Reconocido y querido por escritores como José Agustín y Ángeles Mastretta, el rockero mexicano Rockdrigo González, originario de Tampico, Tamaulipas, el "sacerdote del rock" o "profeta del nopal" se nos adelantó una mañana del 19 de Septiembre de 1985 (hoy hace 29 años) al derrumbarse el edificio en el que vivía en la colonia Juárez del Distrito Federal, a donde había llegado después de tocar en algunos grupos de su natal Tampico, con influencias del blues y del rock norteamericano y de la música tradicional tamaulipeca. Fue de los precursores del movimiento RUPESTRE, y le cantó irreverentemente tanto a los intelectuales como a las amas de casa, a los feos, a las calles sin sol, pero también a "ranchos electrónicos", "nopales automáticos" y a "garbanzos matemáticos", y le cantó también desde al "agandalle TRASNACIONAL" (¿Qué nos podría decir de eso en la actualidad?) hasta a los perros y a las ratas (humanos, más que animales), pero en especial a la gran y caótica Ciudad de México que ya lo había adoptado como su hijo, vivió como decía en una de sus canciones: un poco "prisionero iluso de esta selva cotidiana", y compuso letras incluso algo melancólicamente premonitorias, "sobre historias de concreto", "he llenados mis bolsillos con escombros del destino", o "cuando tenga la suerte de encontrarme a la muerte, le voy a ofrecer todo el tiempo vivido", o "no tengo tiempo"... y realmente, es que no tuvo ya tanto tiempo.