Después de veinte meses, el gobierno de Enrique Peña Nieto estuvo atado, condicionado y subsumido por un importante y trascendente paquete de reformas estructurales. Hoy las reformas están aprobadas, a pesar de que entre otras cosas, cambiaron nada menos que el Capítulo Económico de la Constitución y en consecuencia el modelo económico y el modelo regulatorio. 

Estos complejos procesos seguramente cambiarán hacia adelante (en el mediano y largo plazos) el perfil de la economía mexicana, determinarán la dinámica de su mercado interno y reconocerán nuevos tipos de propiedad y de contratos, lo que implica incluir la  participación de nuevos y diversos  actores en sectores estratégicos para  el país y sobre todo nuevas formas de apropiación de rentas.  

Todo ello, modifica, en consecuencia, el perfil del Estado y sobre todo, las posibilidades que este tiene para conducir el proceso de crecimiento económico y el desarrollo del país.

Pero hay que decirlo, esto tardará tiempo. Lo que debe hacerse ahora y de inmediato es instrumentar las reformas, ponerlas realmente en práctica, pero sobre todo acompañarlas con una ?Agenda Urgente para Potenciar el Crecimiento Económico?,  que contenga instrumentos poderosos que detonen, con una gran visión la actividad económica suficiente para alcanzar un nivel de crecimiento anual superior al  5 por ciento del Producto Interno Bruto.

Decir que no crecemos lo suficiente es una verdad de perogrullo que no nos lleva a ninguna parte, es más, se ha dicho tanto que se ha convertido en un discurso casi aceptado como ?normalidad?,  en el que la economía mexicana no puede moverse más, justificandose siempre por condiciones internas o externas según sea el caso y la coyuntura.

Esto debe cambiar, con el fin de romper con tres décadas de bajo crecimiento y mediocridad, utilizando todos y cada uno de los instrumentos de política económica que se conocen.

¿Con qué se cuenta a la fecha?

1.- Con once reformas aprobadas: energética, telecomunicaciones, competencia económica, financiera, hacendaria, laboral, educativa, penal, amparo, político-electoral y transparencia.

2.- Con una política fiscal heterodoxa, que rompe con un paradigma fiscal utilizado desde los ochentas, que flexibiliza el déficit fiscal para incrementar acertadamente los niveles de gasto e inversión pública.

3.- Con una reforma hacendaria innovadora, progresiva y contracíclica, ya que instrumenta cambios en la regla de balance estructural, con el fin de incurrir en déficits moderados cuando la economía se desacelera.

4.- Con un importantísimo Programa Nacional de Infraestructura, que pretende invertir más de 7 billones de pesos en infraestructura y vivienda.

5.- Con un Acuerdo de Certidumbre Tributaria que pretende que el ciclo de inversión y de negocios, dirigido a la inversión privada nacional y extranjera, cuente con un horizonte de inversión más estable, pues evita revisiones anuales.

6.- Con un gran paquete de reformas estructurales que profundizan y amplían el grado y coeficiente de apertura de la economía mexicana, con el fin de incentivar y acelerar mayores niveles de inversión privada, nacional y extranjera, incluso en sectores tan importantes y estratégicos para el país, como lo son el  energético y el de telecomunicaciones.

7.- Contamos con un tipo de cambio y  un entorno macroeconómico relativamente estables, aunque con algunas presiones inflacionarias.

En este contexto, estimados lectores, debo decir que este paquete de reformas es histórico por su profundidad y sus enormes dimensiones, trascendencia y consecuencias, y que  uno de sus principales objetivos que las detonaron es el apoyo a un mayor crecimiento económico. Pero, hay que reconocer que esto será en el mediano y largo plazos.

Todo está por verse y verificarse, ya que se enfrentan abiertas resistencias de diferentes actores y sectores. Las reformas no son mágicas, modificar la Constitución y un importante número de leyes reglamentarias son sólo el inicio de un amplio y tardado proceso que apenas inicia,  y en algunos casos, como es la reforma educativa, ni siquiera ha comenzado.

La tarea es larga y ver resultados, sobre todo en crecimiento económico, implica tomar fuertes y urgentes medidas, instrumentar pactos y sobre todo retomar importantes instrumentos de política económica que se han olvidado y que hay que tomar en cuenta en adelante.

 ¿Qué falta por hacer?

Implementar una Agenda Urgente para Potenciar  el Crecimiento Económico:

1.- Revertir el proceso de desindustrialización en el que se encuentra la economía mexicana, resultado entre otros, de un bajo nivel de actividad económica. Para ello hay que instrumentar una política industrial de largo plazo, que genere mayor contenido nacional y una mayor integración  que articule productivamente al país.

2.- Eliminar la creciente capacidad ociosa. Derivado del gran retraso en la inversión del sector privado, consecuencia de resistencias a los cambios generados por las reformas estructurales recientemente aprobadas, especialmente la fiscal.

3.- La inversión fija bruta está atorada, debe crecer de manera consistente. El sector privado debe asumir cambios y enfrentar los riesgos que de estos se derivan.

4.- Las pymes deben incorporarse a las cadenas de suministro de la oferta exportable, aumentando el contenido nacional.

5- Incluir al componente de inversión en infraestructura, el de ciencia y tecnología, salud y seguridad social.

6.- Fortalecer el contenido nacional de la oferta exportable.

7.- Instrumentar una política que posibilite una mayor oferta de crédito, más barato y que llegue a todos los sectores que lo necesiten, aunque para la banca privada y la de desarrollo no sea rentable en el corto plazo.

8.- La banca privada no debe ser fundamentalmente comisionista y rentista, debe, en consecuencia, asumir riesgos, en todos los sectores y con los tres órdenes de gobierno.

9.- Es importantísimo que se de una  mayor coordinación entre la banca privada y la desarrollo, no solo para que esta última asuma los mayores riesgos, sino para que las dos se comprometan integralmente con su responsabilidad de financiar el crecimiento y desarrollo del país.

10.- Instrumentar una política de generación de empleo consistente, que oferte empleos de calidad y mejore el nivel de ingreso real de los trabajadores. Hay que evitar la caída del ingreso real y del consumo, con una  política que dé mayor fortaleza a la demanda interna con el fin de fortalecer el mercado nacional.

11.- Evitar mayores niveles de concentración del ingreso. Hay que impedir que se profundice la desigualdad, el crecimiento del desempleo y el subempleo. La acumulación de la riqueza mexicana está concentrada en menos de cuarenta corporativos que cotizan en la BMV y estos no representan más del 4% del total de las empresas existentes.

12.- Hay que eliminar los cuellos de botella estructurales: baja competitividad, falta de infraestructura, mercados monopólicos, innovación y competencia insuficiente, debilidad institucional y altos precios.

13.- Hay que alinear la política monetaria a la política fiscal contracíclica. El Banco de México debe también contribuir abiertamente al crecimiento, asumiendo un papel mucho más activo, incidiendo sobre la tasa de interés objetivo a la baja y asumiéndose como un actor responsable y relevante en este proceso. Urge una reforma monetaria.

14.- Utilizar las reservas internacionales del Banco de México (más de 190 mil millones de dólares),  para reactivar el mercado interno.

Las reformas, por sí solas, no pueden resolver el bajo crecimiento, ni mucho menos todos los problemas que lo acompañan: alto desempleo, un pésimo esquema distributivo,  inseguridad, corrupción, falta de transparencia y  rendición de cuentas,  un  endeble estado de derecho y las crecientes fallas institucionales que padecemos.

Por ello, hay que replantear el modelo económico, basado fundamentalmente en un crecimiento exportador. México exporta más de 1,300 millones de dólares diarios pero este esfuerzo no está encadenado al mercado interno, con empresas mexicanas generadoras de valor agregado. Hay que avanzar en ello urgentemente y de manera comprometida:

1.- Elevar la productividad seriamente, para ello, lo primero que debe instrumentarse es una política salarial que permita mejorar el salario real, sin esta no hay incentivos para la capacitación,  la innovación y el desarrollo tecnológico, en suma una mayor productividad.  

2.- Disminuir la brecha entre empresas grandes y pequeñas. Hay que fortalecer la regulación, que genere mercados eficientes y competitivos. Que los órganos reguladores sean técnicamente robustos, imparciales y sobre todo transparentes. Hoy ocupamos el lugar 124 en intensidad de la competencia, lo que daña a las pequeñas y medianas empresas y sobre todo al consumidor al incrementar los precios en beneficio de las grandes empresas.

3.- Urge disminuir la inseguridad, la corrupción y fortalecer el Estado de derecho.

4.- Fortalecer, realmente, la educación básica, media, superior, posgrados e investigación.

5.- Fortalecer al sector agropecuario integralmente, debe ser  un asunto de seguridad nacional.

6.- Ampliar el TLC más allá de consideraciones comerciales y de inversión, hay  que promover ya, acuerdos de convergencia laboral y salarial.

7.- Urge promover una reforma migratoria en Estados Unidos y Canadá favorable para México.

8.- Construir una estrategia que aproveche integralmente la multimembresía y las ventajas de todos los tratados que México tiene firmados, con el fin de integrarnos eficientemente y reducir la gran dispersión de esfuerzos.

9.- Urge eliminar la protección a algunos agentes económicos preponderantes, de lo contrario seguirá perpetrándose  así un  grupo de sectores poderosos que vetan, condicionan y  hasta tratan de impedir reformas, leyes y regulaciones que les pueden llegar a afectar.

10.- La línea que diferencia los asuntos públicos y lo privados debe ser  cada día menos opaca.  Los funcionarios de alto nivel no deben, por ejemplo, servir al sector privado después de dejar sus cargos públicos, como es el caso de la  banca.

Posibilitar que la economía mexicana acceda a un capitalismo dinámico, competitivo y sin privilegios es el gran reto. Hay que evitar seguir en una dinámica caracterizada por un capitalismo de cómplices, situación que Joseph. Stiglitz llama (crony capitalism), un capitalismo con altos costos de transacción, con obstáculos, con externalidades negativas crecientes para el consumidor, con un andamiaje de privilegios y posiciones dominantes tanto de empresas como de sindicatos. Los sectores ejemplares en donde se presentan estos perniciosos procesos son entre otros: telecomunicaciones, bancos, energía, servicios financieros.

Urge transformar las evidentes resistencias a las reformas en una sinergia de convergencia de intereses. Profundicemos y demos un salto cualitativo, con la puesta en marcha de un ?Gran Pacto Social y Económico Distributivo?,  hay que entenderlo y asumirlo, ya pasaron 30 años y se tiene que aprender de la experiencia.

México necesita urgentemente un gran ?PACTO SOCIAL Y ECONÓMICO DISTRIBUTIVO?, con el fin de detonar, entre otros procesos, certidumbre de mayor crecimiento y estabilidad, que incorpore a todos los sectores con una estrategia política de gran espectro, incluyente, apoyada en todos y cada uno de los sectores e integrando todo tipo de instrumentos de política económica.

Este Gran Pacto Social y Económico Distributivo, debe  trascender la superficial, oportunista,  grotesca, fragmentaria y electorera discusión sobre los salarios mínimos, debe ir mucho más allá, de las encuestas que proponen los tres principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD), sobre todo, porque no aportan nada nuevo y muchísimo menos enriquecerán nuestra vida democrática. 

Estimados lectores, hay que dejarlo claro de una vez, una mejora en términos reales de los salarios que permita de manera gradual, consistente y a lo largo del tiempo disminuir la inequidad,  es un asunto de voluntad y decisión política. De no ser así, entonces no podríamos explicarnos porque los salarios mínimos se estancaron durante más de 20 años y han perdido más de 70 por ciento de su poder adquisitivo.

Sobre esto, Stiglitz (Nobel en Ciencias Económicas 2001), argumenta recientemente lo siguiente:

?Creo que Latinoamérica ha mostrado que el crecimiento de la inequidad no es inevitable y que la  inequidad es una opción, una opción de la política?.

?Las reformas en las que se ha fomentado la inequidad no son características del capitalismo, sino perversiones del capitalismo. Son de gente que hizo su dinero con monopolios, con explotación del sistema financiero, con todo un conjunto de malas prácticas del mercado. Si tuviéramos una economía de mercado que funcionara bien, tendríamos competencia y no estas enormes rentas monopólicas que van para Carlos Slim en México y algunas otras personas en otros países?.

La inequidad, es el resultado de una decisión política y no una consecuencia irremediable derivada del funcionamiento de los mercados. Por ello, si se quiere mejorar realmente la  política salarial, esta debe ser  el resultado de una decisión política, de un pacto, como lo propuse en SDPnoticias.com, en uno de mis artículos previos, ver: http://colosio.sdpnoticias.com/columna/2014/03/10/colosio-tenia-razon-seguimos-sin-lograr-un-gran-pacto-para-crecer-y-combatir-la-desigualdad.

El Estado, sin duda, debe preocuparse y ocuparse mucho más por la defensa y construcción de pactos que permitan una regulación verdaderamente potente y transparente, que medie entre los factores de la producción, los agentes y los sectores económicos.

El Estado debe acompañar esto y robustecerlo, ahora más que nunca, con una política de transparencia y rendición de cuentas poderosa y vinculante, sobre todo en los sectores energético y de telecomunicaciones recién abiertos, para atraer mayor inversión privada nacional y extranjera, y mayor competencia.

Reforzar la regulación y transparencia es imperativo, con el fin de fomentar una competencia cooperativa, regulada y vigilada. Los mercados y las economías realmente competitivas requieren un Estado robusto, potente, transparente, vigilante y eficiente.

La ?Agenda Urgente para Potenciar el Crecimiento Económico? que propongo es pertinente, ya que México no está alcanzando los niveles de crecimiento y equidad que se necesitan, a  pesar de todas las reformas y políticas instrumentadas  a lo largo de más treinta años.

El TLC de América del Norte, los otros tratados y las reformas anteriores, sólo han transformado una parte de la economía mexicana, en especial la que está expuesta a la competencia en los mercados internacionales.

Recordemos, la población no quiere más promesas, quiere sentir resultados en sus bolsillos y en su vida cotidiana, quiere mejoras en su nivel de ingreso y bienestar.

Los resultados de las reformas, en términos de crecimiento económico, inversión, empleo e ingreso, sumandos a las consultas legítimas o no, determinarán y sancionarán los resultados de las elecciones del 2015.

Por ello, es importante que esta ?Agenda Urgente para Potenciar el Crecimiento Económico?, se implemente y se enriquezca con el fin de alcanzar niveles de crecimiento anual del PIB de a 4 o 5 por ciento, esta agenda, debe colocarse en primer plano, debe ser asumida  en la agenda legislativa de las diferentes fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD), y en el Plan de Acción de los nuevos partidos políticos  (MORENA y el Partido Humanista), como una prioridad, si es que quieren realmente hacer un trabajo serio y tener mejores resultados en términos de crecimiento. De lo contrario el  proceso electoral del 2015, reflejara y cobrara la factura de lo que se ha hecho y de lo que se dejo de hacer.

Espero que en este Informe Presidencial de 2014 y el de  2015, se den buenas noticias al respecto.

Seguiré atento a lo que sigue?