Maldito y doloroso septiembre, mes de contrastes y altibajos. Comenzó lleno de aliento, inaugurado con el Segundo Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto, el más optimista desde que López Portillo aseguró que tendríamos que aprender a administrar la riqueza, la abundancia. Llegó a mitad de camino con la fiesta patria, llena de gritos de júbilo y con la noche de la fiesta, como siempre, empapada en alcohol. Sin embargo, lo que siguió fueron catástrofes naturales; fotografías de jóvenes ejecutados, reflejo de la brutalidad militar; estudiantes y futbolistas mutilados a manos de policías municipales; calles llenas de marchantes indignados; decenas de desaparecidos; y con la inminente amenaza de que Guerrero quedará inundado por las tormentas tropicales y la sangre de su pueblo.

La dolencia que aqueja a millones, fruto de la violencia incontenible, se antoja como trágico oxímoron que confronta con violencia al triunfalismo peñista, animado por las mentadas reformas estructurales.

No es que el ímpetu reformador de la actual administración tenga algo de malo. No obstante, ¿a quién beneficiarán esas reformas si no queda nadie vivo para sacarles provecho? Previo a vivir en un México moderno, debemos vivir en un México en paz.

El Instituto Politécnico Nacional, Tlatlaya, Iguala, Ayotzinapa, Aguirre, Abarca, son nombres que representan un peligro para la enorme confianza presidencial. Empero a esto, pareciera ser que las prioridades anidan en el extranjero, que requiere de cascos azules mexicanos; que los ediles prefieren bailar a resolver problemas en sus municipios; que los hidrocarburos tienen mayor valor a los Derechos Humanos; que la promesa de desarrollo económico y crecimiento debe hacerse antes que procurar justicia y garantizar seguridad a la ciudadanía.

 

Mientras la clase política no reorganice sus prioridades, este país no saldrá del anquilosamiento en la tragedia.

Peña anda ocupado en sus reformas, AMLO en su nuevo partido, Ebrard en sus derrotas, Mancera en los salarios, Madero en ser diputado federal. ¿Quién se está preocupando por nuestra seguridad?

 

A crear conciencia.