Estoy fuera del país. A varias horas de distancia. Dormía cuando se dio a conocer la noticia del asesinato del hijo mayor de Humberto Moreira.

Al despertar, en la madrugada de México, me enteré de tan triste hecho leyendo la columna de la joven @JennIslas.

Jennifer expresó su indignación por los festejos, en las redes sociales, causados por el asesinato del hijo del ex gobernaor de Coahuila y ex presidente nacional del PRI.

¿Mexicanos felices por la tragedia ajena? Lamentablemente es verdad.

Después de leer el texto de Jennifer Islas, visité la página de Twitter. Lo primero que vi fue el siguiente mensaje: “¿Saben si van a dar tarjetas de Soriana en el funeral de José Eduardo Moreira?”.

Los fanáticos de la política están llevando demasiado lejos su resentimiento. ¿Hacer chistes por el asesinato del hijo de una figura relevante de un partido rival? Qué inmoralidad.

Otro fanático, uno más de los que tanto están enrareciendo el debate político en México, dijo en la misma red social: “Los que se ofenden por los comentarios ‘poco respetuosos’ sobre la muerte de José Eduardo Moreira, estarían felices si el muerto fuera AMLO”. Qué capacidad para expresar estupideces.

Alguien dijo que “la estupidez insiste siempre”. Es verdad. Hace días aplaudieron que se agrediera a Adela Micha. Ahora se ven felices por el luto de un polémico político. ¿Qué sigue? La peor tragedia si no entran en razón. Hay que convencerlos de actuar con sensatez. Ojalá entiendan.