Hoy es un día relajado, sin mucho que hacer. Entonces hago lo típico: Prendo la computadora, pongo algo de música, reviso las redes sociales como si fuera mi obligación, comento aquí y allá, me río un poco, sigo perdiendo el tiempo y por fin me decido a escribirles. ¿Soy una NINI? Muchos pensarán que sí, la ley definitivamente lo asume: La nueva reforma laboral no contempla la prostitución como un trabajo. 

Sí, me dedico al sexoservicio. Hoy no hago nada pues estoy en mis días. No es flojera, es un gaje del oficio. ¿Me afecta que el tema de la prostitución siga siendo una laguna legal? Directamente tal vez no. Como no trabajo para ninguna agencia u otro empleador no me veo en la necesidad de reclamar mis derechos como empleada. 

No soy la única que no tiene derechos como trabajador. Muchos que me leen estarán en la misma situación, seguramente más de uno de ustedes se autoemplea con las alegrías y sinsabores que esto conlleva. Sin embargo, cada que cualquier trabajador independiente realiza una obra o servicio genera experiencia que puede comprobar a nivel curricular si es que así lo desea. Tener experiencia, trabajar, es bien visto. Mientras más trabajes más confía en ti la gente y si lo haces bien, mejor reputación te formas. Vas creciendo a nivel profesional. 

Y también a nivel personal. Poco a poco tomas experiencia en el trato al cliente, en el cierre de ventas, en la medición de tiempos. Así, al cabo de unos años puedes mirar atrás y estar seguro que no eres el mismo novato que empezó. 

Pero si eres sexoservidora...

Si eres sexoservidora, no. En primera está la obviedad que esta no es una profesión para toda la vida, que el tiempo de vida laboral es muy corto y que desde que empiezas tienes que ir viendo qué vas a hacer después. Y, ¡caray, este es un trabajo duro! Absorbe mucho de tu tiempo, de tu pensamiento, de tu energía. Y desafortunadamente aunque aprendes muchas otras cosas (aparte de chupar penes de manera muy profesional ¡jeje!) como a prospectar clientes,  concretar ventas, promocionar servicios y relacionarte con todo tipo de personas, a nadie le importa.

"¡Aja, qué padre, eh! ¡Ay, miren qué putita tan profesional, eh! Espera tu turno, ahorita te atendemos, si quieres vete quitando la falda y los calzones. Ahorita nos sentamos contigo a escuchar lo útil que podrías sernos en nuestra empresa. Como por ejemplo trayendo el café en negligé y tacones del número diez" Seguramente es lo que me diría cualquier empleado de recursos humanos.

El otro día que alguien me platicaba que estaba corrigiendo su curriculum me di cuenta que todo este tiempo que he estado trabajando (sí, sin comillas, méndigos) no puede ser demostrado de ninguna manera. Prácticamente es como si no hubiera estado haciendo nada. ¿Qué pondré en mi hoja de vida? ¿Qué me dediqué a vender Avón aunque sea mentira o qué?

Oigan, yo también me he esforzado por hacer lo que hago de la mejor manera y tengo derecho a sentirme orgullosa de la experiencia que he adquirido, no se vale que por pudor tenga que fingir demencia solo porque la sociedad consumidora y solapadora de la prostitución quiere fingir que no existimos, cual basurita debajo del tapete.

Es por eso que creo que me importa que la ley no me ignore. Porque aunque me veo más afectada por la opinión social que por cualquier asunto legar, por la ley se empieza ¿Si el gobierno que nos rige no nos toma en cuenta qué podemos esperar de los ciudadanos?

Seguramente un cambio en la Reforma Laboral no impactaría mucho mi situación, pero sí lo hará con las generaciones futuras. Me encantaría que todas las niñas que se vean en el gusto o necesidad de trabajar en lo mismo que yo no se las vean tan duras, no tengan que pelear tanto por sus derechos, ni sean discriminadas. El dinero que se gana en el sexoservicio es bueno, sirve para comprar educación y productos que mejoran nuestra calidad de vida. 

Ese dinerito a muchas nos ha sacado adelante y nos ha dado muchas sonrisas. Pero el dinero se acaba, y la vida es larga. Y el deseo de superación y de ser respetado es inherente al ser humano. Ninguna opinión, ninguna ley, ninguna circunstancia lo puede aplastar. Y al estar ahí ese sentimiento insistente, deseando ser satisfecho, una se preocupa por que va a pasar después. 

¿Quién, qué voy a hacer cuando decida dejar este negocio? ¿Tendré que empezar de cero como si hubiera estado en coma?

Sin embargo tener la oportunidad de expresarme en este medio es un paso grande: Es la primera vez que escribo desde mi papel de prostituta para un público que no es exclusivamente consumidor o espectador del sexoservicio. Me permite dirigirme por primera vez a las mujeres que no trabajan en mi medio. Y eso se siente bien.