El aparato de Estado, es decir los que sirven a las funciones del Estado de manera formal e informal se alinearon como siempre, solo que en esta ocasión a una velocidad inaudita; la forma de trabajar de estos equipos multifacéticos es siempre la misma, parece que responden a un estilo, a ciertas indicaciones, a un patrón de conducta predeterminado, para las personas que seguimos de cerca monitoreando prensa, radio y televisión no es difícil conocer los modos de actuar. Al término del período de precampañas las preocupaciones principales eran dos: La pérdida de puntos del candidato José Antonio Meade y   el incremento de puntos de Ricardo Anaya, incremento lento pero consistente.

Ni qué decir del lugar muy alto de Andrés Manuel López Obrador, algunos lo sitúan con 28, 37 o 46 puntos de tope, siempre por encima de diez puntos del segundo lugar.

Para el candidato del PRI-PVEM-Panal la situación estaba en desventaja absoluta, solo alineando al aparato de Estado en la dirección adecuada podría entrar a ser competitivo contra el primer candidato líder de las encuestas, habría que -primero- desbancar al segundo lugar y posicionarse en ese lugar, de ahí seguir avanzando.  El escenario y las estrategias son siempre las mismas que se han utilizado en las últimas cinco elecciones presidenciales, tan bien ensayadas están que son fácilmente descriptibles, caen en la obviedad. Utilizar el aparato de “inteligencia” y espionaje, procuración de justicia y promoción mediática parece ser suficiente para dinamitar la candidatura de Ricardo Anaya.

En la búsqueda de afectados por el fenómeno Anaya se encontrarían varios aliados en el camino, como fue, y como lo es evidente este camino ya recorrido parece que está muy desgastado; muy conocido por el respetable ciudadano común que ya no cree tan fácilmente los estratagemas del equipo gobernante.

Las acusaciones, señalamientos, reproducción de videos familiares de bodas de hace 13 años y el enconado señalamiento de ciertos periodistas, reforzado todo por un aparato de procuración de justicia a conveniencia del poder si no logran su cometido caen en un gravísimo error de irreparable forma.

El acecho directo contra el candidato de la alianza PAN-PRD-MC Ricardo Anaya si no logra prender, como no prendió la campaña de Meade, será la terminación de una triste candidatura fracasada desde el inicio. Se hará salir de la competencia al candidato Meade para darse ahora sí una sola competencia entre AMLO y Anaya. Todo lo que no debilite a Anaya, en este momento, lo fortalecerá.

Por si lo anterior fuera poco, los errores que diario se van sumando, también tiene beneficiarios y damnificados inmediatos en esta competencia electoral. Por ejemplo, el affaire Donald Trump-EPN-Luis Videgaray-Jared Kushner reciente nos trae a la memoria el penoso incidente de la visita de Trump como candidato al Presidente Enrique Peña Nieto cuando Videgaray era Secretario de Hacienda y Trump no fue muy cordial. En este segundo caso si el encuentro se hubiera dado también habría   consecuencias. Hoy las reacciones a la llamada telefónica de cincuenta minutos y el exabrupto que produjeron a Donald Trump aún no reflejan las consecuencias, solo esperemos cuando el presidente de Estados Unidos visite la frontera para escoger el prototipo de muro dentro de una muestra.

En otro de los escenarios; la Estafa Maestra y el papel de Rosario Robles sin aclarar y solo parcialmente puesto de lado por los medios está jugando en la ecuación.

Ricardo Anaya hasta ahora ha capitalizado bien su exposición en los medios y solo puede haber una explicación; el joven Anaya ha aprendido muy bien de sus experiencias previas y de la historia reciente, cuenta con pocos pero buenos asesores y en toda la ecuación lleva todas las de ganar. Incluso perdiendo gana.

Mientras que el reflejo de las críticas incisivas, las denostaciones, la guerra de lodo y estiércol, el argumentado comportamiento del aparato de Estado, Presidente, PGR, PRI, medios afines, etcétera; como lo dije en un principio es el guión demasiado bien montado que no deja dudas. Es el reflejo de los preocupados que están los autores por el descalabro de la campaña de José Antonio Meade. Aquí la guerra es a muerte, solo uno saldrá vivo.

El que quede vivo para fines de marzo habrá de enfrentarse con un candidato que ha pasado y superado todas esas pruebas ácidas, que cada vez que lo atacan sube, cada vez que lo vituperan sube, cada vez que lo calumnian sube. Y ya sabemos quién.