Escuchar al tenor Mario Alberto Rodríguez (1919-1990) es como experimentar una borrachera de/con boleros (“tenoril”, no existe en el diccionario, pero quiero decir con la condición del tenor; atenorado, no se oye bonito); muy distinta a una borrachera ranchera con José Alfredo o Pedro Infante. Los sentidos se agradan con el canto sutil pero a la vez apasionado; no una pasión erótica sino sentimental, por no decir psíquica. De ahí que pueda pasarse de una embriaguez mental a una orgánica.

Como prolongación del artículo de la semana pasada, “Nostalgia del canto clásico popular mexicano en radio, cine y televisión”, inicio la visita, el análisis cuando sea posible –y el disfrute, por supuesto- al grupo de intérpretes ahí referidos como parte no de una mera nostalgia por el pasado sino de un estilo; nostalgia por la expresión artística alcanzada en un momento determinado en la historia musical y popular de México, y que ha desaparecido.

Y quiero comenzar con Rodríguez porque, no obstante lo agradable, la capacidad y a veces la belleza de su canto, es uno de los artistas menos conocidos, hoy, entre los que tuvieron entrenamiento operístico y se convirtieron en intérpretes de canciones que devinieron populares; sobre todo si se le compara con Ortiz Tirado o Arvizu, ya no se diga con Negrete o Vargas.

Hoy, porque al parecer en su mejor momento llegó a tener muy buena reputación y popularidad tanto en grabaciones de discos como en la televisión. Pese a ello, es de los pocos del grupo que no tiene siquiera una biografía en Wikipedia; tampoco lo encontré en los diccionarios de música mexicana consultados.

Un noche de 1990 escuché desde un televisor ajeno a un locutor: “hoy falleció el tenor Mario Alberto Rodríguez”. Era Jacobo Zabludovsky, quien dedicó algunas cuantas palabras al llamado “Tenor de Chihuahua”, como le llamaban (aunque es más ello solamente, tiene alcance al menos nacional), y un viejo video con alguna canción. Y por supuesto que me hizo recordar que ya lo había conocido hacía tiempo; ese tiempo en que escuchaba esta cualidad de cantantes. Sin embargo, no lo había tenido muy presente.

Mario Alberto Rodríguez nació en Chihuahua el 15 de octubre de 1919 y falleció un 7 de febrero de 1990 (los datos, tomados de la página de la radiodifusora “Hasta que el cuerpo aguante”). Realizó giras por el continente americano y grabó para la casa Víctor. Había comenzado su carrera como cantante en una estación radial local de Chihuahua; ahí empezó a ser conocido antes de tener proyección nacional. En México llegó a cantar en el musical Mi bella dama, junto a Manolo Fábregas.

“Una de las voces de tenor más lindas y emotivas del bolero en México”, describe la página de referencia. Y en efecto, esto se percibe en su repertorio que, más allá del bolero, también aborda canciones típicamente españolas. He encontrado que del buen número de piezas que he escuchado con atención, es en el bolero “Ahora y siempre”, de José de Jesús Morales Galindo, donde Rodríguez alcanza la magnificencia técnica. La voz es homogénea, con matices, con resonancia evidente, dicción y articulación nítidas, sin estridencias, sutil, con esa pasión serena que le caracterizó; y además, con el hermoso acompañamiento de una orquesta tipo cubana; orquestas de Federico Baena, Noé Fajardo o Juan S. Garrido. Cuando intentaba subir un poco demás del registro vocal que le era cómodo, sufría, pues tendía a abrir el sonido sin el apoyo necesario, pero en el bolero está como “pez en el agua”.

1. “Ahora y siempre”, de Jesús Morales Galindo

Con ese bolero concluí la semana pasada el artículo. Y al considerar que es donde Rodríguez alcanza un nivel óptimo, de lo mejor que haya cantado, inicio con el mismo este concierto/muestra de su talento. A partir de ahora, esa embriaguez de bolero irá creciendo hasta al arrebato para calmarse antes de llegar a las dos últimas piezas en que propongo dos españolerías, un Pasodoble y una pieza de Agustín Lara. Pues se observa, por el número de grabaciones, que tuvo mucho gusto por esta música; en particular, cierro con ellas porque, desafortunadamente, el último video de los aquí ofrecidos es el único que he encontrado de una actuación de Rodríguez en vivo. Ojalá pronto estén disponible otros; televisoras, admiradores, familia, entre ellos se de seguro se podrá hallar material en vivo.

2. “Sin saber por qué”, de Alberto Domínguez (de los hermanos Domínguez, autores de boleros como “Perfidia”, “Óyelo bien”, “Tormento”):

3 “Solo con mi dolor” (autor no identificado):

4. “Yo vivo mi vida”, de Federico Baena; una manera de cantar la borrachera por el borracho, en versión bolero:

5. “Traicionera”; el clímax del crescendo (autor no identificado aún):

6. “Lluvia de estrellas”:

7. “Humo en los ojos”; de “El flaco de oro”, Agustín Lara:

8. “Canta guitarra”; Pasodoble andaluz; al parecer, de Alfonso Joffre de Villegas:

Y para cerrar el concierto del “Tenor de Chihuahua”, que en realidad tuvo alcance y calidad nacional e internacional, la única interpretación en vivo que se encuentra en youtube, “Españolerías”, de la Suite Española de Lara. Acompañado por la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz; la emocionalidad interpretativa en vivo es superior a las versiones de estudio en los discos.

9. “Españolerías”, en vivo, de la Suite Española de Agustín Lara:

Mario Alberto Rodríguez

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo