México.- Diez años bastaron para que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) externara su rechazo a continuar con tareas de seguridad que le fueron asignadas durante la instrumentación de la estrategia contra el narcotráfico.

Este 2016 fue decisivo para que la institución castrense reivindicara sus tareas de defender la soberanía y de auxilio a la población civil, tras años de estar bajo el escrutinio de los mexicanos y a nivel mundial por las acusaciones de abusos de poder y violaciones a derechos humanos.

En mayo de este año se llevó a cabo en un tribunal civil el primer juicio oral de la historia contra militares, acusados de graves violaciones a las garantías individuales por un homicidio contra siete jornaleros, cometido el 7 de julio de 2015 en Zacatecas.

La Sedena tuvo que dejar atrás la pésima costumbre de negarlo todo y averiguar después los abusos y mal desempeño de alguno de sus elementos, y su titular, el general Salvador Cienfuegos, empezó a dar la cara y levantar la voz sobre el actuar de la institución.

El pasado 18 de abril, se disculpó por actos de tortura hacia una mujer que cometieron los castrenses en febrero de 2015 en Ajuchitlán del Progreso, Guerrero.

Al asegurar que ese tipo de acciones no se tolerarán, el general envió señales claras de que se están promoviendo importantes cambios al interior de la institución castrense en materia de derechos humanos.

En ese sentido, también dejó ver su inconformidad por las tareas de seguridad contra el crimen organizado que realiza el Ejército.

En octubre, reconoció que el estar en las calles para proteger al país ha generado un desgaste en la corporación militar y aunque descartó que exista un déficit en la integración del Ejército, sí admitió que son muchas las tareas y que si se quiere hacer más, “necesitamos más gente”.

Cienfuegos se fue abriendo en cuanto a su descontento porque los militares realicen patrullajes desde la declaración de guerra contra el narcotráfico hecha por el expresidente Felipe Calderón en 2006.

El pasado 8 de diciembre con inusual franqueza expresó: “Nosotros (los militares) no pedimos estar aquí, no nos sentimos a gusto, no estudiamos para perseguir delincuentes”.

Y aunque el 24 de diciembre parecía recular en su descontento sobre la permanencia en las calles de los militares al asegurar que el Ejército seguirá entregado al servicio de los mexicanos para garantizar la seguridad, lo cierto es que Cienfuegos externó el deseo que muchos han expresado por años: que los militares vuelvan a los cuarteles y dejen la seguridad en manos de los policías.

La mirada seguirá puesta en el actuar de la Sedena y de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, quien dijo que las Fuerzas Armadas seguirán realizando labores de seguridad pública mientras se cuenta con policías preparadas.

En el actual sexenio se debe evaluar, con cabeza fría, las trascendentes declaraciones de Cienfuegos y su llamado a la creación de un marco legal para saber los alcances y limitaciones de las Fuerzas Armadas.