A los 50 millones de pobres que viven en México, poco importan los discursos políticos, los informes presidenciales y los análisis filosóficos o académicos que busquen ponderar lo que su bolsillo no ve: el bienestar económico y la dignidad que se obtiene del ingreso justo a través del trabajo diario.[1]

No hay tesis ni antítesis que sea capaz de explicar la síntesis de 639 días del PRI en el poder sin hacer uso de falacias y sofismas para pintar un optimismo que no existe, un gobierno que no se ve y un presidente que utiliza el Fondo de Cultura Económica como parte del aparato de relaciones públicas del Estado?en contra de él mismo.

?Este no es el México de antes, este es el México que ya se atrevió a cambiar? afirma Enrique Peña Nieto en su segundo informe de gobierno, en consonancia con el tótem mantra de su gobierno: ?Estamos moviendo a México?, la cuestión es que a ras de suelo, el ciudadano de a pie sabe que los cambios no siempre son para bien y que ?moverse? sin rumbo claro es tanto o más grave que permanecer inmóviles.

Es indignante leer y escuchar a quienes afirman que ?las percepciones negativas de la ciudadanía no corresponden a la realidad impulsada por las Reformas Estructurales de la administración actual?, porque la antítesis misma del discurso oficial revela la falacia del dogma sexenal: ?Nadie sabe para quién trabaja?, dicen empresarios, campesinos y obreros, que saben perfectamente que su limitado ingreso o ganancia, debe ser repartida entre la corrupción legitimada por el Estado, el crimen organizado y la miscelánea fiscal vendida a la opinión pública como una de las Reformas Estructurales que ?moverá a México?.

En el discurso oficial y de los periodistas convertidos en gerentes de relaciones públicas y soldados rasos en la batalla por la opinión mediática, hay por lo menos tres consideraciones dignas de comentar

1.- ?La oposición?.-  Pretender ver al PRD como una fuerza opositora legítima, es atentar contra la inteligencia de quienes forman parte de esos quince millones de mexicanos que no solamente no están representados en Pacto por México, ridículamente comparado con el de la Moncloa, en España, sino que no son ?vistos ni escuchados? por el Ejecutivo y los integrantes del Pacto.

2.- ?Las Reformas Estructurales que han cambiado a México?.- El ex presidente Calderón puso el dedo en la llaga cuando declaró que ?salía caro el apoyo a las Reformas?[2].

Quitando el cinismo, propio de quien privilegió los intereses del grupo de Elba Esther Gordillo por encima del derecho a la educación de calidad de los niños mexicanos ?ahí no le importaron los costos del ?haiga sido como haiga sido? y los pagó con gusto-, es interesante analizar el peso de esta declaración

Enrique Peña Nieto no ganó la elección: la compró, dicen sus adversarios y parte de la prensa internacional. Hoy se afirma que tampoco construyó las Reformas Estructurales que México necesita, sino las adecuadas a los intereses que representa y que en ese tenor, ?no tuvo empacho en comprar a los diputados para aprobar las reformas?[3].

A propósito del escándalo desatado por Ricardo Monreal, debido a la devolución de 15 millones de pesos depositados a su bancada, algunos portales de noticias dieron seguimiento a la nota que concluía con la declaración de los administradores de la cámara negando tajantemente el asunto. Era la palabra de ellos contra el comprobante de la devolución de los dineros mostrado por el coordinador del partido movimiento ciudadano en la cámara de diputados.

No es difícil unir los puntos y sacar conclusiones ¿o si?

3.- ¿Y la corrupción?.- Leo en la columna de Macario Schettino que ?(?) esta Legislatura, al amparo del Pacto por México, logró lo inimaginable(?) Ahora que la avalancha de reformas indica lo contrario, la queja es que todo es confuso, que no se resuelven todos los problemas nacionales, o lo que sea. No aquilatamos lo que esto ha significado?

Y concluye: ?No sé qué vaya a ocurrir, pero lo que ha pasado merece el calificativo de histórico, aunque quieran escatimárselo?[4]

Coincido con esto último, el periodo del señor presidente Enrique Peña Nieto es histórico, pero no por él, sino por la movilización ciudadana, por el impacto de las redes sociales en la agenda pública y el escrutinio que ?legítimamente- cuestiona a sus representantes, incluyendo el Ejecutivo, un día si y otro también.

A veces me da la impresión de que, paradójicamente, quienes promueven ?el progreso? a través de las reformas, piensan que México pertenece a los tiempos en los que el discurso oficial era indiscutiblemente la voz del pueblo. Hoy no solamente no es así, sino que se discuten puntos nodales en la implementación de estas iniciativas que no tienen respuesta a nivel institucional y tampoco son mencionados-obvio- en el informe de gobierno.

¿Cómo hablar de una Reforma Educativa que sostiene a operadores políticos como Chuayffet y Díaz de la Torre a costa del silencio de quienes denuncian una razia magisterial ad hoc a los intereses del partido en el poder y los virreyes de los estados?

¿Y qué decir de Romero Deschamps y la Reforma Energética? ¿Cómo hablar de ?cuidado del medio ambiente? cuando ?como señaló Maerker en la entrevista del FCE- el Estado es incapaz de llamar a cuentas a los responsables del ecocidio en el río Bacanuchi en Cananea o recientemente en Arroyo Hondo, en Veracruz?

Algo es seguro: sí nos estamos moviendo. Algo no es seguro: es para bien de todos.

¿Usted qué opina, estimado lector?