Ricardo Raphael lanza una buena pregunta a propósito del escándalo de los diputados del PAN video grabados en situación comprometedora: ?¿Quién grabó a los dipu-tables??
En su artículo, el autor[1] pondera una serie de posibilidades que terminan por contestar otra pregunta que flota en el ambiente ?¿para qué?? y cuya respuesta no es obvia si apelamos a la terca memoria que no abunda en el México de la opinión mediática.
El contexto de esta grabación, tiene que ver con otro tipo de escándalos difundidos recientemente y también con la nueva aparición pública de Carlos Ahumada demandando el pago de 520 millones de pesos o el embargo de cuentas bancarias contra el Partido de la Revolución Democrática[2]
¿Cómo debemos leer este tipo de ?evidencias?, que salen ?de repente? a la luz pública para promover linchamientos mediáticos? Tal vez recordar el caso ahumada, a 10 años de distancia, nos ayude a ponderar las implicaciones de los audio y video escándalos.
1.- El timming político.- ¿Por qué ahora?
En el caso de la grabación de los dipu-tables, Raphael deduce cuestiones nodales que contribuyen a dilucidar por dónde vino el golpe
?Quien pagó por este servicio conocía muy bien el valor de lo que podía obtenerse. No se trató de un periodista porque cualquiera de nuestro oficio habría dado a conocer de inmediato el video. El efecto noticioso habría sido mucho mayor de haberse hecho público antes de las elecciones internas del PAN, que después de ellas.
En efecto, si se hubiese dado a conocer, digamos, en febrero o marzo, es altamente posible que el nombre del actual presidente panista fuera Ernesto Cordero y no Gustavo Madero. Y siguiendo el mismo argumento, acaso las reformas en telecomunicaciones y energética habrían sido otras.?
2.- La consigna.- ¿Para qué?
No se saben las consecuencias del escándalo y las disertaciones de Raphael al respecto, demuestran que el, la o los autores intelectuales son fácilmente identificables, por lo que nadie puede saber con certeza todas las implicaciones de este tipo de golpeteo político.
Baste recordar cómo a Carlos Ahumada se le volteó el chirrión por el palito, como se dice coloquialmente al filtrar los videos difundidos en Televisa que mostraban a Gustavo Ponce y a René Bejarano cometiendo actos ilícitos.
?El monstruo? como llaman algunos analistas a la opinión pública, centró por unos días su atención en los funcionarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero no creyó que la participación de Ahumada se debiera a ?actos de extorsión?, especialmente en el caso de Bejarano, sino a una red de corrupción de la que el empresario era parte activa y que "denunció" como parte de un complot, como afirmó en los -otros- video escándalos que difundió el gobierno cubano, donde Ahumada suelta toda la sopa.
Hoy, en el contexto del video escándalo de los dipu-tables, Ahumada vuelve a la carga con una demanda al PRD. Se nota que el único que no ha aprendido la lección, es quien representa en sí mismo un doloroso ejemplo de cuando el victimario se convierte en víctima, pero no de sus verdugos políticos, sino de su propia ambición.
3.- La actuación de los medios
De un tiempo para acá, la actuación de la mayoría de los medios de comunicación oscila entre la difusión del discurso oficial y la oposición ?per se- a todo lo que huela a éste. Abunda la cosa juzgada que se antepone al trabajo periodístico. En una historia ?cualquiera- no solamente hay intereses políticos, los medios también tienen su propia agenda y algunos tratan de sobrevivir y sacar provecho a toda costa.
¿Cómo tratar de formar un criterio acerca de un tema cualquiera, con la cantidad de consignas que se manejan hoy en día en la mayoría de la prensa no solamente de México, sino del mundo entero?
Así las cosas ¿Usted qué opina, estimado lector?