Nunca pensé que el movimiento #YoSoy132 iba a cambiar nada. Nunca pensé que sus integrantes eran verdaderos revolucionarios. Siempre los vi como lo que son: jóvenes inteligentes e inquietos en busca de terminar sus estudios para trabajar en las empresas del sistema capitalista mexicano o en el gobierno, donde mejor paguen, donde se presente la oportunidad.

Lo dije desde que se dieron a conocer las protestas contra Enrique Peña Nieto en la Ibero: estos muchachos, todos muy listos y brillantes, pronto van a trabajar en el gobierno como asesores de los principales colaboradores del próximo inquilino de Los Pinos. Es algo que he expresado varias veces, la última cuando algunos estudiantes mexicanos se plantaron en Londres, en una de las calles de esta ciudad británica, para gritarle algunas cosillas al presidente electo.

Me criticaron por decir la verdad. Pues bien, el pronóstico, fácil de hacer, empieza a cumplirse.

Ya un vocero del #YoSoy132 colabora en un programa de Televisa, la televisora que tanto ha cuestionado el movimiento estudiantil…

Tres años, no pasarán más de tres años antes de ver a los hoy rebeldes del 132 trabajar disciplinadamente como asistentes, secretarios particulares, asesores o incluso simples contestacelulares de los actualmente tan odiados peñistas.

No los critico. Hacen y harán lo correcto. Así es la vida, así es el sistema. Así son los estudiantes.

El oficio de rebelde para siempre es cosa de muy pocos, de unos cuantos. De esos no parece haber en el #YoSoy132.

Conste, no los critico. Los entiendo.