Hoy voy hacer un planteamiento polémico pero real. Espero que mis lectores profundicen en estas ideas. Se trata, en todo caso, de buscar los aportes que se requieren para entender lo que pasa en nuestro país y cómo enfrentar, a esas fuerzas políticas que están acabando con el país. Con mucha frecuencia las acciones revolucionarias están dirigidas al aparato burocrático que encabeza el gobierno. Como si éste no respondiera al pensamiento y a los intereses profundos, históricamente presentes en el alma de lo que es la cultura priista.

Me explico (*): ¿Por qué el PRI lleva ochenta y cinco años en el poder, sin que hasta ahora lo hayamos podido derrotar? ¿Realmente son sus estructuras partidistas y el dinero público lo que lo han mantenido en el poder? ¿Es la eficiencia de sus ?líderes? y su capacidad corruptora lo que lo han mantenido en el poder durante casi nueve décadas? Es esto, pero hay algo más importante. El priismo es el alma y el corazón de la burguesía mexicana, es su espíritu y su mundo interno, íntimo, que ha sido edificado como un aprendizaje histórico de esta burguesía en su surgimiento y en su devenir.

El origen del priismo es el núcleo creativo, discursivo y afectivo  de toda la clase y de cada uno de los capitalistas mexicanos. Es su intimidad profunda. En ella se guardan, mediante la memoria colectiva, sentires, saberes, conocimientos aprendidos y vividos, de opresión y explotación. El priismo es el cultivo permanente del modo de ser del burgués mexicano. De esa alma y espíritu profundos salen, se expresan, se materializan las obras y productos en los que ellos se depositan. El priismo es un conjunto de acciones mediante las cuales el capitalista mexicano se expresa y manifiesta; es el corporativismo, el patrimonialismo, el clientelismo, es su patrioterismo vulgar, un estilo especial de corromper conciencias, de fraguar matanzas y asesinatos masivos y selectivos que no siempre dejan huellas evidentes.

El priismo ha aprendido a crear una nubosidad densa para encubrir sus hechos, sus corruptelas y sus crímenes. Mata y hace leyes burlándose y riéndose de la gente. Maneja una solidaridad interclasista que no perdona, actúa como una mafia. Con claridad cristalina asume que el capital no tiene patria y por tanto, está dispuesto a vender lo que sea del país. Habla siempre de patria, soberanía, de nación y tolerancia. Aunque a ojos vistas todo es una falsedad que da paso al autoritarismo, a la intolerancia, a las palabras que encubren la defensa real de los derechos y las libertades de los mexicanos. Nada de lo que hacen los priistas es neutral, todo es doblez y disimulo, simulación y astucia de la peor ralea.

El PRI es por tanto, el blanco contra el cual hay que concentrar todas las fuerzas y todos los esfuerzos revolucionarios. Y no es por el hecho de que el Partido Revolucionario Institucional haya vuelto a ganar la presidencia de la República en la que se ha montado desde 1929, año de su fundación. Este instrumento de poder es lo que es, aunque se encubra con distintas denominaciones, siglas y razones sociales. Aunque llegara a desaparecer como PRI o cambiara de nombre, el priismo seguirá, para mal, siendo la cultura, los sentimientos y el alma del comportamiento de los mexicanos.

El priismo no es simplemente una estructura estatal ni mucho menos una institucionalidad partidista. Es, sobre todo, una relación y un ejercicio de Poder de la burguesía. Es la forma predominante en la actualidad con la que se encubre y realiza el poder del dinero. En el priismo, el capital, la burguesía mexicana, han cristalizado sus más eficaces artes de dominio de los trabajadores. Los mantiene, calculadamente, lejos y distantes de de sus derechos laborales y de ese mando al que legítimamente les corresponde. Opera así para evitar que el pueblo logre ubicar el ejercicio de su poder y cancela su autodeterminación política para poder liberarse de todas las consecuencias del sistema priista.

El priismo es, por tanto, una cultura de opresión, de explotación, un modo particular y específico de enajenar a los trabajadores y a los ciudadanos. Una manera singular -altamente refinada- de mantenerlos en la voluntad de no ejercerse como actores de su propia vida, sino al contrario, como siervos y dependientes del capital, creyendo que todo debe esperarse del Estado, del gobierno, de los de arriba. Cuando afirmo que el priismo es una cultura de poder, de opresión y explotación, propias de la burguesía mexicana, estoy diciendo que el priismo es un conjunto de valores y de ideales compartidos por la clase de los capitalistas quienes desde 1917 impusieron en México su dominación, su control y su mando sobre el pueblo.

Esos valores y esos ideales hacen que la burguesía mexicana tenga y sostenga similares costumbres en todas las manifestaciones del poder. Aplica iguales procedimientos y formas para enajenar artefactos, tecnologías y maneras de hacer y ver el mundo mexicano, a la imagen y semejanza de las relaciones deshumanizadas que esa clase impone entre los humanos y en la naturaleza. ¡Eso es el priismo! Un poder que va más allá de una estructura partidaria, es el espíritu y el alma del sistema capitalista globalizado que está destruyendo todo, entregando todo. El pueblo no le importa, no le preocupa ni su situación ni su futuro. Es el PRI nuestro adversario a vencer.

(*) Ideas y conceptos contenidos en un texto que ha sido publicado en las redes sociales con el seudónimo de Valente