“¿Celosa yo? Ahora no te puedo poner un chip rastreador ¡porque soy celosa!”

Sabiduría popular.

LO CLAROSCURO. ¿Cómo anda su disponibilidad de efectivo? ¿Retira con su tarjeta o paga directamente con ella todas sus compras?

¿Enciende bien su T.V.? ¿Y el refrigerador? Todo en orden.

El mundo ergonómico y tecnológico que rige cada paso que el ser humano camina por el planeta, está ligado indiscutiblemente al silicio; el elemento que constituye los circuitos integrados sustitutos de aquellos procesos tecnológicos que se realizaban en los enormes bulbos de antaño.

Esos microprocesadores,chips’ como hoy los conocemos y dependemos en casi todos los segmentos de la vida ordinaria, están en compás de espera de su línea de producción.

¿Por qué?

La regla sanitaria que se extendió por el mundo, obligó a los paros técnicos que enviaban a casa a los hombres manufactureros con matriz principalmente en Asia, donde se asienta el reinado de los microchips.

Pero ¿qué tan grave pudo haber sido ese lapso de no-producción, que hiciera voltear los ojos a un segmento que resultaba imperceptible para nosotros, los humanos comunes?

El iPhone demoró su salida al mercado y las consolas Xbox y PlayStation quedaron cortas en su satisfacción al sector consumidor.

Los más de cien microprocesadores que hacen moverse a cada automóvil nuevo, pusieron en jaque a la industria automotriz provocando lo que ya hoy se conoce como el “Armagedón de los chips”.

Las compañías productoras líderes de estos procesadores AMD y NVIDIA además del incremento en los costos, anuncian que el proceso de normalización en su cadena de suministros “será lento”.

México tiene en el rubro de la manufactura de automóviles, una de sus principales fuentes económicas y liderazgo mundial.

Sin embargo, el segmento a nivel global verá impactada su disminución de ingresos en 210 mil millones de dólares en sus principales marcas Ford, GM y Stellantis, a decir de sus voceros estadunidenses por la obligada suspensión de fabricación de algunos de sus modelos.

Los microchips, la causa.

La excesiva necesidad de aparatos que requieren tecnología derivado del boom que ocasionó la pandemia y la obligada reclusión en casa (home office) produjo un impensado uso de las reservas de la existencia de los procesadores.

Hornos, estufas, licuadoras, celulares, aires acondicionados, tabletas, PC’s, control remoto, alexa’s, consolas… todo incluido en la demanda.

Y ese ‘bichito’ invisible llamado COVID-19 que sólo estimaba un confinamiento de 15 días allá por marzo de 2020, alcanzó a contaminar al también imperceptible elemento que controla nuestras vidas. El chip.

Y el mundo no volvió a ser igual.

Estiman los expertos que México y el mundo paulatinamente retomen aquella ansiada normalidad (que no sabíamos que la teníamos hasta que la perdimos) donde expertos productores -en voz de Takeshi Kambuchi de Toshiba- aseguran que por el 2023 se asentarán los mares de la escasez tecnológica.

General Motors en México y la Volkswagen en Puebla, no solo resienten el impacto del desabasto y cierran puertas en procesos y en varias plantas; los ingresos de familias mexicanas sufren también las consecuencias del enemigo que no se ve.

Nos enfrentamos a una contingencia contra la que nunca preparamos frentes comunes o políticas emergentes. Pero estamos aprendiendo… que no existen enemigos pequeños.

COLOFÓN: Vea usted la ventaja. Si posee tarjeta bancaria de débito o crédito, apréndase la siguiente frase. “No te puedo dar tarjeta adicional… no hay chips”. De nada.

Alejandro de Anda: alejandrodeanda@hotmail.com / @deandaalejandro