Brasil.- Con la orden de detención contra el presidente Lula da Silva la tarde de ayer, se agudiza la crisis que vive el país sudamericano y pone en tela de juicio el actual mandato de la heredera política del expresidente, Dilma Rousseff.

De hecho para la presidenta Dilma Rousseff, la denuncia contra Lula esconde elementos políticos que dejan ver la estrategia de una campaña de desprestigio contra el Partido de los Trabajadores (PT) en que ambos se inscriben. 

"El Gobierno repudia el acto practicado contra el expresidente Lula", dijo hoy Rousseff en una rueda de prensa en el palacio de Planalto.

La petición de la Fiscalía "sobrepasa el sentido común" y es un "acto de injusticia", sobre todo debido al bagaje político de Lula y por el "respeto internacional" del que goza, añadió.

Asimismo, y en medio de los de rumores sobre su futuro político, la presidenta aprovechó para advertir que no piensa renunciar a su cargo."Creo que solicitar mi renuncia es reconocer que no existe base para el impeachment" (juicio político con fines de destitución), advirtió.

"Es imposible creer que por mi trayectoria política, por mi honradez, me resigno ante los que actúan con absoluta falta de respeto a ley", insistió Rousseff.

Con información de EFE