A partir del lunes 18 de octubre, 20 estados de la República Mexicana estarán en semáforo epidemiológico verde, lo que representa el regreso a la normalidad y dejar atrás todas las restricciones de distanciamiento social implementadas desde finales de marzo de 2020 para evitar la propagación del virus SarsCov-2.

Aun cuando de acuerdo con datos oficiales de la Secretaría de Salud, tan sólo el 40 por ciento de la población total mexicana cuenta con su esquema de vacunación completo. Recordemos que las jornadas de vacunación han sido exclusivamente para mayores de 18 años, y de ese sector de la población, si bien el 75 por ciento ya fue vacunado con las 2 dosis, se tiene registro que 25 por ciento de ellos; es decir, 75 millones cuentan con una sola dosis.

Por lo anterior, 60 por ciento de la población que son menores de 18 años que no han sido vacunados están completamente desprotegidos ante el virus y por consiguiente; su vida corre grave riesgo y tienen una alta probabilidad de desarrollar secuelas permanentes, irreversibles y discapacitantes, para las cuales no existe cura ni tratamiento, ya que son ampliamente desconocidas por la comunidad médica tanto en México como en el resto del mundo.

Desde el 29 de marzo publiqué el primer reportaje titulado “El sistema de salud no está preparado para atender pacientes con disautonomía”, en el que revelé por primera vez la primicia y en exclusiva “disautonomía y comorbilidades: nombre médico de las secuelas conocidas como Covid largo o persistente”; toda esta investigación exhaustiva precede de marzo 1 de 2020 a la fecha y representa 1 año 7 meses de investigación y trabajo incansable que he hecho tras largas jornadas de día y de noche, de manera independiente y como trabajo de activismo y labor social sin lucrar ni apoyo de ningún tipo.

En mi búsqueda incansable por difundir masivamente mi investigación para ayudar al mayor número de personas y tras superar trabajos de un año para su publicación por incredulidad y desestimación de editores, el 27 de mayo publiqué un segundo reportaje, la primicia y exclusiva: “Disautonomía: nombre médico de las secuelas del COVID largo”.

Todo con respaldo científico y médico al citar estudios de un grupo de especialistas de la Universidad de Stanford y otro estudio desarrollado por médicos de la Universidad de Calgary en Canadá, así como fuentes de la Universidad de Harvard, de la Universidad de Oxford incluso. Entrevisté a una neuróloga reconocida en Estados Unidos por ser directora de la Clínica de disautonomía de Nueva York y refuerzo toda la información con testigos entrevistados, fotografías y recetas en la serie de 3 reportajes que publiqué de marzo a agosto.

Cabe destacar que desde el 1 de marzo de 2020 alerté en todas mis redes sociales de una secuela para aquéllas personas que se infectaran y lograran salvar su vida y cito de manera textual: “El virus chino va provocar disautonomía a quienes se salven”.

Es decir, advertí de una secuela aun cuando ni siquiera se había declarado la pandemia en México, sin imaginarme que al año siguiente lograría revelar que la disautonomía corresponde al nombre médico del Covid largo o persistente con respaldo y pruebas científicas y médicas de fuentes de prestigio internacional, testimonios de personas diagnosticadas desde junio de 2020 de Estados Unidos y de México, fotografías y recetas.

¿Qué es la disautonomía?

La disautonomía es una condición crónica neurológica y cardiovascular compleja y extensa, y una discapacidad invisible que representa el 90 por ciento del daño sistémico y orgánico por la disfunción del Sistema Nervioso Autónomo por daño en la comunicación de tejidos nerviosos presentes a lo largo de todo el cuerpo, provocado por una especie de corto circuito que a su vez, detona más de 100 síntomas y comorbilidades asociadas.

La lista de los síntomas de la disautonomía es extensa, van desde variaciones extremas y opuestas de presión arterial y pulso cardiaco con fluctuaciones de 30 hasta 200 latidos por minuto cuando el rango normal es de 60, lo que provoca mareos y desmayos súbitos con el riesgo inminente de que por un mal golpe por la caída; la persona sufra esguinces, contracturas, fracturas o daños de consideración mucho mayores.

También provoca problemas para respirar con una fuerte opresión en el pecho, diversos tipos de dolores crónicos, fatiga crónica, náuseas, vómitos, diarrea, inapetencia, insomnio o somnolencia permanente, migraña, sudoración excesiva por la incapacidad para regular la temperatura, niebla mental, lo que significa problemas de memoria a corto plazo y de concentración (varía la severidad en diferentes casos), dificultad o incapacidad para permanecer de pie y para caminar largas distancias, entre muchos otros.

Esta disfunción obedece a que el organismo no es capaz de regular la circulación sanguínea de manera normal, sino que al estar de pie o sentado, la sangre se estanca de la parte de los hombros hacia abajo, lo que afecta en la oxigenación de los órganos y células, esto hace que el cuerpo trabaje 3 veces más de lo normal y que a nivel interno se presente un caos de las funciones involuntarias por saturarse intempestivamente al cambiar de postura o por otros detonantes que varían y son impredecibles.

Los únicos especialistas que diagnostican y atiendan casos de disautonomía son cardiólogos con subespecialidad en arritmias o cardiólogos electrofisiólogos y neurólogos clínicos, ningún otro médico debe invadir estos casos porque es una condición neurocardiogénica y de lo contrario, incurren en un delito; el de ejercicio indebido de funciones por usurpación de profesión, hecho que ocurre en México como lo informé y probé con testimonios y pruebas en mis 3 reportajes exclusivos.

Médicos de México no conocen qué es la disautonomía

En promedio, el 90 por ciento de los médicos de México no conocen la disautonomía ni han escuchado hablar jamás de ella porque con los resultados obtenidos de entrevistas que realicé a estudiantes de medicina, internos, médicos familiares, residentes y médicos con subespecialidades me confesaron que no es un tema que se ve en las Facultades de Medicina; de ahí que los disautónomos que entrevisté, tardaron de 10 hasta 33 años en ser diagnosticados, esta última es pediatra, por cierto.

Por mi parte, yo investigo la disautonomía desde enero 2015 a nivel científico, ya que luego de recorrer hospitales públicos y privados durante 10 años fui diagnosticada con disautonomía y tras haber vivido una cadena de negligencias, diagnósticos incorrectos y tratamientos erróneos; me vi en la imperiosa necesidad de investigar por cuenta propia tras haber estado 4 años postrada en cama por los efectos secundarios de los 15 tratamientos que recibí.

Para eso, tras una exhaustiva investigación científica propia, en marzo de 2015, en un mes logré demostrarle a mi equipo médico que en mi caso; desarrollé disautonomía por daño nervioso en el estómago tras un procedimiento quirúrgico que tuve hace varios años.

Para probar mi hipótesis o teoría, leí muchos libros de medicina en Inglés de diferentes especialidades como Fisiología humana, cardiología, electrofisiología, neurología, etcétera. Por todo este bagaje que adquirí desde marzo de 2015 a la fecha, para el 1 de marzo de 2020 fui capaz de alertar con tal certeza y precisión sobre la disautonomía como secuela post Covid-19.

La disautonomía es un término amplio que abarca 15 tipos y representa un cóctel de más de 100 condiciones y síntomas como la fatiga crónica, sensación de cansancio que ni el descanso ni el sueño puede reparar, fibromialgia, dolor crónico agudo a nivel muscular y articular; todas estas condiciones son discapacitantes porque aunque las personas lucen sanas, a veces, el cuerpo no responde y es una misión imposible o muy difícil, levantarse o caminar, lo que afecta la vida diaria en todas las áreas.

Otra condición crónica complicada asociada a la disautonomía y que también provoca el Covid-19 es el Dolor Regional Complejo, SUDECK o Distrofia Simpática Refleja que es un dolor crónico de manos, brazos, piernas y pies en donde el paciente se siente quemar, no hay cura ni tratamiento y es profundamente doloroso e incomprendido dentro de la medicina y por la sociedad.

Una de las condiciones ligadas a la disautonomía más graves es la gastroparesia que es la parálisis del estómago, en casos graves sí es mortal, el paciente es incapaz de comer y genera desnutrición y anemia. Los pacientes que no pueden tolerar comida, son alimentados por sonda conectada a la nariz o directamente en el estómago con una fórmula especial, éstos son los casos más graves.

De hecho, tengo varias amigas con gastroparesia en México, Estados Unidos, Países Bajos, Reino Uniodo y Canadá y sé de la gravedad y complejidad que representa y sé que es bastante complejo sortear los síntomas porque no hay especialistas y no hay tratamientos que les auxilien.

La disautonomía provoca una condición inmunológica conocida como mastocitosis, trastorno por la activación de los mastocitos, células que actúan en la defensa de las enfermedades inflamatorias sistémicas o neuro-inflamatorias, provoca inflamación en la piel, en órganos y tejidos y causa estragos gastrointestinales, pues los síntomas obedecen a la liberación de mediadores del Sistema Inmune.

En la serie de 3 reportajes exclusivos sobre secuelas que publiqué de marzo a agosto del presente año, informé sobre la alta probabilidad de que el Covid-19 deje como secuelas varias condiciones crónicas de por vida así como varios tipos de discapacidades en todos los rangos de edades de la población.

En el tercer reportaje informé, “Científicos advierten secuelas de por vida y discapacidad por Covid-19″, publicado el 30 de agosto explico que el Guillain Barré es una de las condiciones crónicas y discapacidad motriz que deja como secuela el Covid-19, pues entrevisté familiares de niños, adolescentes y jóvenes que fueron diagnosticados con esta condición con el tipo; Fisher Miller, estos menores desarrollaron parálisis facial, gástrica y del cuello hacia abajo tras haberse infectado.

Además de la discapacidad motriz, el virus puede provocar discapacidad visual y auditiva por daño nervioso en estas zonas del cuerpo, tal como lo informé desde el primer reportaje que precede de marzo, es decir, desde hace 7 meses.

De entre la lista de condiciones que revelé como secuelas post-covid están: la diabetes y dentro de las afectaciones autoinmunes están: el Lupus y la Encefalitis autoinmune.

El lupus se presenta cuando el sistema inmunitario ataca a los tejidos y órganos. La inflamación que causa puede afectar distintos sistemas y órganos, incluso las articulaciones, la piel, los riñones, las células sanguíneas, el cerebro, el corazón y los pulmones.

Por su parte, la Encefalitis produce inflamación del cerebro con síntomas parecidos a los de la gripe como: fiebre o dolor de cabeza, problemas sensoriales, motrices, de la vista o de audición.

En casos graves, puede poner en riesgo la vida de quien lo presenta. Los síntomas son: dolor de cabeza, fiebre, dolor muscular o articular, fatiga o debilidad, agitación, pérdida de sensibilidad o parálisis en ciertas zonas del rostro o cuerpo.

También provoca debilidad muscular, problemas con el habla o la audición, pérdida de la conciencia, incluido el estado de coma, mientras que en los bebés y niños pequeños los signos y síntomas pueden incluir; protuberancias en los puntos blandos, náuseas, vómitos, rigidez corporal, alimentación deficiente o no despertarse para alimentarse, entre otros.

Recordemos lo ocurrido en junio pasado, para las elecciones tuvimos por primera vez semáforo verde y desde esa fecha se detonó la tercera ola de contagios más fuerte que nunca, pues por varias semanas hubo repuntes que superaban los índices más altos registrados.

Aún estamos a tiempo de evitar una cuarta ola quizá más fuerte y agresiva que afecte en mayor medida a niños y jóvenes; quienes no están vacunados y se exponen en aglomeraciones tanto en el transporte público como en la escuela por las clases presenciales.

Exhorto de la manera más atenta a las autoridades de gobierno y educativas; de la SEP y UNAM y a las dependencias de gobierno por los burócratas a reconsiderar el retorno a la normalidad, ya que de acuerdo a la información científica con la que cuento y que he compartido en mis reportajes, tanto las personas vacunadas como las que aún no lo están corren el riesgo de infectase, de poner en riesgo su vida y de desarrollar secuelas irreversibles y discapacitantes, lo que se podría tornar en un problema de salud pública importante por el exceso de demanda y la falta especialistas y tratamientos, pues son desconocidas en México y en el mundo.

Marit Arvelay en Twitter: @Miss_Marit