México.- Empresarios, particulares y presuntos delincuentes arribaron a las playas jalisciencies.

Como ejemplo está la propiedad Tigre de Mar del exbanquero Gian Franco Brignone dentro del área conocida como Costa Careyes en el municipio de La Huerta, que cuenta con una plataforma para recibir extraterrestres.

La propiedad abarca 12 kilómetros de costa y 1,500 hectáreas de selvas, manglares, acantilados y playas que atraen a viajeros de primer nivel a escala internacional, además de disponer de tres campos de polo, praderas de entrenamiento y pista de salto para caballos.

En 2011, el italiano obtuvo autorización de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para ampliar en 451 hectáreas su territorio a través del rancho Don Andrés, pese a que el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) manifestó que el proyecto turístico era incompatible con el equilibrio natural de la zona que colindante con la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala.

La propiedad de Brignone marca el inicio de una privatización de las mejores playas para beneficio del capital privado que pasa por encima a ejidos, comunidades y cooperativas de pescadores.

Otro caso es el de El Tamarindo, un campo de golf localizado en medio de mil hectáreas de selva tropical en la bahía de Tenacatita, cuando el expropietario de Banamex, Roberto Hernández, la adquirió mediante el Grupo Plan.

En la zona de Costa Alegre hay una mansión que formó parte del patrimonio de Arturo Montiel, misma que cuenta con una bahía privada.

El exgobernador de la entidad, Jesús González Gallo, obtuvo en 1993 una concesión por 20 años para 266 hectáreas en Divisadero de Tenacatita, haciendo la vida imposible para los palaperos que habían vendido mariscos en la zona desde hacía 30 años.

En 2013 se logró reabrir el paso a la playa de Tenacatita, aunque el balneario permanece vigilado por guardias privados que impiden el paso.

La misma historia ocurren en Playa Careyitos, El Negrito, El Paraíso o Teopa, donde los pescadores, ni los ejidatarios, ni los palaperos son propietarios, pero sí las empresas como Operadora Chamela, Costa Chamela Corp, Imágenes y Espectáculos de Lujo, Axolotl Inmobiliaria, Pez Globo, Inmobiliaria Rodenas o Impulsora Chamela.

En Puerto Vallarta, presuntos grupos delincuenciales estarían explotando en su beneficio la belleza natural de la costa a través de uno de los hoteles más exclusivos en la Cruz de Loreto.

Con información de La Jornada