Empiezo por admitir que las preguntas que la periodista Denise Dresser quisiera hacerle al presidente Enrique Peña Nieto son todas interesantes y valientes. Es inteligente doña Denise, ni duda cabe. Lo prueba en su artículo de este lunes en Reforma. Titulado ?A fondo, deveras?, ella presenta 23 ?preguntas para Enrique Peña Nieto, en una ?Conversación a Fondo que quisiéramos ver?. La talentosa señora Dresser ha hecho tales preguntas para criticar la reciente entrevista de siete periodistas a EPN.

Insisto, son grandes preguntas. Ya quisiera yo que al menos una de ellas se me ocurriera para presumirla un domingo. Pero?

El problema es que si cuatro de las 23 preguntas tienen que ver con cuestionamientos a Televisa, creo que no hay más remedio que concluir que Denise Dresser está obsesionada. Dedicar el 17% de su esfuerzo a la televisora de Emilio Azcárraga revela que ella tiene un grave problema emocional.

¿Qué es una obsesión? Del latín ?obsess?o, -?nis, asedio?, según la Real Academia Española tiene dos significados: el primero, ?perturbación anímica producida por una idea fija?; el segundo, ?idea que con tenaz persistencia asalta la mente?. Las obsesiones son peligrosas, pero con ayuda profesional se curan. Ojalá la periodista la encuentre.

La primera de las preguntas que doña Denise quisiera hacerle al presidente es terrible, sin duda, ya que evidencia que ella está en una etapa crítica del trastorno obsesivo: ?¿Aceptaría (señor Peña Nieto) ser entrevistado por Carmen Aristegui y que esa entrevista fuera transmitida en horario Triple A por Televisa??.

La obsesión lleva a Dresser, una periodista sin duda liberal, a proponer una inaceptable acción autoritaria: que el presidente de México obligue a Televisa a transmitir una entrevista realizada por la periodista que más ha denunciado, correctamente casi siempre, los excesos monopólicos de esa televisora. Está claro que Televisa solo va a transmitir una entrevista de Aristegui si el gobierno obliga a la televisora a hacerlo. Pero si el gobierno decidiera actuar de esa manera, violaría derechos elementales de los propietarios, directivos y periodistas de Televisa.

Sería lo mismo si el gobierno obligara a Aristegui a transmitir en su noticiero de MVS Noticias una entrevista realizada por Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula. Es clarísimo que Ciro le cae gordo a Carmen. Así que, solo si la obligara el poder político, Aristegui aceptaría darle promoción a Gómez Leyva.

Estoy de acuerdo en que Aristegui entreviste a Peña Nieto. Pero que lo haga en el programa de la propia Carmen, y ya. Y me gustaría también que Ciro entrevistara al presidente, en su noticiero de Radio Fórmula y punto. Desde luego, también valdría la pena ver entrevistas de EPN en Proceso y La Jornada. Pero las entrevistas a Enrique Peña Nieto no deben darse con los excesos autoritarios propuestos por doña Denise.

Creo que todos estamos de acuerdo en que fue mala la entrevista colectiva a EPN en la que participaron los periodistas José Carreño Carlón, Pablo Hiriart, Lilly Téllez, Ciro Gómez Leyva, Denise Maerker, Pascal Beltrán del Río y León Krauze. Y, bueno, habría sido excelente el artículo de la señora Dresser sin sus obsesiones relacionadas con Televisa, que la llevan a proponer atentados contra la libertad como el de obligar a Azcárraga a transmitir entrevistas para que se luzcan periodistas que al dueño de la principal televisora mexicana no le caen bien. Muy su derecho no simpatizar con Carmen.

Por lo demás, informo que un bueno texto, muy crítico, sobre la entrevista a EPN puede leerse hoy en Reforma, el de Jesús Silva-Herzog Márquez, ?Conversaciones a modo?. Nada que reprocharle al señor Silva-Herzog Márquez. Debería leerlo doña Denise Dresser, quizá un texto sereno y objetivo le va a servir como medicamento estabilizador del ánimo.