Una de las críticas más frecuentes en contra de la política y los políticos es que trabajan sin atender y entender a los ciudadanos; que durante el proceso electoral recorren las calles o emprenden campañas mediáticas para después olvidarse de las personas que les dieron su voto y sus problemas cotidianos. En contraparte, principalmente desde el ámbito académico, algunas voces sostienen que los legisladores representan a la nación, a sus distritos o a las entidades federativas y que sus funciones no incluyen gestionar las demandas específicas de sus electores.

Frente a ello, en la práctica cotidiana, las facultades legales y la actividad de los diputados se desarrollan en torno a los siguientes ejes principales: representación democrática, para agregar los intereses ciudadanos a la agenda política; revisión y actualización de las leyes; aprobación del Presupuesto público; nombramiento de funcionarios, como parte del sistema de equilibrio de poderes; revisión y control del Ejecutivo; así como coordinar y dirigir un módulo de atención, orientación y quejas ciudadanas.

En mi opinión, el trabajo de un legislador no podría entenderse sin la retroalimentación entre estas obligaciones. En particular, a través de los módulos de atención, conocidos coloquialmente como casas de gestión, las diputadas y diputados tenemos la obligación y la posibilidad de mantener cercanía con las demandas y prioridades de las personas que nos dieron su voto; podemos conocer directamente los problemas y la situación que se vive en las calles. Con estos elementos podemos palpar que los problemas sociales son algo más que estadísticas y estudios de escritorio.

En este contexto el pasado 13 de noviembre inauguré mi módulo de atención en el centro histórico de la ciudad de México. Una zona de enorme tradición, de gran dinamismo económico, ubicada en el corazón del corazón del país, pero que también padece graves problemas. Las vecinas y los vecinos se enfrentan a los estragos de la contaminación, drogadicción, violencia e inseguridad.

Las casas de gestión pueden y deben convertirse en un espacio para la retroalimentación legislativa. ¿De qué otra mejor manera se pueden integrar las demandas ciudadanas a la agenda nacional si no es con el contacto directo con dichas demandas?

En esta casa de gestión vamos a dejar atrás las prácticas clientelares, vamos a superar las mentiras y la manipulación. Queremos construir un modelo único de empoderamiento de las y los ciudadanos, a través de nuestro trabajo legislativo y los servicios que vamos a ofrecer.

Queremos que este módulo sea un punto de encuentro en el cual podamos construir una sociedad más participativa, con mujeres, jóvenes y hombres dispuestos a colaborar en la solución de sus problemas, que se involucran en acciones efectivas para mejorar su entorno personal, familiar y social.

También deseamos que sea una casa de cristal. Que muestre claramente los recursos asignados y la forma en que se ejercieron; que informe periódica y fehacientemente los resultados alcanzados.

Los módulos de atención deben servir para revertir las críticas con las cuales inicié estas líneas. Deben contribuir a que las y los políticos podamos articular, en la medida de lo posible, respuestas de corto, mediano y largo plazos. Deben ser espacios para entender y atender los problemas ciudadanos.

En esta época en la cual la gente desconfía de la política; en estos momentos en los cuales las personas ya no creen en los políticos, sólo la cercanía con todas las familias, con todos los barrios y las colonias nos devolverá la confianza de la sociedad en la política y en sus representantes.

[1] Dunia Ludlow es Diputada en la Asamblea Legislativa del DF. Es Maestra en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, España.