Por mucho tiempo estuve a la búsqueda del programa que con certeza  correspondería a esa fotografía que aparecía en video-homenajes a Octavio Paz, la que lo mostraba junto a Jorge Luis Borges. Un fragmento del mismo confirmaría su existencia. En él, aparece un usual Paz como aleccionando a los invitados sobre el sentido de la poesía. En ese breve momento a Borges sólo se le escucha decir “sí”, como aceptando tímidamente lo que Paz ha sentenciado, dejando la impresión de un Paz contundente y un Borges apocado.

A veces los videos se pierden, son irrecuperables. Pero al fin, el 14 de abril pasado, apareció en youtube en dos partes el documento, “La poesía de nuestro tiempo”. Borges es invitado de Paz, quien conduce el programa en el cual  asimismo aparece Salvador Elizondo, admirador del primero.

Contrario al resto de los programas que Paz hizo para Televisa, donde se muestra inteligente, pero sobre todo arrollador, imponiendo su autoridad y aun su poder, arrogante, brillante aunque atropellando a sus interlocutores a pesar de haber esgrimido siempre el discurso del diálogo, en este documento, que tardó muchísimos años en salir al público común, se le encuentra incómodo, desconcertado, embarazado, perplejo ante el creciente agigantamiento de la sabiduría de Borges.

Algunos argumentan que Paz se sintió tal vez condicionado por la presencia física disminuida del autor ya prácticamente ciego. Que por ello actuó prudente, no como normalmente hiciera frente a los invitados a los cuales traía a sus programas para que confirmaran su genio, para humillarlos o despedazarlos. Que, inusual, quiso ser gentil con Borges (quien, por otro lado, había elogiado al poeta mexicano cuando votó por él como merecedor del Premio Cervantes).

Puede ser, lo cierto es que en este programa Paz se encuentra, inesperadamente, fuera de ubicación. El genio de Borges se impone de manera simple y progresiva. Ante la pretensión teorizante de Paz y Elizondo (éste último prácticamente un “invitado de piedra”, como alguien ha sugerido, y más bien jugando sorpresivo papel bochornoso), Borges, apegándose al estricto sentido del programa, propone la reflexión sobre una frase: “Luna, espejo del tiempo”. Sutil, honesto cebo de Borges.

Elizondo y Paz aceptan la “trampa” y en tanto que no pueden hilar un verso o una idea que no sea balbuceante y aun dudosa, Borges hace genial despliegue de la memoria, el lenguaje y la sensibilidad poética. Ya hacia el final del programa (parte II en youtube), Paz ha claudicado (aunque de pronto arrebate la palabra y quiera dar un golpe de autoridad  o poder), Elizondo ha enmudecido y Borges, el pobre ciego y disminuido Borges, es quien dirige y anima ya el programa.

Cautiva contrastar este encuentro con otro en el cual destaca sobremanera la conducción de Álvaro Gálvez y Fuentes y se yergue genial la figura, la palabra y la soberbia poética de Juan José Arreola junto a la del también entonces invitado, Jorge Luis Borges, quien no deja de celebrarlo.

Aquí, el video que Octavio Paz no quiso, no quisiera y no quiere que veas: