“Pues qué demonios hizo el diputado Javier Treviño”. Es el título de la columna de hoy jueves, en Milenio, de Ciro Gómez Leyva. ¿De qué habla el columnista? Ni más ni menos que de la brutal lapidación política que el diputado Treviño está sufriendo.

En efecto, por “indisciplinado” e “imprudente” importantes políticos priistas han decidido destruir a Javier.

¿Qué pecado tan terrible cometió el secretario de las comisiones de Energía y Hacienda de la Cámara de Diputados? Subir a YouTube un video en el que propuso una agenda de 12 puntos para elevar la calidad del debate político en Nuevo León, de tal forma, cito a Gómez Leyva, de que “la selección del candidato a las elecciones de gobernador en 2015 se base en la capacidad, la honestidad y el talento, no en la popularidad”.

Peor todavía, Javier Treviño fue tan “rebelde” e “irreflexivo” que aceptó, en entrevistas en Radio Fórmula y Milenio, que sí, que se siente capaz de ser gobernador del Estado que hoy gobierna, bastante bien, Rodrigo Medina.

Digo que Medina ha hecho muy buen trabajo porque logró el milagro de pacificar un Estado en el que la guerra contra el narco fue algo simple y sencillamente terrible, sobre todo porque durante años llegó a parecer que la ganarían las mafias y la perderían las instituciones.

Rodrigo Medina tuvo éxito por los siguientes factores:

1.- Trabajó bastante.

2.- Contó con el invaluable apoyo de los empresarios regiomontanos que no se acobardaron.

3.- Enfrentó la durísima pero leal crítica del más importante medios de comunicación nuevoleonés, El Norte.

4.- Tuvo en el palacio de gobierno colaboradores de primera, entre ellos, el más importante durante la etapa inicial de su administración, el hoy diputado Javier Treviño.

Las principales críticas que Treviño ha recibido se originan en el actual equipo del gobernador: ¿por qué Javier critica al gobierno en el que participó?, preguntan y se lanzan al ataque.

En realidad, Javier Treviño no ha cuestionado a Rodrigo Medina. Simplemente, el diputado ha hecho un diagnóstico, correcto, de lo que está mal en Nuevo León. Mucho han mejorado las cosas, pero los pendientes ahí están.

El diagnóstico realizado por Treviño, el propio Medina lo firmaría.

Es tan bueno el video de Javier Treviño que, de inmediato, llamó la atención. Gustó tanto a un empresario tan importante, Alejandro Junco de la Vega, presidente del Grupo Reforma, que ordenó la máxima difusión en sus periódicos.

Por complejos periodísticos que ya no vienen al caso, Junco se vio en la necesidad de justificar la destacada publicación de un video que ya había circulado en las redes sociales y en otros medios. Así, el propietario de El Norte y Reforma usó de coartada el hecho de que el diagnóstico de Javier podía interpretarse como una crítica al gobernador Medina.

Sin duda, así puede interpretarse. Pero también como un apoyo enorme, por la vía siempre racional de la autocrítica, a un gobierno que con mucho trabajo hizo lo más importante, regresar la tranquilidad a Nuevo León, pero que no tuvo tiempo ni de terminar la tarea en materia de seguridad ni de atacar otros problemas, que por lo demás empiezan a tener solución hoy que concluyen las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto.

Sin las reformas, algunos rezagos de la sociedad y la economía nuevoleonesas no eran superables. Nada pudo hacer Medina para resolverlos. Casi todo su esfuerzo se fue en dos proyectos urgentes:

El primero, reconstruir las vialidades de Monterrey, San Pedro, Guadalupe que destruyó, hace años, el peor huracán en la historia de Nuevo León.

El segundo, cambiar todas las policías para verdaderamente marginar a las mafias del narco.

El costo de ambos proyectos fue gigantesco. Se pagó sin detener el resto de las áreas del gobierno.

Durante dos años, el colaborador más importante de Medina –el más leal, el más serio– fue su secretario de Gobierno, Javier Treviño. Este lo hizo tan bien que, cuando llegaron los tiempos electorales, el PRI lo hizo coordinador de la campaña de su candidato Enrique Peña Nieto en Nuevo León.

¿Qué Javier perdió las elecciones? Seamos justos. Nuevo León había estado en muy malas condiciones, por lo tanto era esperable un voto de castigo al partido en el gobierno, el PRI. Las cosas empezaron a mejorar cuando quedó claro que Felipe Calderón se iba de Los Pinos y que EPN quedaría en su lugar.

Las candidatas al Senado, que se suponía iban a arrasar en el Estado, formaron una mala pareja y no empujaron o arrastraron como se llegó a pensar al carro priista. Por separado las señoras Ivonne Álvarez y Marcela Guerra caían bien. Juntas, no tanto. Una de ellas no debió haber sido candidata, punto.

Y, el colmo, el PRI hizo candidato a la presidencial municipal de Monterrey al político más desprestigiado del Estado, Felipe Enríquez. Este, hábil para la grilla, durante años con éxito se vendió como el compadre del alma de EPN, así que su impopularidad afectó al hoy presidente de la República.

Otra habría sido la suerte del PRI en Nuevo León si una de las candidatas al Senado –creo que Marcela Guerra no estaba para las grandes ligas– se hubiera ido a otra parte, y sobre todo si no se hubiera entregado la candidatura a la alcaldía regiomontana a alguien tan poco serio y con tan sólida fama de tramposo.

¿Culpar a Javier Treviño? Es ridículo.

Lo que sea, Javier llegó a diputado. A pesar de sus antecedentes en el sector empresarial –fue uno de los vicepresidentes del Cemex de Lorenzo Zambrano– en la Comisión de Hacienda apoyó la reforma hacendaria de EPN y Luis Videgaray que tanto cuestionaron los hombres y las mujeres de negocios de la Sultana del Norte. Y en la Comisión de Energía ha sido el diputado que con más claridad intelectual ha difundido la reforma energética.

Javier Treviño es reconocido por su capacidad analítica. Por esa virtud Luis Donaldo Colosio lo sacó de su trabajo en la embajada de México en Estados Unidos para incluirlo entre sus más cercanos colaboradores.

¿Javier Treviño es popular? Desde luego que no. Nada ha hecho para que lo quieran las masas. Ni baila en público ni reparte tamales ni cuenta chistes. Como muchas personas inteligentes y académicamente bien preparadas, es aburrido. Ni siquiera se emborracha en privado. La fiesta no se le da.

En su columna Ciro Gómez Leyva destaca el “lenguaje cuidadoso” que Treviño usó en su video. El diputado nunca usará un lenguaje distinto. Si hubiera querido llamar la atención, habría recurrido a frases escandalosas o, al menos, habría gastado un poco en producción.

El video de Javier es casero, pobre en lo técnico. No contrató a una casa productora o a una agencia de publicidad. Lo hizo él solo en su casa, con su computadora. Escribió un texto, lo leyó y lo grabó. No hay variedad de imágenes, no hay efectos especiales.

Cuando mi hijo @farreola lo vio me dijo que el video de Javier no era malo, sino lo que sigue, o sea, algo todavía peor.

No es un video para invitar a votar a las masas, sino para hacer reflexionar a los líderes. Y ha cumplido su propósito. Desde hace dos semanas en los círculos políticos de Nuevo León no se habla de otra cosa.

Pero a Javier Treviño los priistas quieren castigarlo. ¿Lo permitirá Enrique Peña Nieto? ¿Nada va a hacer el presidente para impedir que otro valioso priista se vaya a la oposición? Porque Javier es disciplinado y leal, pero no va a aceptar sin pelear que pisoteen su dignidad. Y la están pisoteando sus compañeros de partido al considerar una falta grave el simple ejercicio de la libertad de expresión.

En la oposición ya esperan a Javier los “independientes” que encabeza el ex gobernador y ex secretario de Energía Fernando Elizondo y a los que apoya otro ex gobernador y ex secretario de Energía, Fernando Canales Clariond.

A Treviño también lo esperan en Morena, que en Nuevo León no dirigen izquierdistas fanáticos, sino empresarios conocidos como Alfonso Romo y Fernando Turner.

En Nuevo León, tanto los “independientes” como Morena tienen fuerza. Si se juntaran, retarían al PRI y al PAN. Alguien como Javier Treviño podría unirlos.

No especulo, simplemente es algo absolutamente lógico.

Me pregunto si no le espanta a Luis Videgaray que, otra vez, su partido que no cambia, ¡que no cambia!, golpee a alguien solo porque quiere abrir el debate sensato en vez de permanecer en el lodazal de la grilla tradicional.

Los criterios con que hoy se destroza a Treviño fácilmente podrán aplicarse al propio Videgaray en el futuro, ya que el perfil de ambos es el mismo: hombres inteligentes dispuestos a defender ideas y no políticos populacheros y sumisos a la espera de que los premien por su desempeño en las encuestas.

Dice Gómez Leyva: “Seguiré siendo del PRI, insiste Javier Treviño. Veremos si le quedan ganas, de comprobarse que es un PRI arcaico, electorero, frívolo, arratonado, atemorizado. Un PRI de pena”.

No está el PRI a la altura del país nuevo, el que nacerá después de las reformas estructurales.