Este 2014 se cumplen diez años de la publicación de la primera novela de Yuri Herrera Trabajos del reino (Conaculta-Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 2004) que mereció en 2003 el Premio binacional de novela joven frontera de palabras.

El trabajo literario de Herrera, a una década de distancia, adquiere un nuevo significado, como los vinos que al reposar obtienen otro sabor. A diez años de distancia, y tras redescubrir Trabajos del reino es obligada la pregunta: ¿qué ha cambiado en nuestro país desde la guerra contra el narcotráfico que intensificó Felipe Calderón al comienzo de su gobierno, en 2006?

Tras leer los Trabajos, la respuesta es fácil: nada. A través de una prosa cuya velocidad empalma con la violencia y urgencia de quienes trabajan en alguno de los tantos reinos del narcotráfico que operan en nuestro territorio, se adivina que los dominios de los capos de la corte siguen intocados.

Las estructuras de dominación que ejerce el poder del narco son reinterpretadas por la pluma de Herrera y llevadas al territorio de los reinos, de las cortes que distinguían a las sociedades europeas en siglos pasados.

Tal como sucedía en esas sociedades estratificadas, la corte del narcotráfico funciona gracias a ese esqueleto arbóreo que le da sustento. En los reinos, y en concreto el que da vida a la historia de Herrera, existe un Gerente que ordena los números, que procura que las cosas funcionen; hay un Periodista que ejerce la difícil tarea de informar al Rey y además verificar que se informe lo que conviene al reino. Hay un Joyero y una Bruja que hace contrapeso al poderoso y que además puede jugar el rol de consejera o el de acompañante sentimental.

Trabajos del reino es tan actual que frustra saber que hace 10 años las cosas estaban igual que en 2014. Pero además sugiere que no cambiarán porque con la misma estrategia los resultados son previsibles. Quizá en 2024 la primera novela de Yuri Herrera sea releída y cause sorpresa su vigencia, su juventud.

En la novela, es el Artista quien nos muestra las tripas del reino. Desde que se topa con el Rey en una cantina, de esas que podemos encontrar en cualquier ciudad fronteriza del norte de nuestro país, su vida cambia: el Artista no puede ser el mismo una vez que los ojos de su majestad decidieron concentrarse en él algunos minutos.

Y como su rol, el de artista, encaja y hace falta en el Reino entonces entra, accede literalmente a los dominios del moderno palacio que es la guarida del Rey y que concentra a la corte. Es el Artista quien nos lleva a los pasillos del Reino, y quien devela a los personajes que hacen los trabajos que dan título a la obra que cumplirá su primer decenio en octubre.

Es también el Artista quien cumple la función de propagar historias, de agrandar aún más con sus corridos la imagen del Rey y su corte.

Los Trabajos del reino nos muestra una estructura que vemos replicada hoy en toda la república. Los nombres de las pandillas, bandas o grupos delincuenciales representan los neoreinos del siglo XXI. Sus cortes, siguen siendo pequeños ejércitos que combaten por expandir el poder de su respectivo rey.

México y sus autoridades persisten como telón de fondo, siguen siendo un trámite, una ventanilla a la que representantes de los reinos deben acudir de vez en vez para pagar impuestos y así seguir operando. El reino y sus trabajos siguen igual, a diez años de distancia.

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