña contra AMLO no pudo haber sido peor,

nunca se había visto en México tal mentira y saña; tal lodo. Pese a ello, López

Obrador siguió adelante y en las urnas se alzó con un triunfo que fue

arrebatado por el sinnúmero de irregularidades que no se quisieron aclarar, y

por el Tribunal Electoral que absurdamente sólo aceptó un reconteo mínimo dando

pie a la ilegitimidad espuria pese a haber reconocido que el proceso había sido

por demás irregular antes y durante el 6 de junio.

Ya desde la guerra sucia los caricaturistas dibujaron al candidato del

PAN con un estilizado trozo de estiércol, una boñiga enroscada en el cráneo. Lo

representaron bañado en lodo. Con las manos cubiertas de sangre o fango u otros

líquidos espesos. Pero el lodo y el estiércol fueron las materias más asociadas

al candidato de las "manos limpias" y "del empleo". Naturalmente que tras la obstinada

oposición del panista, su partido, los poderes judicial y legislativo y sobre

todo, la obstrucción del grupo empresarial que lo impulsó e impuso finalmente -"la

mafia" que ha diseccionado puntualmente López Obrador-, para limpiar la elección,

la rabia, la animadversión fue mayúscula ante el agravio y el entuerto electoral.

Mucha gente estaba presta inclusive a la violencia física. El coraje, la

indignación, la desilusión abatieron de pronto a millones de electores. El uso

de improperios y ofensas en contra del candidato del PAN se volvió un torrente exaltado

en el que el excremento, la mierda, fue el denominador común de escape. Ya

desde allí jamás volvería a estar limpio el candidato del PAN, siempre se le

relacionaría con la materia fecal. Por falso, espurio, indigno, deshonesto, cínico

y, ante todo, por pelele, por títere, por ser guiñapo de los poderosos que han

terminado administrando y despojando las riquezas de México en detrimento

general de la sociedad. Y los insultos eran proferidos contra él por ser el símbolo

de lo perdido, de lo corrompido, pero se dirigía asimismo contra el sistema que

lo erigió. La rabia fue en ese momento contra el muro en que se estrellaba la

nariz social, en contra de lo que propiciaba la pérdida de la ilusión.

Anótese un elemento más que refuerza el uso popular del acrónimo en

cuestión. Dentro de los partidos

políticos se hizo costumbre, por mercadotecnia, por uso subliminal, por

manipulación, etcétera, la simplificación de los nombres de los candidatos.

También sucedió con los periódicos, por razones de espacio, publicidad o lo que

fuere. La sociedad inventó también. Las más de las veces sólo reprodujo a los

partidos y a la prensa. Así se dieron casos en que bastaba señalar las siglas

para reconocer a la persona: GDO, MMH, CSG, CCS, LDC, EZP,... Mas el añadido de

las vocales hizo el lance más atractivo aún: LEA, JOLOPO, AMLO, FECAL,... Este componente

incidental se vino a bien con la furia popular en 2006: FELIPE CALDERON =

FECAL. Acrónimo perfecto acrónimo. ¿Quién fue el primer ingenio que materializó el hallazgo?

¿Cómo, sin llegar al insulto directo, conciliar el nombre con la

expresión de la personalidad mostrada en la trayectoria que en el caso de un

político deviene vida personal? En la duda, en la búsqueda de la manera más

apropiada de representar por escrito el nombre del interfecto, apareció una

afortunada conclusión entre las varias opciones: FeCal. Porque refiere en

definitiva el nombre sin dejar de expresar la irresponsable, indolente conducta

política y cívica del candidato del PAN al haber lanzado una guerra sucia

irracional, iracunda, malintencionada, contra su adversario al cual convirtió

en su enemigo con tal de imponerse "haiga sido como haiga sido". Hecho el daño,

el candidato del PAN tuvo la oportunidad de recobrar la dignidad con sólo haber

aceptado el conteo voto por voto. No forzando violentamente la toma de posesión.

A pesar de todo quiso estar allí, al servicio de quienes gobiernan México, los

que dictan la política económica y financiera y el desmantelamiento del país, y

aumentando la irritación y el desasosiego social. Porque también, como nunca,

cobijados en una política económica y moral vil, él y Fox, han expulsado del

país a millones de mexicanos. ¿En qué Estado, qué gobierno por malo que sea, se

estimula -por la falta de apoyo y creación de empleos, por falta de producción,

por los recortes a los programas sociales, por recibir remesas fáciles de

dinero- en qué país, insisto, se festeja como logro la salida ilegal de los

ciudadanos para servir en una nueva variante de esclavitud, para entregar su

energía productiva y creadora en país ajeno, en qué otra nación sino en el "moderno"

México "ganador" del prianismo?

Una vez sentado ilegítimamente en el poder espurio, el individuo en

cuestión jamás recobraría la dignidad cívica y política. De allí que esté

condenado al bautizo multitudinario por siempre y ese será el resultado que

arroje la historia. Nada alcanzará para limpiar el nombre. A ello agréguese lo

que todos saben y aceptan: su ruin fracaso como gobernante, como administrador.

El país ha llegado a una condición fallida en la que la legalidad escapa al

control del Estado y se impone el reino de la violencia y la impunidad.

Hay que señalar que no sólo los defraudados en 2006 vierten con furor el

acrónimo en cuestión. También correligionarios de su propio partido como Manuel

Espino, quien ha entrado en debates por

llamar "FeCal" a "su" presidente (es el único que consistentemente ha escrito

la fórmula con esta misma variante). Ha expresado que lo hace como contracción

del nombre que refiere, pero sus seguidores le han atribuido deslealtad y le

han reclamado acremente por no apoyar a quien también se convirtió en su

enemigo. En contraposición, están los que aspiran a una paz de simulación budista.

Como Soledad Loaeza, un ejemplo dentro del ejército de "intelectuales", investigadores,

periodistas, escritores, "artistas", etc., que no encuentran motivo suficiente

para que persista el coraje tras el fraude del 2006 y ni siquiera ven razón de

desasosiego por el hecho de que las instituciones que ellos defienden nunca accedieran

a aclarar la elección que dejó a la ilegitimidad como soberana del país. Loaeza

ha escrito en La Jornadasobre "La

ira y sus límites". Ha dicho que en distintas épocas, el PAN primero y el PRI

después, se ha canalizado la ira popular como fácil beneficio para los partidos.

Ella cree que la ira debe tener un límite pues aunque catalizadora social, no

es propositiva. Sugiere, a lo que despectivamente identifica como

"lopezobradorismo", el abandono del coraje sobre su razón de existir como

movimiento e incorporarse al ritmo de las instituciones "democráticas" que

rigen en país; que abandonen la furia que no crea acciones políticas de largo

plazo; que se abandonen al maravilloso mundo de las estadística y las

encuestas, al juego de las

instituciones. Para ella, no hay trascendencia en el 2006. Lo mismo da PRI,

PAN, PRD-Chucho aliancista que el movimiento de López Obrador. Todos deben

convivir de manera propositiva y como si no hubiese pasado nada, como si no

sucediera nada, como si el país y sus instituciones gozaran de la mayor honestidad,

transparencia y eficiencia. Evidentemente, gente como Loaeza desdeña la labor

de López Obrador y su movimiento que se distingue de la cínica indolencia del

PRIANChuchismo ocupado en el reparto de lo que queda del botín. Desdeña también

a los ciudadanos independientes que han desarrollado una conciencia crítica

sobre el estado actual del país. No importa que exista un proyecto de nación

que pone el énfasis en las causas sociales, en recobrar la estabilidad y

tranquilidad que se necesita con base en un programa no elitista sino ciudadano.

Sólo importa el respeto en abstracto a las instituciones ya establecidas sin

importar sus condiciones ni circunstancias. Quien no lo mire así, está transgrediendo

el límite de la ira pues se aísla del todo y renuncia al trance propositivo. ¿Acaso no extralimitan estos

proponentes, con su cinismo institucional, los límites de la honestidad

intelectual y la razón? ¿Es más importante un puesto, una asesoría, un cargo,

una permanencia del stablishment

corrompido que procurar un actuar ético, un sentido de responsabilidad histórica

y social en sus vidas, que analizar a fondo y sin prejuicios

pro-institucionales la realidad del país?

Para los críticos y detractores del movimiento social que se gesta fuera

del PRIANChuchismo, el uso del "FECAL" en cualquiera de sus variantes de

escritura es una expresión de ira. Y tienen razón. La furia social persiste. Pero

no ha sido estéril. Contrariando la propuesta de Loaeza y otras de semejante

naturaleza, la rabia ha encontrado su cauce, ha permitido mantener viva la

ilusión social por un cambio auténtico, difícil pero posible. Ha permitido la

resistencia, la prolongación de la búsqueda de un futuro en que ya no se

frustre una vez más el deseo de los que imaginaron un México sin el PRI

autoritario y corrupto de tantas décadas que parecía imposible su término y en

que se dé fin al hurto, el fracaso y la demagogia del PAN. Y más allá de que se

diga FeCal o FCH, la historia ha marcado para siempre a las personas y los

acontecimientos y circunstancias del 2006. Y de este histórico parteaguas se ha

aprendido. De allí la importancia de perseverar, desde la ira, la rabia y los

dientes apretados, en la construcción de la ilusión y la esperanza, sino individual,

cuando menos social. Si es que se desea y se aspira a un México todavía.

Julio de 2010.