En México circulan en promedio 120 mil unidades de carga con modelos de más de 25 años de antigüedad.

El hecho de que el parque vehicular de un sector económico tan importante como lo es el transporte de carga, que moviliza anualmente un promedio de 600 millones de toneladas, y activa más de 71 actividades económicas, generando más de 4 millones de empleos directos e indirectos, esté envejecido, no es más que el resultado de las pésimas políticas económicas que solo favorecen a los monopolios. 

Del 2006 a la fecha, el costo de los fletes se ha incrementado un 30% en el mejor de los casos. El costo del diesel el 1 de diciembre del 2006 era de 5.70 pesos y en la actualidad su costo es de 14.20 pesos, un 249% más.

A estos adversos números, hay que sumarle el altísimo costo de los peajes para transitar por autopistas de cuota (en pésimas condiciones) y que de 2006 a la fecha se han incrementado un 120% aproximadamente. 

Un ejemplo importante: En el tramo Chihuahua - Ciudad Juárez, hay una caseta de cuota que para un tráiler sencillo, de 5 ejes cuesta 618 pesos en un tramo de 86.7 kilómetros, y es obligatoria para los transportistas. En ese tramo, como en algunos otros, el transportista recorre esos kilómetros en ¡números rojos!

 Decía un transportista haciendo alusión a una chirigota: ?Como dijo la gallina o nos hacen más chico el huevo, o más grande el culo?. 

Lo cierto es que los pequeños transportistas están condenados a desaparecer de persistir estas políticas irresponsables. 

Los grandes del transporte en México, pueden circular con una utilidad mínima, aun así ¡siguen ganando! 

El programa de Chatarrización es en favor del flotillero que busca recuperar la mayor cantidad de dinero posible al vender sus unidades seminuevas, a un alto costo para renovar sus equipos último modelo. Mientras tanto el hombre camión o pequeño transportista tendrá que recurrir obligatoriamente a las tiránicas prácticas de financiamiento que tememos actualmente.

El hombre camión, o pequeño empresario del transporte en México, ante tal panorama ha tomado medidas actualizado sus equipos viejos, cambiando tren motriz, suspensión (aire), motores (electrónicos de baja emisión de contaminantes) y cabinas modernas (ergonomicas) con refacciones importadas usadas desde EU y a esa técnica le llaman ?repotenciar? las unidades. 

Otros pequeños transportistas, han importado unidades de modelos hasta el 2007 con las especificaciones que rigen en la NOM (Norma Oficial Mexicana) para su operación en el SPF (Servicio Público Federal) ante la SCT (Secretaríua de Comunicaciones y Transportes). 

A pesar de estas acciones tomadas por los transportistas, empresas armadoras de autos en México como la GM (General Motors) están exigiendo unidades, tracto-camión y remolques, de modelos ¡2010 como mínimo! Esto, para que puedan prestar los servicios de transportación que ellos requieren. Absurdo diría yo para un país con una situación económica tan difícil, y el sector del autotransporte de carga en nuestro país, no es la excepción.   

Este medular sector de la economía, no tiene representación digna en las cámaras legislativas. Están sí, pero quienes desde su curul de diputado, protegen sus intereses como poderosos empresarios del transporte. 

Insisto, este estructural sector de la economía, está en total indefensión, ante las exigentes e injustas demandas de las transnacionales automotrices. 

¿Y qué hacen las agrupaciones nacionales como Canacar (Cámara Nacional de Autotransporte de Carga) Conatram (confederación nacional de transportistas mexicanos) y Amotac (Alianza Mexicana de Organizaciones de Transportistas, A.C)? Pues hacerles gordo el caldo a políticos que necesitan jalar reflectores y votos en tiempos electorales. Hay mucho por hacer en estas agrupaciones. Hay que refrescar sangre;  los liderazgos permanentes enquistados no dan oportunidad al beneficio colectivo de tales organizaciones. Sus movilizaciones resultan estériles. Los tenues logros no permean a la mayoría.  

Sería una brutalidad pasar una iniciativa que obligara renovar unidades ante la deplorables condiciones económicas de los transportistas. 

Se deben tomar cartas en el asunto con carácter de urgencia y no aprovecharse de la situación para llevar agua a sus molinos en estos tiempos electorales. 

 

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