La docena trágica transcurrió entre fanfarrones y genocidas.

La señora Isabel Miranda indudablemente fue estrella principal de este infausto episodio que vivió el país durante los gobiernos de la supuesta alternancia política, eso nos diferencia a los mexicanos que no figuramos como estrellas televisivas en el horizonte mediático que los panistas utilizaron a mansalva para ejercer el poder; por lo tanto en su momento esto les otorga la gran ventaja de aparecer como ángeles y querubines sin que nadie pueda criticarlos.

 Ese es el caso de la Sra. Miranda quien aún no se percata que el sangriento sexenio calderonista ya terminó y ahora habrá de asumir sus responsabilidades que adquirió cuando por ejemplo le otorgaron el premio Nacional de los Derechos Humanos.

Ahora que la revista Proceso ha publicado sendos reportajes firmados por la valiente Anabel Hernández,  donde expone cabalmente la situación del grave caso del secuestro y homicidio del hijo de la Sra. Miranda, ofreciéndonos información privilegiada a la que de no se puede acceder fácilmente, ahora resulta que por cumplir con su labor informativa, el semanario y la reportera pueden sufrir las repercusiones legales que les resulten, no por abusar de la libertad de expresión, sino por molestar a uno de los principales impulsores del presidente de la manos limpias.

Por lo expuesto la Sra. Miranda posee recursos incalculables, ha ido de las simples declaraciones a la organización de ruedas de prensa, hasta llegar a la imponente aparición en programas, donde se ensalza la figura de la señora sin sufrir ningún cuestionamiento, y sí se condena perpetuamente a Proceso y a Anabel Hernández.

Ahí radica el principal problema de la Sra. para con la sociedad mexicana. ¿Cómo puede un ciudadano común y corriente conseguir tanto y en tan poco tiempo? Indudablemente el asunto del secuestro y homicidio de su hijo no es de los crímenes que cotidianamente inundan al país, esta vez el Estado no consiguió lo que la Sra. sí pudo, y en cuestión de meses logró esclarecer el crimen y atrapar a los culpables; claro todo esto presenta anchas avenidas de dudas, simplemente porque la aplicación de la justicia en México es letra muerta, basta con recurrir a las estadísticas para dudar de la experiencia del asunto Wallace.

Si como sabemos el 98 por ciento de crímenes denunciados no se resuelven, ¿por qué habíamos de creer en los resultados que ofrece la Sra. Miranda? Aquí es donde el trabajo de la revista y de la reportera cobran singular importancia, la información que nos ofrecen es simplemente eso, información sencillamente, esto no debería irritar a nadie porque ninguno de los señalados pertenecen al poder judicial, pues si algún magistrado emitiría una opinión del caso, entonces sí los involucrados tendrían que preocuparse.

El caso es muy claro, la prepotencia de la Sra. Miranda solo agrava la situación, recordemos cómo el malogrado ex presidente Calderón la sostenía en un pedestal, tal fue el apoyo que recibió que consiguió que su partido la postulara como candidata a la jefatura de gobierno nada menos que de la Capital de la República; sin embargo ese sangriento sexenio se acabó y si la Sra. no lo ha comprendido, pues sus amiguitos que la acompañan deberían informárselo.

Por lo pronto las amenazas contra Proceso y Anabel Hernández deberán tomarse con las debidas precauciones, recordemos que vivimos en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo.