Ciudad de México.- La asociación de Científicos Mexicanos Aliados por el Saber en la Agricultura (Cmesa) respaldó la carta que 109 premios Nobel enviaron a Greenpeace para exigir el cese de ataques y desinformación en el cultivo y consumo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), o transgénicos. 

En entrevista con SDPnoticias, Luis Antonio Ventura Martínez, biólogo fundador de Cmesa, aseguró que el posicionamiento de los Nobel es un paso importante en la lucha contra los mitos y rumores que rodean el cultivo transgénico, pues algunos grupos activistas han optado por lucrar con la desinformación y la distancia de la gente con el conocimiento científico.

En el caso específico de México, Ventura Martínez afirmó que la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Verificados establece criterios rigurosos para conceder el aval al desarrollo o comercialización de un productos genéticamente modificados, por lo que en ningún momento se pone en riesgo la salud pública o ambiental.

La legislación mexicana separa competencias en la aprobación de proyectos transgénicos, siendo Sagarpa, Semarnat y Cofepris las instancias últimas responsables de admitir las solicitudes. El investigador alertó sobre la importancia de la discusión de cultivos transgénicos para México, pues el freno al debate provoca que el país sufra un déficit en productos tan básicos como el maíz.

De acuerdo con el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-Biotecnológicas (ISAAA), en 2014 se cumplieron 19 años interrumpidos de adopción de cultivos transgénicos. 18 millones de agricultores sembraron cultivos transgénicos en 28 países del mundo, beneficiando en un 90 por ciento a pequeños y medianos productores. El top 5 de países que recurren al cultivo genéticamente modificado lo encabeza Estados Unidos (EU) con 73 millones de hectáreas sembradas, seguido de Brasil con 42 millones, Argentina con 24, y Canadá e India con 11 millones. Entre los beneficios la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la tolerancia a las sequías, lo que deriva en expansión del espacio de cultivo y mayor competitividad. 

En cuanto a las dudas sobre la conciencia del consumidor de que lo que compra es o no transgénico, Ventura Martínez afirmó que el etiquetado no precisa esa información en algunos de los productos o ingredientes genéticamente modificados porque comprende una "equivalencia sustancial a su contraparte convencional".