Tijuana, Baja California.- El Bordo es un lugar a escasos metros de la línea fronteriza entre México y los Estados Unidos, un canal seco del río Tijuana donde habitan alrededor de mil 200 personas entre migrantes deportados, indigentes y adictos.

Las viviendas se llaman "ñongos" y han sido fabricadas de los desechos, la principal ocupación de la población es ser limpia parabrisas, recicladores de basura o dedicarse a la albañilería, curiosamente, 52 por ciento de estos hablan inglés.

De acuerdo con un estudio de las investigadoras Laura Velasco y Sandra Albicker del Colegio de la Frontera Norte, 34 por ciento de los pobladores estudió la primaria y secundaria, 24 por ciento la preparatoria, 3 por ciento la universidad y 6 por ciento hablan una lengua indígena.

La población se compone de 96 por ciento de hombres, de los cuales, el 72 por ciento carece de documentos de identidad y el 69 por ciento es adicto a alguna sustancia, además 93 por ciento han sido detenidos en alguna ocasión debido a carencia de documentos, vagar por la ciudad, o bien aspecto y vestimenta.

La mayoría le teme a la policía, porque les plantan droga o los confinan a El Bordo, a pesar de esto, los habitantes no quieren marcharse del lugar, algunos porque esperan poder cruzar a Estados Unidos, una vez más.

Quienes no trabajan o no les alcanza viven de la solidaridad de las personas o del desayunador del padre Chava, gracias a su apoyo, alguno que otro logra salir, tal es el caso de Ignacio David Esposo, quien imparte pláticas a los que viven en el río Tijuana, vive de dos trabajos y paga un departamento.

El sacerdote Óscar Torres Hernández, director del centro comunitario, reconoce que la población de El Bordo sabe que no pueden estar ahí, pues es zona federal, sin embargo, no disponen de otro "hogar" y solicitó a las autoridades que respeten los derechos humanos de los pobladores.

Con información de Milenio