Si eres de los que cree que por estar ocupado todo el tiempo no procrastina, o de los que pospone ciertas cosas para “más tarde” y ese “más tarde” nunca llega, déjanos decirte que la realidad es que estás posponiendo tu productividad.

Los procrastinadores buscan activamente las distracciones,  y la forma más común y eficaz de posponer las cosas es a través del “ajetreo” o sea, perder el tiempo en algunas cosas y alejarse del esfuerzo que implique alguna tarea necesaria, engañandose a sí mismos - y a los demás - con la idea de que siempre están tan ocupados como para hacer una tarea específica.

La dilación es un comportamiento aprendido que poco tiene que ver con la gestión del tiempo o de la planificación. Se trata de autodisciplina y control de los impulsos, y mientras se aprende a regular el comportamiento, puede ser difícil…

En primer lugar, debes reconocer cuando estás poniendo pretextos o excusas para no hacer algo.  Para la mayoría de los indecisos habituales, esto es un hábito. Es probable que comiences el día con las mejores intenciones, pero antes de que te des cuenta, tus otras “ocupaciones” ya hicieron que el día pasara y no hicieras nada.

En segundo lugar, debes establecer hábitos que aborden tu dilación o sea, la construcción de un hábito es simplemente el aprovechamiento de un impulso. Para que los nuevos hábitos se peguen, debes crear un desencadenante claro y hacer que este comportamiento sea frecuente y funcione.  Si el comportamiento requiere un alto grado de intencionalidad o esfuerzo, entonces no es un hábito.