El conflicto que prevalece en Tabasco entre policías y autoridades ha dejado ver fundamentalmente lo que era un secreto a voces: que Andrés Manuel López Obrador es quien manda en el estado y que nada se mueve si no es por su voluntad.

No se podría explicar de otra manera cómo es que el gobernador, Arturo Núñez, se ha aferrado a sostener en el cargo al ex jefe de escoltas de López Obrador, el hasta hoy titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Audomaro Martínez Zapata.

Sólo así se dimensiona cómo es que Núñez ha antepuesto la seguridad de los tabasqueños, particularmente de quienes viven en la capital Villahermosa, a costa de la permanencia de un funcionario público que ya ha quedado demostrado su enriquecimiento y el salario de 215 mil pesos mensuales que percibe como secretario de la SSP, muy por arriba de lo que gana el presidente de la república.

El mandatario local incluso ha preferido que la ciudad quede a merced del hampa a pesar de la presencia de las

 

fuerzas armadas y la policía federal, quienes a diario  patrullan la ciudad desde que inició el conflicto, aunque con mínimos resultados debido a que los secuestros se han incrementado y la delincuencia hace de las suyas en casas y comercio ante la ausencia de policías en las calles.

En ocho días de protesta de más de 7 mil policías, y a los que también se han sumado bomberos, agentes de tránsito y ministeriales, ha quedado también al descubierto el pírrico salario de 2 mil 951 pesos quincenales que perciben los gendarmes aun y con todo el riesgo que represente este tipo de trabajo en una entidad marcada por los altos índices de secuestro y de ilícitos marcados por la delincuencia organizada.

A Núñez no sólo no le ha importado que la ciudad se quede sin policías, sino que también prive la inseguridad en la máxima fiesta de los tabasqueños, la feria Tabasco 2014,  un lugar al que cada año acuden cientos de familias a divertirse.

Como se ve el gobernador le está apostando a todo con tal de evitar la remoción de su jefe policiaco sobre quien pesan acusaciones que van desde abuso sexual, alcoholismo, abuso de poder, y de enriquecimiento a costa del erario.

 

Por eso no han prosperado las negociaciones entre ambas partes, debido a que la renuncia del general retirado no está sujeta a los acuerdos que se pretenden alcanzar  en una mesa de diálogo que se instaló este fin de semana y que no ha tenido ningún éxito.

Así que se espera una semana más de incertidumbre no sólo para los policías que tienen paradas las labores, sino porque trastoca la vida social, económica y laboral, el turismo, el comercio y las actividades diarias de casi un millón de villahermosinos.

Un conflicto que se salió de las manos y que ahora no saben cómo solucionarlo, al menos,  mientras el señor López no diga lo contrario.