Llega un punto en la vida en el que ir de antro se vuelve tan aburrido, que te das cuenta de que las personas que te rodean podrían ser tus hijos y su comportamiento te comienza a parecer inapropiado. Además, los precios de las bebidas se te hacen exagerados y piensas en tu renta, en las mensualidades de tu tarjeta o en otros compromisos financieros que valen más la pena que una cerveza de 80 pesos. Felicidades, eres un chavo ruco.

Si crees que a tu edad ya no estás para esas andadas y prefieres unas chelas en casa acompañado de tus amigos que un antro ruidoso y lleno de chamaquitos, seguro te identificas con los siguientes 13 puntos:

1. Ya no toleras a tanta gente borracha, sólo a los que son tus amigos.

2. Odias a todos los cadeneros y al personal de la entrada ¿Por qué actúan como agentes del FBI? Solías respetarlos y poner en tu mejor cara cuando decías ?Somos 10?

3. No te gusta tener planes. De solo saber que tendrás que ir al antro en la noche, te hace sentir cansado y molesto. Tus fines de semana son más para dormir, comer, lavar y tal vez echarte unas chelas viendo tu serie favorita o disfrutando a tu pareja.

4. La música fuerte te fastidia. Odias gritar y sientes que la música taladra tu cabeza cada segundo.

5. Si no estás en lista de invitados o lista VIP, simplemente ya no vas? Odias estar esperando en una fila hasta que al cadenero se le dé la gana dejarte entrar.

6. Los precios. Como ya lo mencionamos, lo que pagas por un whiskey en un antro te alcanza para un vinito y un queso o bien, para un 12 de chelas?

7. Estás demasiado ocupado como para tener cruda. Necesitas embriagarte para tolerar el antro pero no lo haces ya que eres todo un un adulto con miles de cosas que hacer al día siguiente y no puede prescindir de seis horas para rodar en la cama comiendo cosas grasosas para sentirse mejor.

8. Todo lo que ves te hace sentir viejo. La música, los movimientos de baile extremos, los selfies, los trajes.

9. Prefieres tiempo de calidad con tus amigos que una noche escandalosa rodeada de chamacos. Cuando creces prefieres platicar con tus cuates tranquilamente en un bar o una casa que gritar para ser escuchado, despertar con dolor de cabeza.

10. Los viernes son sagrados. El poco tiempo del viernes lo dedicas a ir a un bar, echarte unos tragos y prepararte para el fin de semana que por lo general, incluye compromisos con tus cuates los casados, los comprometidos o los que tienen hijos.

11. ¿Cómo se baila? ¿Dónde deben ir las manos? ¿Esto es música? Además, se te ocurrió llevar zapatos poco cómodos y los pies todavía duelen.

12. ¿Qué se come después del antro que no tenga 3 mil calorías? Sí, llega un punto en el que te preocupa qué comerás para no engordar y esos deliciosos jochos de la esquina pasan a ser un bonito recuerdo de juventud.