Tal vez no lo parezca, pero el personaje interpretado por la difunta Carrie Fisher, la icónica Princesa Leia; es uno de lo más importantes en la mitología moderna, no sólo por pertenecer a un universo tan nutrido como lo es el de Star Wars, sino porque supuso toda una deconstrucción de lo que una “princesa” tenía que ser, pasando de una damisela en peligro a una líder innata. 

Situémonos en el tiempo, la primera película de Star Wars fue lanzada a finales de los 70, el único referente global que se tenía de la figura de la princesa, era el impuesto por Disney, que apelaba a la figura de la damisela en peligro, donde esta, construida bajo las formas de la belleza y delicadeza, se ve inmersa en un problema que no puede resolver por sí misma, necesita ser rescatada por un príncipe, el cual acabará con el mal y recibirá como recompensa la posibilidad de casarse con la hermosa chica cautiva.

En un inicio, Leia Organa se nos presenta así; Darth Vader la toma como prisionera después de que ella obtuviera los planos de la Estrella de la Muerte; con el fin de que revele la localización de R2 e imposibilite que la Alianza Rebelde pueda descubrir la vulnerabilidad en la poderosa estación espacial. Han y Luke deberán de rescatarla; sin embargo, en un giro inesperado, su papel no se ve reducido a eso.

Después de su rescate, la Princesa toma un papel activo en los momentos finales de la batalla en contra del Imperio, siendo parte de esa primera línea de ataque en El Regreso del Jedi, sentando las bases de lo que en Episodio VII será la General Organa, la gran líder de todo el movimiento.  Demostrando que un miembro de la realeza, mostrado en su mayoría como inútil o en un estadio de mero servicio, que se la pasa en la contemplación a favor de un agente externo; puede ser determinante en los momentos de crisis, donde por lo general se diluía.

Es cierto, podemos señalar la ahora polémica secuencia con Jabba, donde es mostrada como esclava en un bikini dorado; sin embargo, si vamos más allá de eso, vemos que simple y sencillamente está esperando un momento para actuar, pues es ella misma quien, literalmente, se libra de sus cadenas y las usa en contra de su captor; de hecho, fue la propia Carrie Fisher la que señaló ese hecho, cuando se le cuestionaba acerca del atuendo (mismo que, contrario a lo que se nos quiere hacer creer, le gustaba mucho).

Así, el camino de la Princesa Leia la aleja de todos los vicios que inundaban a las, supuestas, figuras heoricas femeninas de la época; situándola en un punto privilegiado, sentando las bases de lo que serían las siguientes protagonistas de la saga; así es, Amidala, Jyn, Ahsoka y la absurdamente perfecta Rey, beben del legado dejado por la gran regente de Alderaan. Algo que no se ha podido replicar con los protagonistas masculinos posteriores, quienes han quedado muy a la saga de la imagen de Luke y Han.

Hace unos días mencionamos que la gran figura heorica femenina de la modernidad es la Mujer Maravilla (otra princesa, curiosamente); ahora tenemos que hacer una acotación, pues si bien su lugar es inamovible, es seguida muy de cerca por esa joven de una galaxia muy, muy lejana.