Las víctimas son los sicarios que tienen asolada la Tierra Caliente de Guerrero y Estado de México, no las personas que han sufrido vejaciones, extorsiones, secuestros, cobros por derecho a vivir en su terruño, desplazamientos, acosos, violaciones y que son obligados a pagar con terrenos, mujeres o sus jóvenes para reclutarlos en el grupo delictivo. El tema para los políticamente correctos se presta para arremeter contra el gobierno de la República y de paso, contra las fuerzas armadas, contra la presencia del Ejército y la Marina en esta región olvidada por los tres niveles de gobierno.

 Si hubo abusos de parte de militares, los medios y las ONGs deberán aportar las pruebas y poner en relieve todos los elementos del caso, pero también urge que atiendan a las verdaderas víctimas, los pobladores indefensos, y en su mayoría pobres, de la Tierra Caliente de Guerrero y Estado de México.

 La versión de que la ejecución a manos de militares de los 22 presuntos sicarios integrantes de la principal célula de ?La Familia? en el poblado San Pedro Limón, municipio de Tlatlaya, Estado de México, la dio a conocer por primera vez en la prensa Associated Press, basado en la revisión fotográfica y ?testigos? que omitieron sus nombres. Esto pasó el 17 de julio pasado, pero fue hasta ayer con el audio y reportaje de la revista Esquire.

?De las diligencias realizadas por el Ministerio Público del fuero común no se desprende indicio alguno que haga presuponer o que nos haga pensar en la posible ejecución, en el posible fusilamiento al que se hace referencia en medios de comunicación?, aseveró el Procurador mexiquense Alejandro Jaime Gómez Sánchez hace dos meses.

 Sin embargo, Mael Vallejo, editor de la revista Esquire México, afirmó que ?por cuestiones de seguridad, por la situación de seguridad de la frontera entre Guerrero y Estado de México, sería imposible poner a la testigo en riesgo?. Y que lo publicado ?es una investigación en la que el reportero Pablo Ferri, ha hablado con la mayor parte de personajes cercanos, se cuenta con documentos, fotografías? y que tenía la certeza de que había sido una ejecución.

Para los medios y periodistas políticamente correctos ?y de izquierda?, el testimonio de una de las personas que estaban en el lugar de los hechos y algunas fotografías son más que válidos para que la HRW y quizá algunas otras ONGs internacionales se sumen al linchamiento de las fuerzas armadas.

Pero ninguno de estos medios ha hecho eco, por ejemplo, que la semana pasada fue secuestrada y asesinada una niña de diez años de edad, originaria de Tlapehuala, por quien sus victimarios pidieron 250 mil pesos de rescate, siendo ella de una familia humilde. Ningún medio nacional, ni La Jornada ni Proceso y mucho menos Carmen Aristegui tomaron el caso como ahora la muerte de los 22 sicarios.

 Ninguno de estos medios tampoco ha dado cuenta que luego de la muerte de los 22 sicarios fue detenido el principal jefe de delincuentes que tiene controlado el secuestro y la extorsión no sólo en el sur sino en todo el norte y oriente del Estado de México: José María Chávez Magaña, 'El Pony', líder del cártel de ?La Familia Michoacana?, originario de Tejupilco, y de quien se dice tiene el control de los jefes policíacos estatales y de los principales municipios del sur y oriente del Edomex.

?El comandante Cronos y el pequeño caballo (?El Pony?) son quienes regentean el estado, establecen las condiciones económicas cotidianas, siguen las órdenes del centro del poder que Eruviel ofendió con su pretensión de creerse que estaba por encima de ellos, le han hecho ver su realidad lo han puesto en su lugar: un gobernador botarga?. (leer más en la bien  informada columna ?Los verdaderos dueños del Estado de México?, de El Rojo de Oriente en SDP Noticias).

Tampoco han dado cuenta de quiénes son los 22 delincuentes asesinados, ejecutados o no por el Ejército, en su mayoría originarios de la Tierra Caliente de Guerrero, del municipio de Arcelia para ser precisos, donde la narcopolítica es la que gobierna y que desde hace años siguen autoridades sin poder controlar. Nadie ha dicho que estos delincuentes han provocado el desplazamiento de cientos de familias pobres de los municipios de Ajuchitlán y de San Miguel Totolapan, además de cometer asesinatos selectivos en Altamirano, Coyuca de Catalán y Teloloapán. Esta columna incómoda ha dado cuenta de ello en al menos cinco entregas en SDP Noticias.

Lo más grave, que los medios internacionales y las ONGs no han registrado es que los narcos de esta región después de la muerte de los 22 sicarios y la detención de ?El Pony?, iniciaron una narcocampaña que busca la salida del Ejército, la Marina, la PF y que no quieren que llegue la Gendarmería hasta sus zonas de influencia. En los últimos dos años, en Arcelia los halcones de los narcos han bloqueado la carretera Iguala-Altamirano y los halcones y bases ?sociales de apoyo? de LFM en Tejupilco, Luvianos, Amatepec y Tlatlaya han hecho narcobloqueos a una de las vías de comunicación principal: la Altamirano-Toluca.

¿Dónde han estado los reporteros de Proceso, La Jornada, Esquire, Sin Embargo, Animal Político, MVS? En ninguna parte, sólo recogiendo lo que les cae desde el exterior.

Hace unos años, los ?Zetas? que controlaban la narcopolítica en Veracruz también desataron una campaña de gran impacto nacional e internacional, del que muchos creyeron como cierta, el caso de ?Ernestina?, la anciana que fue ?violada? por soldados en la sierra de Zongolica.  Algo que cayó por su propio peso y que ?ONGs? han querido revivir una y otra vez como un caso de impunidad. Nadie probó nada, sólo que los narcos utilizaron la irritación social a su favor para sacar a los militares de su zona de influencia.

Repito, sí hubo abusos y se prueba que fueron abatidos ilegalmente por parte de los militares, que sean sancionados conforme a Derecho. Pero si no es el caso, lo menos que debemos exigirle a los medios y opinadores ?políticamente correctos? es equilibrio y que sepan que las víctimas de los delincuentes llamados ?Templarios?, ?Rojos?, ?Negros?, ?Guerreros Unidos?, ?LFM?, ?CJNG? u otros, están en otra parte.

 

alexiabarriossendero@gmail.com