Gustavo Madero es un hombre pragmático. Su vida política se ha construido gracias a una gran capacidad para sobrevivir escenarios que lo colocan en el filo de la navaja. Desde su primera elección como dirigente de su partido dejó claro que si bien contaba con vínculos con el presidente Calderón, como líder político buscaría independencia en sus decisiones.

La estrepitosa derrota de Josefina Vázquez Mota y el autoexilio de Felipe Calderón, le abrieron a Madero las puertas de la libertad para definir el tono de la relación con el nuevo régimen encabezado por Enrique Peña Nieto. De manera sorpresiva, el político chihuahuense se transformó en un artífice del Pacto por México, facilitando la materialización de las reformas estructurales y eliminando gradualmente la presencia de los leales al gobierno anterior en la estructura partidaria.

En búsqueda de su reelección, Madero logró el triunfo gracias a las alianzas que venía construyendo desde su primera etapa como líder de los panistas. La derrota infringida a los calderonistas, encabezados por Ernesto Cordero, cerró un ciclo político de supervivencia que echó abajo los pronósticos de ruptura, de manera simultánea a la conclusión del ciclo de reformas estructurales.

Con la reelección en la bolsa, Madero entró súbitamente en un tobogán de escándalos e historias de descrédito político, que presentaban a sus aliados más cercanos como personajes impresentables ante un electorado que veía al partido como genuino representante de los valores morales de la clase media.

A ritmo de samba, panistas inmersos en la fiebre mundialista de Brasil fueron detenidos y procesados. Bailando ?quebradita?, los principales operadores de Madero en San Lázaro obtuvieron una triste celebridad noticiosa, forzando la salida del diputado Villarreal de la coordinación del grupo parlamentario.

En el colmo, en medio de las celebraciones por los 75 años del partido, un ex funcionario queretano decidió denigrar a una estrella de moda de futbol, provocando la rechifla del respetable. Para rematar, la renuncia de Juan Ignacio Zavala, a una militancia de más de 23 años, ha prendido luces de alerta entre much@s panistas que se sienten excluidos del proyecto maderista.

A pesar del rosario de yerros y pifias, la permanencia de Madero como dirigente del PAN no se ha puesto en tela de juicio, incluso por parte de sus más acérrimos enemigos. Paradójicamente, los cuchicheos sobre su licencia parecieran surgir de sus propios cuarteles, como un paso en la búsqueda de la coordinación del próximo grupo parlamentario en la Cámara de Diputados.

Los rumores aseguran que el actual dirigente del PAN estaría pensando en solicitar una licencia temporal para contender por una diputación federal y dejar en su lugar a su joven secretario general, Ricardo Anaya, quien goza de un buen cartel entre los panistas.

La jugada de ajedrez, presuntamente ideada por el ex senador norteño, tendría como propósito ir preparando el terreno para una futura aventura presidencial, situación que se potenciaría a través de la notoriedad mediática que le daría ser el próximo coordinador parlamentario. En pocas palabras, adelantarse a los tiempos y ?fugarse? hacia el futuro.

Las especulaciones forman parte del folclore nacional que siempre encuentra un especial gusto en intentar adivinar el porvenir. Sin embargo, la insistencia en que dichas versiones pudieran materializase, obligarán a Madero a tomar una decisión más temprano que tarde.

BALANCE

El dilema para Madero no es menor. En un extremo se encuentra su responsabilidad como dirigente partidario, llamado a construir la unidad y a incorporar a todas las corrientes panistas en la definición de candidaturas para el proceso electoral del próximo año.

En el otro, existe la tentación de ser juez y parte, muy al estilo de lo que hizo en el pasado Roberto Madrazo, jugando el doble rol de presidente de su partido y precandidato presidencial. La suerte de Madrazo es por tod@s conocida. El futuro político de Madero dependerá de él mismo. La tentación de jugar en las dos canchas ya existe y es muy peligrosa. Podría colocar al PAN en una ruta de franca decadencia.

                Twitter: @pacoguerreroa65