(En la foto, policías asaltan la tienda City Club en San José del Cabo)

Los Cabos, Baja California Sur, es el destino turístico más exclusivo del país y el más importante destino de cientos de miles de personas de todo el mundo para realizar toda clase de actividades: pesca, descanso, ecoturismo, golf (es el destino golfístico más grande del país, con nueve campos de excelencia en los que se juegan casi doscientas cincuenta mil rondas al año).

El 9% del producto interno bruto (PIB) del país depende del turismo, lo que vuelve a este sector una de las industrias más importantes no sólo del país, sino del mundo entero (México es el noveno país del mundo con un mayor PIB turístico).

La crisis desatada por el huracán ?Odile? es el desastre turístico más severo que ha enfrentado la industria turística nacional: la infraestructura de Baja California Sur ha quedado devastada, principalmente en este municipio.

Las autoridades municipal y estatal no sólo han sido rebasadas, sino que se encuentran prácticamente desaparecidas: las noticias (que llegan a cuentagotas) hacen saber que la propia policía de Los Cabos es la que comenzó los saqueos en comercios, hoteles y ahora, encapuchada y fuertemente armada, en las casas de los habitantes de esta región.

Se habla de que este miércoles ha habido heridos y posibles muertos en estos ataques vandálicos en el poblado de Cabo San Lucas y los hoteles que menos golpeados resultaron por el meteoro están a merced de estas pandillas, pues pretenden meterse por la fuerza para robar no sólo víveres y agua, sino todo lo que encuentren a su paso.

El riesgo es enorme: la mayor parte de los turistas no han podido abandonar Los Cabos; asimismo, los empleados (que, finalmente, son la población civil de este municipio) están en sus lugares de trabajo atendiendo a sus huéspedes. El peligro es evidente: puede desatarse una masacre sin precedentes.

En el entendido de que las autoridades locales no sólo no pueden cumplir con su labor, sino que han renunciado a ellas, debe esperarse que el gobierno federal asuma el control y la responsabilidad de la situación. Es una obligación no sólo legal, sino decididamente moral.

Si lo que se busca es mover a México, no puede dejarse abandonado a su suerte (y morir, prontamente) al mejor destino que ofrece esta industria en México. Es momento de reconocer la gravedad de la situación, dejar de hacerse de la vista gorda y rescatar ya a Los Cabos, a Baja California Sur y, en consecuencia, a todo México.