La sangría se utilizó como un procedimiento que extraía sangre del paciente para el tratamiento de dolencias. Fue de uso frecuente hasta finales del siglo XIX. Una derivación perversa de esta técnica terapéutica se usó también con propósitos de tortura por medio de un proceso de incisiones en partes del cuerpo, ayudando a aumentar la hemorragia en los cortes con ayuda de ácidos o vinagre. La víctima acaba desangrándose o ahogándose en su propia sangre, en caso de que los cortes fueran en el interior de la boca o sus alrededores.

En política, se utiliza el concepto de sangría para describir purgas y revanchas entre viej@s compañer@s de lucha, que inmersos en una profunda división prefieren dinamitar sus opciones en el largo plazo con tal de conservar privilegios burocráticos.

En 2012, a pesar de los peores presagios, el PRD y sus aliados obtuvieron un sólido segundo lugar en la elección presidencial, manteniendo la jefatura de Gobierno del DF y consolidando su presencia en el Senado y la Cámara de Diputados. De la mano de López Obrador, la izquierda parecía recuperarse del trauma de 2006 y posicionarse como una opción política vigorosa.

Sin embargo, la aparente unidad entre Los Chuchos, los fieles a AMLO agrupados en Morena y la corriente de René Bejarano demostró que lo que los mantenía cohesionados eran los intereses y las candidaturas, y que conservar sumatrimonio por conveniencia era ya imposible.

Repartido el botín político, AMLO anunció su salida del PRD para transformar a Morena en partido con el propósito expreso de convertirlo en la ?verdadera oposición? del país. Esto aceleró la salida de dirigentes y militantes.

De manera constante han venido abandonando las filas del sol azteca: Alfonso Ramírez Cuéllar, Martí Batres,Cuauhtémoc Cárdenas, Tomás Torres, Víctor Hugo Círigo, René Arce, Ruth Zavaleta, Ricardo Monreal y los senadores Rabindranath Salazar, Adán Augusto López yMario Delgado. Se espera una desbandada mayor que encabezará Alejandro Encinas, exjefe de Gobierno del DF.

Aparejada a esta diáspora, la nueva dirigencia de Carlos Navarrete no ha tenido un respiro desde el inicio de su gestión, que ha sido acompañada por una crónica mediática, que ha consignado con base en hechos concretos, escándalos mayúsculos como la conducta criminal de José Luis Abarca y su esposa, sumada a la ?camioneta prestada? del delegado perredista de Iztapalapa, el involucramiento con el narco de un presidente municipal precandidato a la gubernatura de San Luis Potosí y el enriquecimiento ilícito de un alcalde en Michoacán.

Los medios de comunicación han cumplido con informar sobre estos hechos, provocando una reacción desproporcionada por los antecesores de Navarrete,quienes han optado por ?satanizar? a periodistas comoJoaquín López-Dóriga, en una estrategia acompañada despots televisivos, sentando un precedente peligroso al involucrar a particulares en un debate de carácter político que debería circunscribirse a candidatos y partidos.

Los periodistas que han ejercido su libertad de expresión, narrando la crisis que vive el PRD, experimentan ahora una sobrereacción de Los Chuchos quienes ?disparan? al mensajero en lugar de entender el mensaje: los problemas que vive su partido no los causan los periodistas, son producto de malas decisiones del pasado y de una ruptura que no se quiso o supo contener.

BALANCE

Como ha dicho el senador Miguel Barbosa, con un sentido autocrítico que debe ser apreciado en estos momentos de purga, es necesario reconocer la profunda crisis interna y aceptar: ?Que el partido está controlado por corrientes que han diseñado un modelo absolutamente clientelar?.

La sangría de militantes continuará potenciando con ello el crecimiento de Morena. Recuperar el sentido incluyente que unificó a la izquierda en torno al PRD hace 25 años debería ser el objetivo para Carlos Navarrete. Insistir en que la sangría política es un buen método terapéutico para ?limpiar? la casa, puede llegar al absurdo de ocasionarle al ?paciente? su deceso en las urnas.

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