Instalada en su zona de confort de lo políticamente correcto, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) incumple su compromiso con la libertad de expresión, revalidado apenas el 17 de marzo en una reunión en el Club de Periodistas, donde “exigió” a las autoridades capitalinas aclarar quién y por qué amenazó a Balbina Flores, corresponsal en México de Reporteros sin  Fronteras. Allí, Perla ratificó el compromiso institucional de la CDHDF “con la libertad de expresión y el uso valiente de la palabra”.

 Más pronto que tarde emerge el otro yo de la ombudswoman capitalina: que su compromiso es sólo con los periodistas que se dicen “de izquierda”.  Los otros, los que simplemente buscan la verdad a secas, sin color político, o incluso con otra bandera política, no merecen defensa alguna. Su silencio es elocuente y ensordecedor cuando algún periodista ajeno a la élite sufre el acoso de esa izquierda excluyente que se apoderó del diario La Jornada que encabeza la directora Carmen Lira.

 Lo anterior viene a cuento a propósito de la renuncia del periodista Pablo Hiriart a la dirección del diario La Razón –medio en que me desempeñé como editor general desde su fundación en 2006, hasta la llegada de Hiriart y su equipo humano en 2008— porque consideró “inaceptable” que la influencia de “directora de otro periódico” en la línea editorial del diario. Pablo se refería a Carmen Lira, directora de La Jornada, amiga, según refieren varios columnistas, de Ramiro Garza Cantú, magnate petrolero, propietario de La Razón, a quien le habría pedido que le “bajara” el tono contra La Jornada, porque a Ramiro no le gustaría que el diario “de izquierda” publicara los nexos del empresario con Oceanografía, instalada en el corazón del pantano de la corrupción.

 Esto se llama chantaje, se vea por donde se le vea. Si un  periodista tiene datos nuevos sobre un escándalo, simplemente los publica, independientemente si es amigo o no del involucrado. Si lo contacta, sería para incluir su versión en la información, no para amenazarlo.

 Otro antecedente: Fernando Escalante Gonzalbo escribía martes y sábados en La Razón y en buena parte de sus colaboraciones hacía referencia a cómo La Jornada ocultaba información  o la deformaba para respaldar en sus notas a personajes indefendibles, como Hugo Chávez o Nicolás Maduro y organizaciones como la CNTE en México o la ETA en España.

 Escalante Gonzalbo, escritor, sociólogo, filósofo, columnista, no es en forma alguna un pensador de “derecha”. Es un conocedor profundo de formas y fondos y La Jornada con frecuencia insólita cae en pifias indignas en un medio al que no pocos críticos califican de excelente. Su “izquierdismo” se liga de manera directa con personajes que engrosan sus cuentas bancarias. Basta recordar que cuando el “Subcomandante Marcos” entró en polémica con Andrés Manuel López Obrador, La Jornada le dio la espalda al guerrillero-ícono de la izquierda nacional e internacional y dio mayor espacio a AMLO. Poco después se abría que en el último año de gobierno del “Peje” en la capital del país, La Jornada había recibido más del 80 por ciento del presupuesto de propaganda del gobierno capitalino.

 

Les comparto una de las críticas de Escalante Gonzalbo a La Jornada publicada el 27 de julio del 2012 y vean si están disparatadas:

 

“El titular de primera plana de La Jornada, ( de hace un par de días): “Se lavan en México 39 mil millones de dólares al año: EU”. La fuente es un “informe del Departamento de Estado”, ¡del pasado mes de mayo! Me pregunto a qué viene que La Jornada le conceda ocho columnas, y precisamente ahora, dos meses después.

La dirección del periódico sabe, como puede saber cualquiera que le dedique dos minutos al asunto, que detrás de la cifra no hay más que humo. Las “estimaciones” en que se basa el informe son conjeturas casi gratuitas, poco más que adivinanzas, sobre el valor total del mercado de drogas en Estados Unidos, a precios de menudeo. A continuación se atribuye esa cantidad a “los cárteles mexicanos”, porque se supone que son los únicos que venden droga en Estados Unidos. Y quien dice ingresos, dice ganancias, ¡qué más da! Y ya que la banca estadounidense está blindada, absolutamente, y no recibe un centavo de dinero sucio, hay que suponer que eso va a dar a la banca mexicana, es decir, que podemos asumir que “se lavan en México 39 mil millones de dólares”. Y lo que sigue: ¡más madera! ¡Es la guerra!”

 Casi todas tenían el mismo talante. La Jornada puede en cualquier momento responder a sus críticos, pero opta por negociar en lo oscurito, lo que tanto critica. Asume su papel de contrapeso del poder público, pero no quiere contrapesos a su verdad. Buscar aniquilar al adversario por la espalda, no es una actitud gallarda.

 La CDHDF y todos los portales que pegan con la izquierda, pero cobran por la derecha como Sin embargo o Animal político, que exhiben banners oficiales en sus sitios web, guardaron silencio. Hiriart fue víctima de un chantaje y si su pensamiento molesta, lo conducente es que se le critique, pero que no se le arrebaten espacios.