Asistimos a una rebelión ciudadana nunca antes vista en nuestro país. Una rebelión que viene desde atrás y que hoy, el pueblo está documentando con sus testimonios y con sus luchas que abarcan a la mayor parte de la geografía nacional. El título de este artículo sintetiza lo que hoy vemos en los pueblos y en las calles del país. La gente se está rebelando contra la conducción burguesa del Estado y construye sus propias fortalezas organizativas e ideológicas que le permitirán superar la actual dirección y romper el silencio que rodeaba sus acciones.

Hacer posibles estos objetivos, requiere de grandes dirigentes, de militantes críticos, participativos, elaboradores de proyectos, insumisos y de prácticas democráticas de consulta y decisión. Que todos sepan hacer un trabajo por abajo y por arriba pero desde abajo, actuando como un pulpo con una cabeza de gran complejidad y miles de brazos metidos en todos y cada uno de los vericuetos de la conflictividad nacional. No pueden ser los intereses de grupo y una cauda de arribistas y corruptos, los que tuerzan el rumbo del cambio que se viene diseñando con muchos sacrificios. La participación electoral es una práctica de poder, compleja, que requiere algo más que militantes incondicionales y mudos.

Participar en la lucha por conquistar el derecho de hablar y de actuar, es algo que se consigue con militantes y dirigentes de grueso calibre. Capaces no de hacer triquiñuelas, sino para poner su accionar en condiciones de avanzar en la transformación social y política de México. Si hoy el poder lo tienen los burgueses, mañana, en manos del pueblo, puede ser un instrumento que logre una conducción auto determinada para su propio beneficio. La participación electoral puede ser el epílogo de todo lo que está pasando en el país.

Desde hace tres décadas, México vive una crisis orgánica e histórica que se expresa en  el agotamiento y la inviabilidad de su relaciones socio políticas. Su estabilidad neoliberal y sus institucionalidades autoritarias, violentas y militarizadas, están históricamente gastadas. Es en este agotamiento donde se centraliza y condensa el ojo del huracán de la conflictividad social. Por eso la crisis apunta hacia una nueva conducción de la vida nacional. Ningún problema importante podrá ser resuelto si no se  subvierte la actual conducción burguesa.

La crisis de la dirección neoliberal es resultado de la participación de grandes multitudes de mexicanos que ya no quieren vivir bajo esa conducción y que en el grito de ?ya basta y fuera Peña Nieto? que recorre la nación, una multitudinaria voluntad exige que cambie la manera de cómo se conduce este país. Es en el terreno político electoral donde se ha venido verificando la participación de grandes expresiones de ciudadanos. Es en este campo y no en el político- militar ni en la lucha reivindicativo- sectorial, donde nuestro pueblo despliega de manera más continuada, combativa, unificada y con mayor trascendencia política, sus líneas fuertes de resistencia. Es en este espacio de la conflictividad nacional en el que la línea antipopular desde una perspectiva de imperio, encuentra su centro más vulnerable. Es el talón de Aquiles de la conducción sociopolítica de la burguesía y en donde está el eslabón más fuerte de la resistencia popular.

El campo político electoral ha sido y sigue siendo un campo burgués de lucha, pero también ha sido y es un campo de acción revolucionaria popular. En América Latina varios pueblos han usado revolucionariamente estos procesos y han derrotado lo más nefasto del poder burgués hegemónico. Es verdad que en México, la práctica electoral de todos los partidos políticos y de la gran mayoría de las organizaciones sociales, ha sido y es una práctica enajenadora, corrupta, burguesa, de poder. Sin embargo, de 1988 para acá se viene fortaleciendo una experiencia electoral en las comunidades y en el Estado, con importantes elementos revolucionarios en los que se expresa el interés y la voluntad libertaria, auto determinada de grandes sectores del pueblo.

Es verdad que todas estas instancias electorales han sido dominadas por la burguesía y sus partidos. Han copado la institucionalidad y la determinación plena de la vida cotidiana de los mexicanos. Sin embargo, de un tiempo a la fecha esta situación ha empezado a ser cuestionada y ya se hacen ejercicios que subvierten este dominio. La gente ejerce su propia autoridad imponiendo el poder comunitario y rechazando los mandos ajenos. Desde allí se ejerce el poder, desde el que se crisolan voluntades, intereses y modos de vida. Y si bien es cierto que las prácticas electorales han sido hasta ahora prácticas de poder, de soberanía burguesa, de aplastamiento de la autodeterminación popular, también es cierto que estas prácticas se encuentran hoy severamente cuestionadas, que pueden conducir a un proceso electoral liberador en el  que tenga lugar la autodeterminación social y la soberanía popular. ¿Quién puede encabezar este interés de los sectores en lucha? Espero que sea Morena. ¡Por lo menos eso es lo que deseo!

(*) Revista Rumbo proletario No 7, Armando Martínez Verdugo.  La rebelión ciudadana y la justicia comunitaria en Guerrero. Autores varios