Pareciera que desde hace un par de meses, a Murillo Karam y al gobierno de Enrique Peña les urgía cerrar el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

La obviedad con la que he titulado esta columna, se la escuché a un familiar de los 43 desaparecidos en Iguala, al principio me pareció un barbarismo, pero en la práctica, creo que define muy bien lo que está sucediendo.

?Falsedades en las mentiras? es lo que se ve de manera obvia y burda a simple vista toda la información sobre este lamentable caso que ha puesto al gobierno de Enrique Peña de cabeza.

Falsas mentiras?

Una de las mentiras, es que los cuerpos de los estudiantes fueron calcinados al aire libre y carbonizados sus cuerpos para desaparecerlos por completo. ¿Por qué? ¿Para qué? Sumada a la clara falsedad dentro de esta mentira, de que al parecer los disparos del grupo del crimen organizado denominado ?Guerreros Unidos? hacia los estudiantes fueron porque entre estos ?alguien? dijo que se encontraban entre ellos, criminales del grupo rival denominados ?Los Rojos?. Murillo Karam desmintió esta hipótesis que seguramente fue planeada para darle un ?pretexto? al asesinato y desaparición de los cuerpos.

¿Por qué desaparecerlos?

Las desapariciones entre los grupos rivales del narcotráfico son poco comunes, si lo que se quiere es lanzar al grupo rival o a quienes están en su contra, hemos visto que cuando un grupo quiere dar un mensaje, exhibe los cuerpos o parte de ellos, para sembrar el terror en el grupo rival.

Desaparecer es otra cosa.

Cuando algo o a alguien se le desaparece, tiene que ver por razones de información que pueden dañar a algo o a alguien. Y de aquí saltan una seria de preguntas que hasta hoy, más allá de la justicia que se aplicara a los responsables de este terrible acto.

¿Qué sabían los estudiantes?

¿Qué vieron?

¿A quién o a quiénes vieron?

¿Qué escucharon, o de qué se enteraron los desaparecidos de la escuela rural Isidro Burgos en el momento que fueron acribillados?

¿Por qué quitarle la vida a alguien pero no basta eso?

¿A quién o a quiénes le convenía desaparecer los cuerpos?

¿Cerrando el caso, se acabó el problema?

Esta es la única respuesta que puedo tener, y es que no, el problema no acaba con decir lo que los cuerpos fueron calcinados y desaparecidos por el crimen organizado y en manos de los Guerreros unidos. No acaba el problema con la captura del tal ?Cepillo? que supuestamente fue quien fue el principal ejecutor. Aquí más bien comienza otra parte del problema, y es que el estado de derecho y la justicia mexicana se verán en entredicho  porque lo que se está ?aclarando es lo que a todas luces sucedió y desde el primer momento todos supimos.

El problema ahora es de raíz y colateral y tiene que ver con ¿por qué? ¿Para qué?  y ¿a quiénes?  Les conviene darle carpetazo al problema.