Dice el refrán: "Más mató la gula que la espada". En eso pensé cuando supe que Fernando Gómez Mont, por comer en exceso, había tenido que suspender una reunión en Boca del Río, Veracruz.

Gómez Mont está débil porque se sometió a una cirugía para bajar de peso: le instalaron en el estómago una banda gástrica. Preocupante dato que, en su momento, a nadie inquietó. ¿Preocupante? Sin duda. Estamos hablando del secretario de Gobernación de México. Es decir, del hombre del que depende la política interior. Alguien que, desde luego, si necesitaba quitarse varios kilogramos de más debió haber recurrido a la dieta y al ejercicio en vez de poner en riesgo su vida en el quirófano. Simple y sencillamente porque el país entraría en una crisis si el mencionado personaje experimentase graves problemas de salud.

Pero Gómez Mont, en lugar de caminar y dejar de comer en exceso se tomó muy en serio, al parecer, lo que decía Óscar Wilde: "Para tener buena salud lo haría todo menos tres cosas: hacer gimnasia, levantarme temprano y ser persona responsable". ¿Es irresponsable el secretario de Gobernación? Lo es, claro que sí, e indisciplinado también.

Después de leer en www.sdpnoticias.com todo lo que comió Fernando Gómez Mont en Veracruz, busqué en internet una explicación y encontré este pensamiento de Jim Morrison: "El día que leí que el alcohol era malo para la salud... dejé de leer". Don Fernando, el día que leyó que para bajar de peso hay que caminar más y comer menos, dejó de leer y se internó en una clínica. Prefirió que le abrieran la panza a privarse de los placeres de la gula.

Alguien dijo en Twitter después de saber lo que comió Gómez Mont en Veracruz: "No comió ballena nomás porque no había". ¿Qué se metió en el estómago el secretario de Gobernación? Lo siguiente, en Alvarado por cierto: Cazuela de mariscos, camarones para pelar y lomo de robalo al chile. Para beber, Toritos de Cacahuate. Por si fuera poco, el titular de Gobernación también pidió, para llevar, un itacate de manos de cangrejo.

Por esa razón, más tarde, en una reunión con panistas (es decir, con delegados federales) en el hotel Fiesta Inn de Boca del Río, Gómez Mont se desvaneció. El exceso de mariscos combinado con la debilidad por la banda gástrica lo pusieron en tan malas condiciones que, apenas a un par de minutos de iniciado el evento, tuvo que abandonar el lugar dejando frustrados a los militantes del PAN, entre los que se encontraba el favorito de Felipe Calderón para lograr la candidatura de este partido al gobierno veracruzano, Miguel Ángel YunesLinares.

Después de la comilona, Gómez Mont debe haber aprendido que es cierto lo que decía Diderot: "Los médicos trabajan para conservarnos la salud, y los cocineros para destruirla, pero estos últimos están más seguros de lograr su intento".

No es una frivolidad hablar de la gula del secretario de Gobernación. El frívolo es él al no cuidarse. El gobierno gasta millones para garantizarle seguridad al señor Gómez Mont. Se justifica la inversión en guaruras, coches blindados, helicópteros, aviones privados, etcétera porque, por supuesto, es importante para la estabilidad del país que a él no le pase nade. Así que no debería ser tan irresponsable con su cuerpo. Tiene que hacer ejercicio y comer menos. Debe aprender a abrir la boca de más solo para pronunciar discursos, ya no para meterse en la barriga todo lo que encuentre encima de una mesa.