El paso del Huracán ?Odile? por tierras sudcalifornianas ha sido literalmente devastador, esa es la forma correcta de describir la fuerza y el castigo que la naturaleza desató en la península de Baja California Sur.

La ciudad de La Paz, capital y corazón del estado, y Los Cabos, uno de los destinos turísticos más destacados de México y el mundo, fueron los puntos de mayor encono del fenómeno natural. Basta con ver las imágenes para entender la magnitud de la tragedia. San José del Cabo y Cabo San Lucas, sin exagerar se observan totalmente destrozados.

Los vientos, que según datos oficiales alcanzaron hasta los 240 kilómetros por hora, estuvieron rayando el máximo potencial que un huracán puede registrar. Y es que el Ciclón ?Odile?, tan fuerte como kilométrico, abrazó a la Baja Sur con coraje, abarcando casi todo su territorio.

 

 Los efectos del fenómeno natural, fueron sumamente intensos y extrañamente duraderos, pues la gente de La Paz expresa que los vientos huracanados se sintieron por un periodo de 6 a 8 horas.

 

Combinándose la fuerza con la consistencia. Lo que terminó por derrumbar cualquier número de construcciones, postes y árboles. Dándole un aspecto de ?Zona de Guerra? al área de La Paz y Los Cabos.

 

Pero la catástrofe que representó ?Odile? solo sería el primer reto a superar, pues ya con la amenaza natural a distancia, surgieron nuevos problemas, haciendo quedar mal al viejo adagio que dice: ?Después de la tormenta viene la calma?.

 

Los pobladores apenas daban crédito a lo que sus ojos estaban observando cuando por fin pudieron salir de sus casas (los que todavía tenían), todo, prácticamente todo estaba por los suelos.

 

En el caso cabeño los lujosos hoteles 5 estrellas, los famosos antros, las tiendas de alcurnia, el aeropuerto, los restaurantes finos y demás establecimientos dejaban ver severos daños en sus estructuras, en algunos casos irreparables.

 

Los servicios de alumbrado público, agua, telefonía convencional y celular, internet, banca, etc., no asomaban ni de cerca su pronta recuperación, lo que empezó a generar desesperación en la gente.

 

Tanto en La Paz como en Los Cabos, hubo actos de rapiña y saqueos a grandes tiendas departamentales y supermercados. Situación que se agudizó en el famoso destino turístico.

 

Tomando en cuenta que Los Cabos es un municipio más pequeño, con un mercado de abastecimiento menor y arrinconado por su naturaleza geográfica (la punta sur del estado), era cuestión de tiempo para que el desabasto de alimentos, la falta de combustible, la incertidumbre y la incomunicación, sacaran los instintos más bajos de los desesperados pobladores.

 

Para los que no saben, Cabo tiene 2 caras, tiene su lado glamoroso, que aglutina esa parte afamada que todo el mundo desea visitar, ese destino que continuamente aloja bodas hollywoodenses. Y la parte fea, el lado marginal que todas las ciudades tienen, donde se encuentran las colonias que aportan la clase obrera que suele nutrir a los hoteles, personas que por lo general no son de origen sudcaliforniano.

En esa zona se desató el diablo, al estilo de la película gringa ?La Purga?, aquella que te permite por un día asesinar personas legalmente. Solo que a diferencia de Los Cabos, no era el homicidio lo permitido, sino el ultraje, el saqueo, el robo. Y sin límite de tiempo. 

Sin autoridades disponibles, y con policías sumándose también a la rapiña, la población se salió de control rápidamente. Pronto acabaron con OXXO´s y con conocidas tiendas de auto-servicio.

El agua y los alimentos fueron los primeros blancos, pero no faltaron los aprovechados que se llevaron pantallas, tabletas, consolas y hasta motocicletas. Hubo empleados que intentaron frenar el robo de electrodomésticos con pistolas de aire, pero fue imposible frenar a la muchedumbre.

Con el pasar de las horas (y los días), la tensión subió y se empezaron a presentar los primeros reportes de robo y saqueo pero a ciudadanos. Se denunció la existencia de grupos de personas armados con machetes, palos y cuchillos que empezaron a saquear domicilios particulares.

En respuesta surgieron guardias vecinales que comenzaron a organizarse para evitar robos a lo poco que les quedaba de patrimonio, colocando barricadas e igualmente armados. No permitiendo el acceso a nadie desconocido.

?Cabo tierra de nadie?, ?La Ley de la Jungla en Los Cabos?, ?Pandillas de Nueva-Cabo?, ?La Purga Cabeña?, ?El Apocalipsis Sudcaliforniano?, fueron algunas descripciones que se empezaron a escuchar.

Pronto comenzaron a organizarse hasta por colonias para saber dónde estaban los criminales. Las únicas luces que se logran apreciar son las de contenedores de basura con leña, que arden con el objetivo de permitir la vigilancia.

Cabe señalar que en Baja California Sur no fueron necesarios los Caballeros Templarios ni otros cárteles para que aparecieran las guardias comunitarias. Fue suficiente un huracán categoría 4, una pizca de desesperación y el escape de alrededor de 20 reos.

?Los saqueadores no están respetando escuelas, clínicas ni recintos federales. La gente que verdaderamente necesita las despensas no está saliendo de sus casas por temor a los atracos. Los pocos apoyos que han llegado han sido aprovechados por ladronzuelos?, me comentó un amigo cuando la señal de internet empezó a dar muestras de vida.

La recién creada Gendarmería Nacional, que claramente no pudo con el paquete, decretó un toque de queda en apoyo del Ejército mexicano. Aun así, durante el día se mantuvo un pillaje abrumador, que amenazó a habitantes de colonias residenciales.

Los más valientes se quedaron para salvaguardar sus pertenencias. Otros, que contaban con combustible, simplemente se marcharon a La Paz empujados por el miedo. Para ese entonces ya se mencionaba que había hasta violaciones.

?A donde voltearas veías gente saqueando. Hubo quien me pidió ayuda pero ni loca detenía mi auto, es un infierno?, mencionó una usuaria de facebook.

Lo peor es que sigue la incomunicación, hay quienes señalan al gobierno por querer ocultar el desastre. Personalmente mantuve comunicación con mi familia antes, durante y poco después del huracán. Por eso me parece extraño que sumen ya 3 días sin señal, se me hace mucho tiempo.

Por lo pronto hay personas que siguen saqueando y robando, algunos por verdadera necesidad y otros por aberrante vandalismo. Lo único en común es que pertenecen a un sector de escasos recursos, que no contaban con un refugio seguro ni con los víveres suficientes para sobrellevar el ciclón.

Muchos seguramente vieron en la rapiña la única forma de aminorar el duro golpe de perderlo todo o simplemente de no tener nada. No los justifico, pero fue una válvula de escape. En México, hay personas que viven en condiciones de extrema pobreza, incluyendo por supuesto al paradisiaco municipio de Los Cabos.

Baja California Sur va a requerir del apoyo de todos para levantarse, eso es seguro. Apoyen en las donaciones por favor, La Paz y Los Cabos en verdad lo necesitan. No solamente los golpeó ?Odile?, también les pegó duro el pillaje, la diferencia social y la falta de oportunidades.