Al síndrome de Burn/out, también se le conoce como el síndrome de la cabeza quemada. No ataca solamente al gremio magisterial, pero es en el campo educativo donde se identifican mejor las causas y consecuencias de este padecimiento.

Esta forma de estrés laboral que se vuelve crónico, no solamente es menospreciado por la SEP, que asume que los docentes que la padecen son "flojos” o “no le echan ganas”, sino que existe actualmente tal presión en la figura del maestro, que el agotamiento impacta indudablemente la vida personal del afectado, agravando aún más el problema.

Algunos rasgos que delinean el contorno del síndrome que afecta a tantas profesiones actualmente, pero particularmente a los profesores, son

1.- No tiene nada que ver con la vocación o la responsabilidad, sino con la sobrecarga emocional e intelectual, debido a los trámites burocráticos y administrativos, a la incomprensión y falta de apoyo de algunos padres de familia, a las nuevas leyes secundarias, a la corrupción sindical y oficial, a la presión por las evaluaciones, etcétera.

2.- El énfasis institucional por la evaluación constante, la certificación y la credencialización, pasan por alto que el oficio docente se mide a partir de paradigmas cualitativos que no son susceptibles de ser cuantificados, medidos o estandarizados. El profesional de la educación no es solamente el que posee un título, tres maestrías y dos doctorados, sino el que sabe lo que está haciendo y lo hace bien.

¿A cuántos docentes “hiper-certificados” conocemos que a pesar de ser eminencias en el campo teórico, son simple y llanamente incapaces de lograr que el niño aprenda a leer y escribir? La pedagogía, la didáctica y el amor a los niños no forman parte de las competencias docentes a certificar por la SEP.

3.- La práctica docente implica el uso de muchas horas fuera del horario laboral, incluyendo sábados y domingos. Amén de las madrugadas que algunos profesores utilizan para subir calificaciones a internet en aquellas entidades federativas cuyos programas para registro y certificación dejan todavía muchísimo qué desear.

4.- Maslach y Jackson definen el cansancio emocional, la despersonalización y la falta de realización personal, como uno de los rasgos que delinean al síndrome de burnout ¿cuántos docentes se han jubilado por estas razones? Es verdad que cuando se promulgó la Reforma Educativa, en algunas entidades federativas algunos profesores decidieron retirarse del servicio educativo, pero no por temor a la evaluación, sino porque no existen las condiciones para que se lleve a cabo con seguridad y justicia en algunos Estados.

No solamente esto, sino que algunos estudios demuestran que aproximadamente el 30% de las bajas docentes se deben al síndrome de Bournout.

5.- Históricamente, el complejo de Sísifo siempre se ha relacionado con la figura del profesor.  Levantar una pesada piedra cuesta arriba hasta el anochecer, para volver a comenzar el periplo al amanecer. Nunca termina nuestra labor ni nuestras preocupaciones ¿cómo podré elevar el rendimiento del grupo en Matemáticas? ¿cómo les explico a Juan y a Luis este problema de forma que podamos sacar algunas conclusiones del mismo? ¡otra vez no le mandaron desayuno a María!...y así.

La realidad es que parte de la campaña en contra del magisterio emprendida por asociaciones como Mexicanos Primero, difunden desde el infomercial “De Panzazo” que los maestros excelentes son pocos y los muestra justamente para reforzar el punto de que “los malos” –descontextualizados y en abstracto- son muchos más.

No es fortuito que los científicos hayan descubierto que bajo situaciones de estrés, una parte del cerebro –la encargada de pensar- simplemente se desconecta. Tal cual.

Sin embargo, en lugar de preocuparnos, los profesores debemos ocuparnos en encontrar nuevas formas de organización gremial, profesional y laboral para hacer frente a la contingencia. Si, lo sé, se dice fácil, pero el témpano de hielo ya empezó a descongelarse...

 

¿Usted qué opina, estimado lector?