Las redes sociales, tan útiles como vitrina donde muchos usuarios exhiben su vida cotidiana, dirimen pequeñas o grandes diferencias, distribuyen chistes, envían cadenas, comparten información y, sobre todo, pierden entretenidamente el tiempo, también han sido la perdición de muchos personajes públicos que no han podido resistir la tentación de mostrarse como seductores o dejar ver que han incurrido en actos que son después calificados como inapropiados. Cuanto más alto es el cargo que ostentan, más expuestos están a que sus enemigos políticos rápidamente difundan aquello que hubieran querido ocultar y no supieron hacerlo o incluso son vigilados para cazarlos en situaciones que pueden poner en entredicho su imagen pública.

En especial, los escándalos sexuales han generado un debate acerca de si la vida privada de una persona debe ser utilizada para enjuiciar su desempeño público. Se podría pensar, a juzgar por la gran cantidad de casos que se han dado a conocer, y que permiten sospechar que hay muchísimos más, que en este aspecto se ubica una de las grandes debilidades humanas.

Visto el asunto desde esa perspectiva es fácil esgrimir el argumento de que la vida privada sólo le pertenece a cada persona y resulta algo que no debería ser expuesto al escrutinio público. Lo cierto es que en la gran mayoría de los casos se trata de hombres poderosos que llevan doble vida y sólo confiesan o se disculpan, no cuando se arrepienten o sienten remordimiento, tampoco cuando después de hacer un examen de conciencia llegan a la conclusión de que actuaron mal, lo hacen únicamente cuando no tienen más remedio porque los hechos están a la vista o son codiciada materia en los medios.

No se trata de un asunto moral sino ético. Se trata de que el desempeño público, muchas veces ganado con el voto, se logró gracias a que ante la sociedad se presentan con una imagen que no corresponde con sus hábitos privados porque éstos son impresentables o indefendibles.

Son tantos los casos que se han dado a conocer a lo largo de los últimos años que no se trata sólo de un asunto de machismo, que sí lo es, sino también de poder. ¿Por qué en estos casos los hombres con poder no ponen las barbas a remojar cuando ven cortar las ajenas? Es muy probable que sea porque el ejercicio del poder les hace suponer que haciendo uso de él pueden ocultar su doble vida. Es más, el poder les permite pensar también que pueden ejercerlo en ese ámbito con menos consecuencias que cualquier otro mortal.

A la carga de sexismo se le agrega el ejercicio abusivo del poder y la falta de ética. Son hombres que muchas veces sostienen sus cargos por pregonar algo distinto a lo que hacen y ven truncadas sus carreras políticas sólo al ser descubiertos. Es el caso de varios encumbrados políticos como el ex director de la CIA, David Petraeus, quien sólo hasta que se descubrió que tenía una relación extramarital declaró haber mostrado ?un criterio extremadamente pobre?; el ex director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, quien recientemente volvió a ser noticia al informar que interpondría una demanda porque una película presentada en Cannes estaba sin duda basada en el escándalo por agresión sexual en el que se vio envuelto y que le costó el puesto. Lo mismo ha sucedido con los congresistas estadounidenses John Edwards, David Vitter y Anthony Weiner; los ex gobernadores Eliot Spitzer y Mark Sanford. Está el famosísimo caso del ex presidente Bill Clinton, en el que vale la pena recordar la recompensa de un millón de dólares que ofreció Larry Flynt, propietario de la revista Hustler, por información sobre escándalos sexuales en los que estuvieran implicados legisladores republicanos. Salieron a la luz dos casos, pero no se sabe si esa amenaza contribuyó a desechar la moción de censura contra el entonces presidente.

En situaciones de la misma índole han estado el ex ministro italiano Silvio Berlusconi, el presidente de Nicaragua Daniel Ortega y el ex presidente paraguayo Fernando Lugo. En fechas recientes se ventiló la infidelidad del periodista Pedro Ferriz de Con, por cierto, con mucha más virulencia que la de su colega Carlos Loret de Mola, lo cual puede deberse tanto a razones políticas como a las evidencias de su comportamiento, pues en el caso de Loret sólo había fotos, mientras que Ferriz dejó constancia en grabaciones de audio. Este año fue destituido el secretario de Educación de Oaxaca por haber subido fotos de mujeres desnudas a su cuenta de Facebook. Y sólo por mencionar algunos ejemplos.

Estos comportamientos sexuales contrarios a las conductas aprobadas socialmente han sido tan recurrentes que le han dado popularidad a producciones televisivas recientes como Scandal, The good wife, House of Cards y Line of duty. Poder y sexo se renuevan como temas para asegurar el éxito en la ficción y en la competencia política real.

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