México arrastra desde hace más de 30 años una serie de crisis cíclicas que vulneran su desarrollo, muchas de ellas relacionadas con los cambios sexenales, calamidades políticas o económicas, a veces también combinadas, de las cuales se repone sólo para, años después, caer de nuevo, hoy, como en 1994, el país afronta una crisis mayúscula, pues contiene elementos políticos, económicos y sociales, pero con un toque de sabor criminal y no al inicio de un sexenio.

Si el gobierno y los tres principales partidos apostaron a la sobrevivencia de nuestra democracia a partir de un acuerdo como lo fue el Pacto por México, en el que creí y defendí a capa y espada,  y éste les estalló hasta fracturarlos internamente, cuando menos al PAN y al PRD así les sucedió, enfrentándolos de nueva cuenta y con más ahínco, porque no terminan de entender que discrepar se vale, entonces ¿cuál es el esquema de Gobierno más conveniente para México?

En enero de 2013, en pleno auge del pacto, me di a la tarea de soñar y de escribir sobre los retos de un ?Gobierno de Coalición? y si era con el Pacto por México que iniciaría la era de ese tipo de gobiernos, pues el Compromiso 87, aunque ya nadie lo recuerde, decía así:

Se impulsará una reforma constitucional para otorgarle al Presidente la facultad constitucional de optar entre gobernar con minoría política o gobernar a través de una coalición legislativa y de gobierno. En este caso, el Presidente y su partido construirán un acuerdo con una o varias de las fuerzas opositoras en el Congreso para conformar una mayoría estable para que ratifique lo siguiente:

1. Un programa de gobierno que garantice su ejecución integral o los puntos coincidentes que hayan acordado las fuerzas políticas coaligadas.

2. Una agenda legislativa que se convierta en preferente por la fuerza mayoritaria de la coalición legislativa y en soporte del programa de gobierno.

3. Un gabinete de coalición ejecutor del programa de gobierno.

Hoy, poco más de dos años después, veo, con enorme tristeza, un gobierno asfixiado desde dentro y desde fuera por todos los intereses trastocados con las reformas que constituyeron el eje del proyecto de gobierno, entrampado por sus propios errores e intereses particulares, desprovisto del apoyo de las dirigencias de los partidos de oposición con las que originalmente pactó, y, aunque de manera fortuita, con la situación económica mundial también en su contra, sin embargo y bajo protesta, el presidente de la república está obligado a privilegiar su condición de jefe de Estado por encima de cualquier otro interés, particular o de grupo, para sacar a flote a la nación, así sea en una situación aún más adversa a la actual.

Por lo pronto, las acciones y medidas adoptadas ante las distintas crisis (no estamos viviendo una sola crisis) no arrojan el resultado previsto por el gobierno, mucho menos por la población; los sectores más activos de la sociedad, del lado del capital, están radicalizando su postura en defensa de sus privilegios y cotos de poder, tanto, que recae sobre algunos de ellos la sospecha y los activistas de la sociedad civil organizada, empeñados en establecer precedentes nunca antes vistos, se advierten desarticulados pero en pie de lucha, desde el asunto de Ayotzinapa hasta Medina Mora, pasando por la ?casa blanca? y Arely Gómez; y para colmo de males, iniciamos el proceso de una elección federal acompañada de diecisiete procesos estatales, nueve de ellos incluyen la gubernatura, bajo  la jurisdicción de un INE, de reciente creación y que no ha podido poner en su lugar ni a un extralimitado Partido Verde, que esta en franca campaña con sus cine minutos.

De la presión del tiempo, mejor ni hablemos, estamos apenas al termino del primer tercio del sexenio, poco menos de cuatro años le quedan a la actual administración y, de seguir por donde va, es de pronóstico reservado y nebuloso como concluya.

En México, está demostrado a plenitud que las reformas ensayadas, e implementadas siempre a medias, a lo largo de los últimos 30 años han sido insuficientes para emparejar el terreno en el campo de la competencia política y económica, peor aún, en el de la igualdad social.

Gobiernos van, gobiernos vienen, el PRI se fue y 12 años (en los que ocupó el PAN el cargo) después regresó, dentro de unos meses se habrán cumplido 39 años de la primera barda que pinté, nunca me había emocionado tanto un proyecto de nación como el que soñé con el Pacto por México, desgraciadamente, se quedó solo en eso, en un sueño, mío y guajiro, del cual hoy, ya desperté y honestamente, no veo claro.

Lic. Rafael Zaga   @razagave