El 29 de enero pasará a ser una fecha histórica. Ese día el Presidente Enrique Peña Nieto promulgó la reforma constitucional, con la cual se reconoce a la Ciudad de México como una entidad federativa más. Con ello la Ciudad tendrá autonomía plena en todo lo concerniente a su régimen interior y a su organización política y administrativa. En el corto plazo el INE emitirá una convocatoria para elegir una Asamblea Constituyente, la cual deberá discutir y aprobar una nueva Constitución para esta ciudad.

A mi parecer el desafío y el tema más relevante será traducir este nuevo diseño institucional en beneficios concretos para las y los ciudadanos de a pie. Debemos preguntarnos y resolver cómo podemos elevar la calidad del gobierno y cómo podemos mejorar la eficiencia de las políticas públicas.

No existen varitas mágicas. Sin embargo, dos ejes rectores que deberán ser transversales a todo el proceso, y a la Constitución que finalmente adoptemos, deberán ser la transparencia y la igualdad de género.

¿Transparencia para qué? En principio para desterrar la corrupción, para evitar que la opacidad permita la complicidad y el favoritismo al interior del gobierno. Debemos de asegurarnos de colocar al ciudadano y el interés público como el foco de atención de los informes y la disponibilidad de la información pública. Con información expedita, de calidad y en lenguaje ciudadano debemos establecer un verdadero sistema de rendición de cuentas.

¿Para qué igualdad de género? Para atender de verdad los múltiples rezagos que enfrentan las mujeres en el país y en la ciudad de México. De acuerdo con cifras del INEGI, en el país 45% de las mujeres han sufrido algún episodio de maltrato o agresión en el transcurso de su vida conyugal; estamos hablando de más de 11 millones de mexicanas. Además, 32% han padecido denigración, marginación o exclusión en el ámbito público; en el DF esta última cifra es de 50%.

En el país, uno de cada cinco hogares es comandado por una mujer. En el DF uno de cada cuatro. Son madres solteras, que sacan a adelante solas a las familias de la Ciudad de México.

Ningún estado de la república ha tenido esta oportunidad, que hoy tenemos en el Distrito Federal, de redactar su constitución en un contexto de reconocimiento y con el propósito de garantizar los derechos que las mujeres hemos ganado con base a mucho esfuerzo.

Por eso creo que es importante que se garantice la paridad en la Asamblea Constitutiva, en concordancia con lo establecido en al Artículo 41 de la Constitución. Es decir, que las listas presentadas por los partidos vengan hombre-mujer-hombre-mujer y que las propuestas que hagan los ejecutivos federal y local, así como las Cámara del Congreso de la Unión, por lo que respecta a los Constituyentes nombrados, también tengan paridad de género.

Un segundo paso es pronunciarnos y llevar a cabo las acciones necesarias para que la Constitución venga en su totalidad y en todos sus capítulos con perspectiva de género; y que podamos reconocer y defender los derechos ganados en la Ciudad de México por las mujeres.

Todo ello por un sentido de justicia social, de reconocimiento al papel que desempeñan las mujeres en la economía y en nuestros hogares, para atender y resolver las injustica que padecen día a día. No podemos quitarle y negarle a la mujer el derecho a su futuro y prosperidad. Tenemos la oportunidad de que la Constitución de la ciudad de México no sea sólo un nuevo reparto del poder; sino que en verdad se traduzca en políticas públicas más transparentes, eficientes y viables para resolver los problemas más apremiantes de esta bella ciudad.