En estos días donde los mexicanos celebramos el Día de Muertos y rendimos homenaje a los que ya no están, es importante tener en cuenta algunos aspectos para superar un duelo y vivir el proceso de la mejor manera; ya que el no hacerlo, podría derivar en una cuestión patológica que trae depresión, ansiedad e incluso suicidio.

Según los expertos, el 5 por ciento de las familias pierden un ser querido al año; cuyos procesos de duelo, derivan en un 10 por ciento en cuestiones patológicas; sobre todo cuando se pierde un hijo o un padre/madre a edad temprana.

El duelo es un proceso de adaptación ante una pérdida; puede tener una duración entre 6 y 12 meses en los que el afectado, pasa por diversas circunstancias que pueden incluso afectar su funcionalidad en la vida diaria y desde luego, su estado de ánimo. Si el doliente no se apoya de familia, amigos y especialistas, esta situación provoca que el doliente se estanque y jamás supere la falta del fallecido.

Según reportes del INEGI, este año se han registrado poco más de 633 mil 641 defunciones, por lo que la atención psicológica de los dolientes debe de ser más allá de un apoyo, una cuestión de salud.

Las fases de duelo se llevan de la siguiente manera:

1. Negación

Ante la noticia del fallecimiento de un ser querido muchas veces la primera reacción es el desconcierto y la negación. La persona se muestra incrédula hacia el evento pensando que se trata de un sueño o que tal vez hayan confundido al difunto con otra persona. Esta fase tiene como función paliar el dolor, pero con el tiempo, la realidad se impone y la negación se vuelve imposible.

2. Depresión

En esta fase la persona ya no puede negar el evento. Predominan reacciones que se asemejan a los síntomas de un episodio depresivo, como pérdida del interés, tristeza y llanto. Pueden aparecer sentimientos de culpa relacionados con la creencia de que no se hizo nada para impedir el fallecimiento del ser querido, que no se le dieron los cuidados suficientes, o que la propia actitud hacia el difunto no fue la mejor.

Los sentimientos de impotencia ante una realidad que no se puede revertir es común, así como la ansiedad, en especial cuando existía una dependencia hacia el difunto, ira hacia los familiares por no haber impedido el suceso e incluso enojo hacia el difunto por haberse ido.

Durante esta fase la persona puede tener dificultades para tomar decisiones, trabajar o realizar sus tareas cotidianas. La visión a futuro se acorta.

3. Aceptación

Es la fase final, donde el doliente acepta que su ser querido se ha ido y no volverá. Los sentimientos de depresión disminuyen y la persona recupera paulatinamente su nivel de funcionalidad.

Entre los factores de riesgo que se presentan ante un duelo patológico, se encuentra el estancamiento del doliente en la fase de negación. Quien puede insistir que el familiar fallecido sigue con vida y evitar la conciencia de pérdida con acciones que aún indican que el difunto sigue presente en el entorno como ponerle su lugar en la mesa, llamarle por teléfono sin respuesta alguna, conservar sus pertenencias de manera intacta y demás. Pero eso no es todo, aquella persona que cae en este tipo de duelo, puede incluso adoptar el estilo de vida de la persona dejando de lado el propio, comportarse, vestirse y hablar como ella, e incluso creer que morirá por la misma causa.

Si el duelo patológico no se trata a tiempo, el doliente puede caer en una severa depresión que de manera crónica, lo llevará al aislamiento. Otras consecuencias pueden ser la aparición de síntomas psicosomáticos, un trastorno de estrés postraumático, el consumo excesivo de sustancias, o incluso, el suicidio.

Otra de las variables dentro de este proceso es la edad a la que falleció el difunto; o bien, la forma en la que murió (si fue bajo una circunstancia violenta, muerte natural o bien, enfermedad. Cuando el difunto fallece por enfermedad, el doliente puede que desarrolle con más facilidad en un duelo patológico.

Aunque no lo creas, según los expertos, el hecho de ver el cadáver del difunto en el ataúd ayuda a aceptar la ausencia y comprender que esa persona ya no estará más con nosotros. Sin embargo, aquellas personas con trastornos psiquiátricos tienen mayor dificultad para sobreponerse al duelo, en especial cuando presentan un diagnóstico de depresión.

Si perdiste a un ser querido, te recomendamos:

1.  Desempeñes tus actividades normalmente: Es probable que te cueste trabajo al principio, pero te ayudará a enfocar tus pensamientos y emociones en otros puntos.

2.  Expreses tus sentimientos con alguien: Te permitirá aclarar tus pensamientos y emociones, y reducirá el riesgo de un duelo patológico.

3.  Recuerdes que estás pasando por un proceso normal: No hay nadie que pueda superar la muerte de un ser querido sin pasar por un duelo.

4.  Si éste se prolonga, busca ayuda profesional: Acude con un psicólogo o terapeuta para que te ayude a lidiar con el proceso.