AMLO, con H mayúscula para la Historia

Andrés Manuel López Obrador, sin duda un personaje ya inscrito con tinta indeleble para la posteridad, para la Historia, esa con "H" mayúscula, de nuestro país, acaso también del subconsciente. Su más marcada característica y también enorme mérito, es haber construido su carrera política contra viento y marea, a la postre haber triunfado electoralmente, ya que contrario a lo que se dice, de 'el Presidente con más poder acumulado en su persona en décadas' no puede estar más lejano de la realidad, ya que se enfrenta a diario a inmensos poderes fácticos, sobre todo al del dinero, de ahí que no sea casualidad que la esencia primera de la cuarta transformación sea el empezar a ir separando al poder político del económico; el someter al Estado mexicano a una terapia de choque para revertir su proceso de languidecimiento que pretendía conducirlo a unas circunstancias no tan lejanas a su desaparición.

Un Estado al servicio de unas élites empeñadas en transferir las rentas nacionales a manos privadas, en el menos peor de los casos a consorcios nacionales, cuándo no extranjeros; baste el ejemplo del hecho que, en pocos años, se entregó el 60% del territorio nacional a empresas privadas mineras. Ya por no citar al sector energético.

Hay un dicho que no recuerdo dónde leí, ni tampoco su autor, y es el que reza: "pez que nada contra la corriente muere electrocutado", y es ahí dónde Andrés Manuel ha tenido que caminar en la cuerda floja que supone la (ni tan) delgada línea del 'outsider' con la política más tradicional, y es ahí dónde su mérito es el no haber muerto electrocutado, el de no pasar a la Historia cómo aquellos viejos panistas, ingenuos, mochos y de clase acomodada, mismos a los que despectivamente llamó el Presidente Ruiz Cortines "los místicos del voto", es decir, una oposición cercana a lo inútil, sin aportar otra cosa que no fuera el fungir cómo un ente meramente testimonial, cuándo no con el papel involuntario e indigno de tontos útiles al régimen, ya que lo revestián de cierto barniz democrático; así el PRI viejo no podía, en sentido estricto, denominarse 'partido único', cómo en Cuba, por ejemplo.

Es en el último párrafo dónde entra una máxima del viejo sabio del antiguo régimen priista, Don Jesús Reyes Héroes, que afirmaba que la política es un burdel, y es imposible salir puro y casto de el. De ahí que, aunado a lo tan poco limpio de la política mexicana, máxime a partir de la primera alternancia (1997) Andrés Manuel tuvo que jugar, no tan pocas veces, en cancha de sus adversarios y/o opositores, si no hubiera sido así, López Obrador no llega a la presidencia nunca. 

De ahí las imágenes de su hermano, Pío López Obrador, recibiendo dinero; Andrés Manuel nunca había tenido el apoyo para sus campañas de gobernadores, a no se de los Jefes de Gobierno de la CDMX, a diferencia de Enrique Peña Nieto, que sin más rodeos fué ungido a la presidencia por el llamado "cártel de gobernadores", mismo al que él perteneció, y que desviaron miles de millones de pesos de sus entidades para tal fin, con obviamente la ayuda de los grandes medios de comunicación dispuestos a cualquier bajeza.

Cómo la encuesta con más veneno en la historia de este país, la de MILENIO/GEA/ISA, que a diario presentaba Ciro Gómez Leyva en horario estelar, con una insoportable sonrisa entre cínica y burlona; lo que vino después, su supuesta indignada renuncia, bien pudo haber sido algo premeditado entre los medios electrónicos: pasar de Milenio a Radio/Teleformula y a Grupo Imagen, sin ver mermadas sus percepciones económicas, ni tampoco sus espacios estelares.

López Obrador, pues, aplica su sabía sentencia de "tan idealistas cómo sea posible; tan pragmáticos cómo sea necesario", todo en aras de volver a encarrilar al país en un proyecto de Nación claro, al cuál se le ha devuelto, proviencialmente, su brújula.