Antes que nada, una conveniente aclaración encaminada a evitar suspicacias y acusaciones falaces. Por razones de espacio, en vez de repetir una y otra vez Bicentenario y Centenario, se sintetiza aquí, Bi-Centenario. Asimismo, en vez del nombre completo del ex-presidente nacional del PAN, se abrevia Fe-Cal; pero como en este caso el guión resulta antiestético a más de innecesario, usaremos una fórmula más simple: FeCal.

Entremos en materia. ¿Qué diferencia y qué similitud existe entre el gobierno de Díaz y el de FeCal como preámbulo, en aquélla ocasión, a la celebración del Centenario y cien años después, a la del Bi-Centenario? La mayor diferencia quizá sea el tiempo, los cien años transcurridos y lo que ello significa en términos de ajustes. Sólo eso, porque a pesar de la revolución seguida al Porfiriato, pareciera que los logros sociales de la misma se han difuminado. Es inocultable que ambos gobiernos comparten la ilegitimidad producto de anomalías electorales. Uno como dictador reelecto una y otra vez, otro como impuesto presidente espurio al no aceptar el escrutinio del voto por voto ante elección tan cerrada y plagada de irregularidades admitidas aun por el tribunal electoral. Ambos gobiernos han llevado también al país a los límites de la descomposición social. Lo han divido y han propiciado el enriquecimiento sin límites de la oligarquía y el empobrecimiento de la mayoría de lasociedad.Comparten la represión y la violencia. Naturalmente que no faltará quien esté en desacuerdo. Quien diga que hoy se vive en una democracia jamás soñada con anterioridad. Que vivimos casi el paraíso de libertades regulado por un juego político envidiable aun para el resto de Latinoamérica: partidos, institutos, tribunales, comisiones de derechos, observadores, elecciones periódicas, etcétera. Señalemos como ejemplo al cosmopolita antropo-sociólogo de izquierda Roger Bartra; a un buen empleado comparsa como Luis González de Alba con dos métodos utilitarios a la mano, el científico y el mágico; un aspirante a cómico en la pluma de Guillermo Sheridan; todos acaudillados por el más adjetivador de los historiadores objetivos, el teólogo Enrique Krauze, protegido y sostenedor de libros de Octavio Paz, para mayor señal (y no hablar de los periodistas, comunicadores y locutores súper profesionales, los juristas intachables en la simulación, los pintores-escultores en la oportunabúsqueda dehomenajes nacionales a cambio de compromisos políticos que ya no la ruptura de antaño, ambiguos novelistas de izquierda moderna, civilizados intelectuales inorgánicos...). Pese a ellos y a las vocingleras manifestaciones en supuestas letras libres y demás medios, la realidad escupe sus textos. Está todos los días en los asfaltos y campos del país. ¿No la observan? ¿Es acaso su tarea la validación de cada régimen en turno?

Volviendo a los aniversarios, hay variantes asimismo en la manera de celebrarlos. Sí, existe la comunidad en la búsqueda continua de la legitimidad, pues tanto el dictador como el espurio pretenden legitimarse con el relumbrón de festividades ostentosas, onerosas (se desconocen los montos, se trata de partidas secretas). Pero en el cómo se encuentran breves diferencias. En el impredecible y confuso México de 1908 se preparaba ya la celebración del Centenario de la Independencia. El dictador anunciaba su retiro pues consideraba que el país estaba ya listo para la democracia. No obstante, todo sería una argucia, porque finalmente enviaría a Madero a prisión y se reelegiría por séptima ocasión con absoluta procacidad y cinismo. Ello propiciaría al cabo el inicio de la revolución. Pero mientras tanto, en septiembre de 1910 celebró fastuosas recepciones, comilonas, desfiles, bailes en palacio, inauguró monumentos (decidió ensalzar a Cuauhtémoc y Juárez, lo que no está mal, perotambiéndeveló bustos de sí mismo; ¿nos recuerda esto a alguien?; ¡ah sí!, al otro presidente del PAN, el indocto Fox, por cierto, digno del elogio del docto doctor Bartra). De estos festejos quedaron algunos productos que aún hoy son vigentes, a pesar de todo.

En 2010, FeCal ha anunciado una fantástica celebración y para ello, por medio de la Comisión Organizadora de la Conmemoración del Bi-Centenario (COCBC), ha contratado a una compañía trasnacional ( Specktak Productions, cuyo CEO, es decir Chief Executive Officer, el mero mero pues, es Ric Birch, famoso productor de eventos como inauguración de olímpicos, casinos, espectáculos globales diversos, alguien, en suma, muy interesado en la historia de México) que se haga cargo de la producción de los programas culminantes del 15-16 de septiembre y el 20 de noviembre. Díaz le dio un toque muy francés a sus festejos. FeCal sueña con un evento tipo Holywood-Broadway: luces y sonidos destellantes, cegadores, ensordecedores: que nadie vea ni oiga, tan sólo se abandone a la catarsis, el rapto alucinante, fantástico, para olvidar de lo que se trata en realidad el Bi-Centenario. Hay que reconocer que los franchutes tienen un gusto que los gringos no. Aquí una breve diferencia, aunque no de fondo; este es un ajuste del tiempo.

Y no es que todo se agote en los dos magnos eventos anunciados por la COCBC. FeCal, entre otras cosas, va a inaugurar un arco conmemorativo que ¡no es arco! Los gobiernos de los estados harán su propio negocio. El PRI ha lanzado un concurso de ensayos en el que los jueces son ellos mismos y el criterio para seleccionar ganador será el que la obra sirva ¡"para el enriquecimiento de las estrategias del tricolor"! La misma Comisión ha respondido a ciertos cuestionamientos puntualizando que su labor es la del espectáculo, no la educación, que ésta está en las convincentes manos de la Secretaría de Educación Pública y la impoluta "maistra" Gordillo.

¿Qué se celebrará entonces durante el próximo Bi-Centenario? Me parece que ninguna conmemoración vale la pena de realizarse si antes no se va a lo esencial, que es la revisión del pasado, el conocimiento del objeto de la celebración. Cuando se dice que el mejor homenaje para un autor muerto es la lectura de sus libros, para un dramaturgo, la representación de su obra, se habla de algo cierto. Si no, toda fiesta es un hueco, un cartón o, peor, plástico. Lo mismo cuanto se refiere a cualquier acontecimiento histórico. Lo que debiera importar es la revisión y valoración de lo que el Bi-Centenario significa para el ser mexicano si es que aún tiene significado, lo que representa para el país, lo que en ello hay de vigente, lo que ha dejado de tener sentido, lo que se ha traicionado, cedido o vaciado de los propósitos originales, el examen de las respectivas sociedades, de los protagonistas de la misma, las obras artísticas y culturales de cada época. En suma, elconocimiento,entendimiento y comprensión social y cultural de cada momento histórico. Puede parecer esta una pretensión idealista, pero cuando menos ciertos esfuerzos habría que realizar. En el caso de 2010 todo amenaza con ser luz y sonido, más bien ruido y destello. Subir los decibeles, el resplandor. Otra vez: Que nadie vea que nadie escuche. Sordos y ciegos es lo que se desea. Propiciar el abandono a la fantasía y el olvido.

15 de Febrero de 2010