Versión. Francisco Moreno Merino “renunció” a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente porque él mismo, o alguien más en esta dependencia, quiso extorsionar a una cementera propiedad de Carlos Slim. Aclaremos las cosas: no renunció por el intento de extorsión, sino por el hecho de que el segundo hombre más rico del mundo, se dice, presentó una queja directamente al presidente Enrique Peña Nieto y este, apenadísimo, decidió prescindir de su ahora excolaborador, un hombre que por cierto ya se había metido en problemas cuando dijo, siendo diputado, que no hay mujer bonita que no llegue a ser meretriz.

¿Eso es verdad? No lo sé. Es lo que se comenta en círculos políticos donde, por lo demás, no es un tema relevante. Ayer escuché esa versión preguntando por las razones que llevaron a Francisco Rojas a dejar la Comisión Federal de Electricidad. Sobre este último caso lo que me informaron es exactamente lo que hoy se comenta en varias columnas políticas: que el señor Rojas, gente de Carlos Salinas de Gortari, no estaba de acuerdo con la reforma energética, sobre todo porque Salinas no ha tenido la menor participación en los grandes proyectos emprendidos por el gabinete de Peña Nieto.

Difícilmente conoceremos la verdad. No creo que nadie se vaya a tomar la molestia de explicar qué pasó con Francisco Moreno ni se ve probable que se dé una explicación oficial y, sobre todo, convincente de los motivos que llevaron al cese de Rojas. Esto es, todo lo que se diga quedará en la categoría de los rumores no confirmados, que por lo mismo no deben ser tomados en cuenta con seriedad.

Hoy, en Milenio, el columnista Joaquín López-Dóriga se ocupó de otro rumor. Lo difundió el colaborador de Proceso, Jenaro Villamil: que el pasado 2 de enero, en Valle de Bravo, hubo un pacto entre Emilio Azcárraga y el presidente Peña Nieto relacionado con las leyes secundarias de la reforma a las telecomunicaciones. Dice López-Dóriga que “el tema de Villamil fue retomado, como es la mecánica, a la mañana siguiente por Carmen Aristegui en MVS, parte interesada directamente en el caso, cuya oficina mandó 28 tuits sobre el tema en menos de media hora, y más tarde por el senador Javier Corral”.

Según todos ellos, narra López-Dóriga, debido al encuentro Peña Nieto-Azcárraga del 2 de enero en Valle de Bravo las mencionadas leyes secundarias favorecen “a la televisión, Emilio Azcárraga, y no a la telefonía, Carlos Slim”, lo que significa que “el gobierno cuida y defiende los intereses de Televisa, no así los de Tv Azteca, y menos los de Telmex”.

Pero el hecho es que, afirma López-Dóriga, “jamás se dio el encuentro Peña Nieto-Azcárraga del 2 de enero en Valle de Bravo, que ‘reveló’ Villamil, y a partir del cual Aristegui y Corral, que lo dieron por cierto, sostienen que la ley viene mal porque defiende los intereses de Televisa y no los de Telmex”.

He preguntado a personas enteradas y me dicen que, en efecto, no hubo ninguna reunión Peña Nieto-Azcárraga para ponerse de acuerdo acerca de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones. Por lo tanto, considero que Villamil se equivocó al presentar esa versión como un hecho y no como un rumor entre muchísimos  que circulan los políticos y los periodistas. También se equivocaron Aristegui y Corral al dar por cierta la “información” difundida por Villamil. Entiendo que Aristegui y Corral consideren absolutamente confiable a Villamil. Pero el buen periodismo exige verificarlo todo con extremo rigor, inclusive lo dicho por reporteros amigos.

López-Dóriga terminó su artículo diciendo: “Y estoy preparado para el tono virulento de la respuesta de quienes a falta de argumentos, insultan y descalifican, linchan”. ¿Habrá linchamiento contra el periodista principal de Televisa? No lo sé. Lo ha habido antes, claro que sí. A veces, muchas veces López-Dóriga ha merecido las fuertes críticas que se le hacen sobre todo en las redes sociales. Otras veces, las menos, se le ha cuestionado injustamente. En esta ocasión Joaquín tiene razón: Si Villamil –y Aristegui y Corral– dieron por buena una versión evidentemente inventada por alguien, lo menos que podrían hacer sería disculparse. No sé si lo harán. Lo que ya hizo Aristegui, pero no sé si sea suficiente, fue decir al finalizar su programa de radio que López-Dóriga negó la reunión Peña Nieto-Azcárraga, y nada más. Aclaró que no tenía tiempo de profundizar en el asunto, y se despidió. Desde luego, eso no basta. Así, periodista profesional que es, seguramente Carmen mañana dirá con toda humildad que se equivocó y que naturalmente tendrá más cuidado en el futuro con las “revelaciones” de Villamil, por lo demás un muy buen periodista.

Pero si López-Dóriga se vio muy bien en su columna de Milenio, su compañero en Televisa Carlos Loret de Mola, en su artículo de ayer en El Universal, se vio realmente mal al decir que el gobierno se la ha pasado favoreciendo a Calor Slim y perjudicando a Emilio Azcárraga. Y fue del peor gusto que Loret hablara de “los medios de comunicación y periodistas afines al ingeniero Carlos Slim, así como los diputados y senadores que en el Congreso defienden sus intereses están muy activos ahora que se negocia la ‘letra chiquita’ de la reforma en telecomunicaciones”. Y su chiste final resultó una verdadera ofensa que un empresario como Slim no merece: “Disculpe, ¿usted es senador o Telcel-nador? ¿Usted es diputada o Dish-putada?”.

Tampoco merece Azcárraga la agresividad de periodistas como Villamil, desde luego que no, pero si este cometió una tontería al hablar de la reunión del dueño de Televisa con EPN, fue una tontería bastante más grande la de Loret agrediendo tan absurdamente a Slim.