¿Quién es el diablo? Pregunto porque, según me cuentan, por ahí en las redes sociales de internet andan diciendo que me vendí al diablo. Y que también se vendieron al diablo el señor Ciro Gómez Leyva y doña Denise Maerker, entre otras personas.

Por el tono de los comentarios, parece ser que no hay un solo diablo, sino dos: Televisa y Enrique Peña Nieto.

Y, a juzgar por la clase de personas que difunden los mensajes, si Televisa y Peña Nieto son los diablos ?es decir, los ángeles rebelados contra Dios? entonces, necesariamente el Dios limpio y puro que los arrojó al abismo se llama Andrés Manuel López Obrador.

Pero, como ocurre con todos los dioses ?cito al escritor Jean Anouilh?, que nunca saben si son un truco del diablo, el mayor problema de Andrés Manuel reside en que sobra evidencia de que él podría ser, en el fondo, nada más una coartada que en su tiempo usó Televisa para jugar a la libertad de expresión.

Seamos serios y admitamos que la enorme popularidad de AMLO la construyó gracias a los maleficios de dos practicantes de la magia negra y adoradores de la diabólica televisión, Emilio Azcárraga y Bernardo Gómez, los meros meros de la principal televisora de México.

Sí, Andrés Manuel ?como Peña Nieto y muchos otros políticos? es una criatura más de Televisa. Es la pura verdad.

Por cierto, la palabra ?diablo? viene del griego ????????, que significa ?calumniador?. ¿Televisa calumnia? Lo ha hecho muchas veces. ¿EPN calumnia? No le conozco ninguna expresión que pueda calificarse de esa manera. ¿AMLO calumnia? No. Los dos, Peña Nieto y López Obrador, lo más que hacen es acomodar sus argumentos de tal forma de presentar a la realidad como ellos la ven.

Los que sí calumnian son los que dicen que me he vendido a uno de los dos diablos aquí mencionados. Antes decían de mí, cuando vivía al lado de ese ser de luz llamado Andrés Manuel, que me había vendido al Peje. Era falso.

¿Me expulsó Andrés Manuel del cielo en el que habita? No lo recuerdo. Quizá sí, o quizá me lancé yo mismo, porque me dio la gana, desde ese lugar maravilloso al terrible precipicio en el que probablemente sigo cayendo y no me doy cuenta.

En fin, así son las cosas.

Para finalizar diré que creo en el proyecto de Andrés Manuel, un político honorable que merece ser presidente, pero creo también en Peña Nieto porque se atrevió a cambiar a México con las reformas estructurales que a mí me parecen necesarias para empezar a salir del atraso.

¿Que es contradictorio pensar que tienen la razón, al mismo tiempo, dos políticos que nunca han planteado las mismas tesis? No sé. Me justifico con una expresión de Pascal: ?Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la falta de contradicción es indicio de verdad?.

¿Por quién voy a votar en 2018?

Tal vez por Andrés Manuel porque es un hombre honesto y considero puro rollo para agradar a la hinchada de izquierda su promesa de que echará abajo las reformas.

O tal vez votaré por el candidato que promueva Peña Nieto ya que necesariamente será alguien muy comprometido con la consolidación de las reformas.

En su momento lo decidiré y, si se quedan con el pendiente, prometo contarles.